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ARCHIVOS DE PEREL NOMBRADOS COMO RIP.DOC Y POSTMORTEM.DOC
Documentos mortuorios en la laptop

Horas antes de morir, Perel creó y grabó archivos en un CD-Rom. Para los peritos, el mensaje final fue escrito por él.

Mensaje: el financista lo redactó, lo cambió varias veces, lo imprimió y segundos más tarde lo borró. Inmediatamente hizo un amplísimo borrado de archivos.

Facsímil que muestra las últimas actividades de Perel en su PC.

Por Raúl Kollmann y Cristian Alarcón

Postmortem.doc, rip.doc, queridahija.doc, queridohijo.doc. Estos asombrosos cuatro archivos están en el disco rígido de la computadora de Mariano Perel, aunque los técnicos no han podido establecer qué contienen ni cuándo fueron escritos. Las últimas operaciones que hizo Perel con su computadora también fueron asombrosos: utilizó un programa para crear y dejar grabado algo en un disco compacto. La gran pregunta es ¿dónde está ese CD? Antes de hacer esa tarea, Perel jugó en un casino a través de Internet, seguramente utilizando su tarjeta de crédito, y estuvo chateando largamente. Todo en la misma jornada de su muerte, el 3 de febrero, y desde la cabaña de Cariló. Los técnicos que hicieron el peritaje de la computadora sostienen que es indudable que el mensaje final, encontrado en el escenario de las muertes, fue escrito por Perel: el financista lo redactó el jueves 1º de febrero, lo cambió varias veces, lo imprimió y después –segundos más tarde– lo borró. Inmediatamente hizo un amplísimo borrado de archivos y mails. Es decir que si alguien entró a la computadora a espaldas de Perel para escribir el mensaje, el financista se hubiera dado cuenta porque desaparecieron 600 megabytes de archivos.
Por orden de la fiscal, los especialistas de Skycop se concentraron en buscar si en la computadora de Perel estaba el famoso mensaje final. Los técnicos lograron recuperarlo, pero había sido borrado por el financista y un supuesto perito de la Bonaerense de Cariló ya había intentado recuperar información de la notebook y casi borra todo definitivamente.
El peritaje realizado por Skycop, los técnicos de la Policía Judicial de la Procuración y los especialistas de la Policía Bonaerense, en presencia de un enviado de la fiscalía, logró salvar el mensaje y determinó que fue escrito el jueves, 48 horas antes de la muerte de los Perel. El financista cambió varias veces el texto, modificó el tipo de letra y finalmente lo imprimió en una impresora que estaba en red. Es posible que se trate de alguno de los aparatos de la empresa en la que trabajaba Perel, Antfactory. El dato clave que demuestra que Perel escribió el mensaje es que hizo operaciones antes y después. Por ejemplo, borró los 600 megabytes de archivos. Si alguien le hubiera birlado la computadora por unos minutos y aprovechó el tiempo para escribir e imprimir el mensaje a sus espaldas, Perel se hubiera dado cuenta, porque le desaparecieron gran cantidad de archivos y correos electrónicos.
Sin embargo, los técnicos sólo tenían instrucciones de trabajar sobre la cuestión del mensaje, por lo que no se profundizó en los otros datos que surgen de la computadora. El más llamativo, indudablemente, es que hay dos archivos denominados postmortem.doc y rip.doc. Como se sabe, RIP es la sigla que se pone en las tumbas y que significa “descanse en paz”. Ambos títulos remiten a mensajes o instrucciones que podría haber dejado Perel en caso de que fuera cierta una de las hipótesis que se barajan: que él le pegó un tiro a la esposa en la nuca y después, con la mano izquierda, se suicidó, también con un tiro en la nuca. El gran problema es que, en la primera revisión, los técnicos no pudieron determinar qué contenían esos archivos y cuándo se crearon, y ahora el disco rígido está otra vez en manos de la fiscal. Los otros dos archivos que llaman la atención parecen cartas a los hijos. No hay nada similar en todo el disco rígido, o sea que por ahora no hay archivos anteriores o posteriores que indiquen que él solía utilizar ese método para comunicarse con los chicos. Para los técnicos, tal vez sean cartas de despedida. De todas maneras, el problema es el mismo: no se sabe cuándo se crearon ni qué contienen. Habría que profundizar la pericia sobre el disco rígido.
Los datos que surgen de la computadora, en especial que el mensaje final lo escribió él y que existen estos archivos post-mortem, alientan la hipótesis del homicidio-suicidio. En el mismo sentido va el hecho de que la pistola con la que se disparó era propiedad de Perel y que se encontróen la cama, junto a la nuca del financista. A contramano de esa hipótesis apareció un estudio hecho por anatomopatólogos de la Asesoría Pericial de la Corte Bonaerense: aunque en la fiscalía dicen que no tienen el resultado, fuentes de La Plata sugirieron que el matrimonio fue sedado y estaba totalmente dormido cuando se produjo la muerte. Es decir, que debió actuar un tercero. Los investigadores sostienen que ese estudio se terminará rápidamente y podrá hacerse una evaluación más certera.
Sin embargo, la clave para dilucidar el enigma parece ser la pericia sobre las manos de Perel. Allí se están buscando rastros de antimonio, un elemento químico que es uno de los componentes de los fulminantes de los proyectiles. Ese estudio también está por terminarse, aunque se sabe que los técnicos tienen graves problemas porque, debido a la impericia de los hombres de la Bonaerense, el material recogido de las manos en la propia cabaña 32 podría tener algún grado de contaminación. Este estudio es fundamental: si Perel disparó, se fortalecerá decisivamente la hipótesis de que mató a su esposa y después se pegó un tiro; si Perel no disparó, habrá sin dudas doble homicidio, aunque deberá buscarse la razón por la que el financista fue el que escribió el mensaje.
Los últimos datos alucinantes que surgen de la computadora son sus operaciones antes de cerrar la notebook para siempre. El día 30 instaló un programa para usar Internet a través de un servidor de La Plata y el mismo día de las muertes hizo tres cosas. La primera, chateó largamente por ICQ. Su número era 6.041.277, usó el nombre John Olson y en la ficha técnica figura su verdadero nombre y su dirección en Miami. Lo segundo que hizo fue jugar al casino a través de un programa llamado casino.exe. Y lo tercero –y último– consistió en poner en marcha un programa para crear un disco compacto y copiarlo. Incluso usó otros programas para mejorar o hacer más rápidas las funciones. Después es posible que haya pasado cosas a ese disco compacto que seguramente instaló en la compactera de la laptop. Cuando terminó, apagó la computadora y no volvió a abrirla nunca más.

