Por Ferrán
Sales *
Desde
la colonia de Qiryat Arba, en Cisjordania
Asentamientos, seguridad
y Sharon. En la entrada de la colonia judía de Qiryat Arba
ondea aún esta pancarta; son los últimos vestigios de la
batalla electoral israelí que dio la victoria a Ariel Sharon. El
triunfo del líder nacionalista del partido Likud como primer ministro
ha llenado de esperanzas al movimiento colono de Israel, que ha acogido
su victoria en los comicios como si se tratara de la llegada de un nuevo
mesías: Sharon nos defenderá.
Todos hemos votado por Sharon, asegura con orgullo Shlomo,
vecino del asentamiento de Qiryat Arba, a medio centenar de kilómetros
al sur de Jerusalén. Esta es una de las más importantes
y combativas colonias de Cisjordania, en sus últimos días
de resaca electoral. Shlomo contempla con aparente tranquilidad su futuro
y asegura con firmeza que nadie conseguirá moverlos de esta población,
construida hace 32 años, en la que viven aproximadamente 6200 ciudadanos
judíos. El colono parece olvidar que muchos consideran que lo hacen
sobre un territorio usurpado al pueblo palestino.
Durante los últimos cuatro meses, los vecinos del asentamiento
de Qiryat Arba, a las puertas de la ciudad palestina de Hebrón,
han vivido sumidos en el miedo y la incertidumbre, provocados por el acoso
de la Intifada palestina. Pero quizás más por las promesas
de los negociadores israelíes en el proceso de paz, que habían
empezado a hablar en voz alta sobre la posibilidad de desmantelar algunos
asentamientos, bloquear el crecimiento de otros e incluso trasladar ciertas
poblaciones para agruparlas en bloques compactos y seguros.
Sólo queremos vivir en paz, continúa Shlomo,
administrativo de profesión y padre de cinco hijos. En la víspera
de la fiesta del shabat, Shlomo se sumó a la manifestación
convocada por todos los colonos de la región para protestar por
los ataques de los palestinos, que en esta Intifada han matado a 14 de
los suyos sobre un total de 45 israelíes, la mayor
parte de ellos mientras conducían sus coches por las carreteras
de Cisjordania. Los últimos han sido el doctor Samuel Gilli, un
médico hematólogo, vecino del asentamiento cercano de Karmer
Tzur, que fue tiroteado en plena carretera cuando volvía a su casa,
después de una jornada de trabajo en el hospital cercano de Hadassa,
y un colono de 35 años (cuya identidad no fue facilitada), que
murió ayer al recibir un disparo en la cabeza cuando conducía
hacia el asentamiento de Gush Etzión, en Cisjordania. Los enfrentamientos
entre milicianos palestinos y el ejército israelí recrudecieron
después de esta muerte.
Sharon nos defenderá, asegura a modo de despedida Shlomo,
alzando la mano y señalando los carros de combate y blindados que
el ejército israelí ha desplazado en las últimas
semanas a las entradas de los 194 asentamientos de Israel, para proteger
de esta manera a los 170 mil colonos que habitan en ellos.
Durante la manifestación de la víspera del shabat, el ejército
israelí hizo algo más; colocó en Estado de sitio
a todas las poblaciones palestinas situadas al pie de la carretera 60
que lleva de Jerusalén a Hebrón y custodiará a los
manifestantes israelíes que bloquearán durante tres horas
la ruta con su protesta. El triunfo de Sharon los ha hecho aún
más invulnerables.
Ariel Sharon Arik para los íntimos se ha convertido
a lo largo de su vida política en un ferviente abanderado del movimiento
colono israelí. Su apoyo a la creación de los asentamientos
lo dejó patente en la década de los años 70,
cuando en su condición de ministro de Agricultura del líder
nacionalista Menahem Begin (1977 a 1981) impulsó la construcción
de numerosos enclaves en Cisjordania y Gaza, 64 en total. Estos pioneros
del judaísmo confían en él hasta el punto de que
están dispuestos a olvidarque en 1982, cuando era ministro de Defensa,
ordenó arrasar y destruir el asentamiento de Yamit, en el Sinaí,
sacrificado en aras del acuerdo entre Israel y Egipto.
Sharon tiene el alma de un colono. Así lo confiesa en su autobiografía
precoz, publicada en 1989 y titulada Guerrero, donde predica la defensa
a ultranza de la tierra: Cuando la tierra te pertenece físicamente,
cuando conoces cada colina, vado y huerto, cuando tu familia está
allí, entonces es cuando tienes el poder, no sólo física
sino también espiritualmente.
Hasta hoy, Sharon ha permanecido fiel a esta forma de pensar, aunque en
sus últimas declaraciones efectuadas a la prensa, durante la campaña
electoral, ha anunciado que no permitirá bajo su mandato la construcción
de nuevos enclaves, aunque sí la extensión de los ya existentes.
A caballo de este singular proceso de paz, el líder de la derecha
israelí se dispone a proteger a todos sus colonos.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.
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