 

La causa del Mercurio

Ayer, el pasado de Mariano Perel siguió incorporándose a la causa en la que se investiga su muerte. Esta vez se trata de la causa judicial en la que el empresario estuvo imputado –por el juez Julio Cruciani– a raíz de supuestos giros de dinero mal habido al exterior cuando estaba al frente del Banco Mercurio. Fuentes de la Procuración General bonaerense le dijeron a Página/12 que “algunos elementos ya están en manos de los investigadores”. Pero ahora la fiscal pidió con carácter de “urgente” una copia completa de aquella causa que, según ya dijo Cruciani, no se terminó por “falta de apoyo” y en la cual Perel fue sobreseído. Los pesquisas también buscan el rastro de otro expediente en el que el financista estuvo sospechado. Esa información, del año 1997, será cruzada con la abrumadora cantidad de números que estos días son analizados en Dolores y que en principio hablan de una “estafa gigantesca al Estado” realizada por Perel para evadir impuestos para grandes empresas.

 

ENCUENTRAN “FALLAS Y OMISIONES” EN LA CAUSA
El arma, con restos de sangre

Por R.K. y C.A

Los peritos que asesoran por pedido de la Procuración a la fiscal del caso Perel detectaron “fallas” y “omisiones policiales” en los informes presentados en la causa. Así se lo confirmaron ayer a este diario fuentes cercanas a la investigación. El cúmulo de errores obligó a los expertos a recomendar nuevas medidas en la cabaña 32 del Apart Hotel Puerto Hamlet, luego de revisar el último fin de semana los informes presentados por la policía, que trabajó el domingo 4 en la escena de las muertes del empresario y su mujer. Ayer, fuentes allegadas a la instrucción de la causa deslizaron un nuevo dato desprendido de los estudios balísticos aún no terminados: en el interior del caño de la pistola Walther 6.75 del financista hay rastros de sangre.
La opinión de los “asesores” se contradice con la de los peritos que concluyeron que los disparos a los Perel fueron hechos a una distancia de entre cinco y cuarenta centímetros. Creen que los tiros fueron hechos apoyando el arma contra la nuca de las víctimas. Hasta anoche aún no había ninguna confirmación sobre el supuesto sedante con que el matrimonio habría sido adormecido antes de la muerte.
Dos fueron los peritos que el sábado se reunieron con Castro para ayudarla a re-analizar los elementos que están en la causa. Los policías vieron en la escena un crimen pasional, un homicidio seguido de un suicidio. Con el correr de las horas, y tras la opinión de los médicos de Pinamar que hicieron la autopsia, la causa se caratuló “doble homicidio”. Los peritos consultados por la fiscalía observaron las fotografías y los dibujos hechos el día del hallazgo. Detectaron así que eran varias las falencias. Entre ellas el olvido de gran parte de los elementos de la escena, como por ejemplo los platos y los cubiertos usados en la última cena, un asado preparado por el mismo Mariano Perel.
Las fuentes que criticaron los primeros pasos de la Bonaerense en la investigación subrayaron que “no se le dio importancia a detalles” como la posición del cuerpo del financista. Perel estaba, según dijeron, con el brazo izquierdo rodeando por el costado la cabeza –entre el brazo y el hombro estaba la pistola– y con el brazo derecho colgando de la cama, en dirección a un libro apoyado en el piso. Ello los lleva a pensar que “claramente” Perel había estado leyendo y que luego se durmió.
“Nadie que vea la posición de ese cuerpo puede pensar que se suicidó”, le dijo uno de los expertos a la agencia Télam. Pero fuentes de la investigación confiaron a Página/12 que “fue tan desastroso el trabajo hecho” que no se puede saber si el velador estaba prendido o un policía bonaerense lo encendió y eso no quedó registrado. El otro dato que los expertos señalaron es la ubicación de una almohada que estaba semicubriendo la cara de Rosa Perel, al lado de su marido. “No tiene una mancha de sangre, fue evidente que la armaron como al resto de la escena”, opinaron. Sin embargo, otros investigadores consideran que la almohada pudo haber sido puesta por Perel, tras asesinar a su mujer, tapándole el rostro para luego dispararse a sí mismo.

 

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