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ACUERDAN UN PRINCIPIO DE GOBIERNO DE UNIDAD NACIONAL EN ISRAEL
Shalom (paz) ahora se dice Sharon

Bajo el impacto del atentado de anteayer, en que murieron ocho israelíes, Ehud Barak y Ariel Sharon sellaron un acuerdo para un gobierno de unidad nacional. Barak, premier saliente, retendrá la cartera de Defensa, y Shimon Peres iría a la Cancillería.

Ehud Barak, el premier saliente, y Ariel Sharon, el electo, pactan un acuerdo.

”La guerra regional está muy cerca”, advertía ayer el diario israelí Yediot Aharonot el día después de que un atentado palestino cerca de Tel Aviv matara a nueve personas. Y la clase política israelí ya termina de cerrar filas ante la perspectiva. Ayer el premier saliente Ehud Barak anunció que había acordado con su sucesor electo, Ariel Sharon, formar un gobierno de unidad nacional. Según los detalles que trascendieron ayer, Barak retendrá su cargo de ministro de Defensa, y otro laborista (posiblemente Shimon Peres) se hará cargo del ministerio de Relaciones Exteriores. El equilibrio entre los ministros del laborismo y el Likud de Sharon sería de 50-50. Reflejando el clima político en Israel, ayer se oyeron muy pocas protestas ante la unión. Los más derechistas se quejaron porque Barak permaneciera en su puesto, y los más izquierdistas porque acordara servir bajo alguien tan antagónico al proceso de paz como ha sido Sharon. Mientras tanto, la Autoridad Palestina pidió ayer el despliegue de una fuerza de paz multinacional en Cisjordania y Gaza.
El llamado a la comunidad internacional era una de las pocas cartas que le quedaba a un Yasser Arafat, que ya no puede contar con escisiones importantes entre los israelíes. Si bien el gobierno de unidad nacional se venía gestando desde que Sharon aplastó a Barak en las elecciones de la semana pasada, el atentado del martes aportó el ímpetu definitivo a las negociaciones. Esto resulta claro si se nota que lo pactado ayer es esencialmente un acuerdo de principio. El comunicado que difundió la oficina del premier aclaraba que “Barak y Sharon se pusieron de acuerdo para crear un gobierno de unidad (pero) la creación del gabinete dependerá de que se consensúe un programa de gobierno y zanjar las diferencias al respecto”. Es decir, los mismos temas que trataron las conversaciones entre el laborismo y el Likud durante la semana pasada. Lo único que se sabe con cierta seguridad es que Barak aceptó permanecer en el Ministerio de Defensa (donde se reunió ayer con Sharon) y que su Partido Laborista también tiene asegurada la Cancillería. Se habló de que un laborista también ocupara el puesto de Finanzas, pero eso no fue confirmado ayer. En todo caso, la coincidencia entre ambas posiciones resulta evidente a partir de que Sharon confiara la política exterior y las Fuerzas Armadas a un partido que antes acusaba de ser demasiado blando con los palestinos.
Es algo que causa muy pocos remordimientos de conciencia entre los laboristas. En realidad, las principales críticas no fueron en contra de entrar al gobierno sino simplemente que Barak haya aprovechado la situación para retener protagonismo aún luego de perder por más de 20 puntos frente a Sharon. Haim Ramon, quien se decía era uno de los posibles sucesores de Barak, disparó ayer que “Barak no recibió ningún mandato para decidir algo así: durante el año y medio de su gobierno solución con los mismos métodos los problemas en el partido y ya vimos los resultados”. Otro laborista, Salah Tarif, manifestó que “he perdido confianza en la formación política que tiene a un líder que se niega a irse a casa tras sufrir una derrota colosal”. Desde la derecha, una de las pocas críticas al pacto vino desde Nahum Layental del Partido Nacional Religioso, quien instó a Sharon que “no deje Defensa en manos de alguien que nos legó esta situación de seguridad”. A estas alturas ya situado en otro extremo, el partido de izquierda Meretz criticó que “Barak acabó con la poca credibilidad que le quedaba al pasar su apoyo de shalom (paz) a Sharon”.
Curiosamente, la reacción palestina ante la noticia fue prácticamente nula. Yasser Arafat, quien el miércoles describió el atentado de Tel Aviv como “un accidente de tránsito”, ayer eligió denunciar ante el encargado de la ONU para Medio Oriente, Miguel Angel Moratinos, que Israel utilizaba “uranio empobrecido y gas nervioso” para la represión en Cisjordania y Gaza. La televisión palestina difundió imágenes de pacientes que, según dijo, sufrían los síntomas del gas, el cual, aclaró un ministro de Arafat, al menos no era gas sarín. La Intifada, mientras tanto, no fue ayer mucho más violenta que lo que ha sido normal en los últimos meses. Un policía palestino fue muerto cuando intentaba infiltrarse en una colonia judía,dos bombas estallaron cerca de un autobús israelí en Hebrón, y se dispararon morteros contra el asentamiento de Netzarim.

 

Claves

Ayer el premier saliente Ehud Barak acordó con Ariel Sharon formar un gobierno de unidad nacional. El laborista retendría su actual puesto de ministro de Defensa, y un correligionario (quizá Shimon Peres) se haría cargo de la cancillería.
Se oyeron muy pocas críticas en Israel ante la unión. Dentro del laborismo, los únicos ataques surgieron desde disputas internas por desplazar a Barak de la jefatura del partido. La compactación política era inevitable luego del atentado del martes en Tel Aviv, que mató a ocho israelíes.
Yasser Arafat no opinó ayer sobre el acuerdo y se limitó a denunciar que Israel utilizaba “uranio empobrecido y gas nervioso” contra los palestinos.

 

OPINION
Por Claudio Uriarte

El nuevo centrismo israelí

¿Podrá mantenerse el centro? Esa es la pregunta clave del principio de acuerdo de ayer entre Ariel Sharon y Ehud Barak para constituir un gobierno de unidad nacional, y la mayoría de los signos lleva a pensar afirmativamente. Si el Partido Laborista y el “campo de la paz” tenían alguna duda del estado de emergencia nacional, seguramente voló por los aires (y en más de un sentido) cuando un motorista palestino embistió anteayer contra un grupo de israelíes, matando a ocho e hiriendo gravemente a 19. Eso, y la persistente negativa del líder palestino Yasser Arafat a condenar el atentado, precipitaron la constitución de un nuevo centro político que ya estaba en las cartas desde la arrasadora victoria de Sharon contra Barak por 25 puntos en las elecciones del martes 6.
Desde luego, esta reconstitución del centro implicará sacrificios de ambos lados: el Partido Laborista puede verse privado de sus sectores más pacifistas, mientras, para el sector más derechista de los simpatizantes de Sharon, la realidad de un acuerdo con el hombre que estuvo dispuesto a entregar a los palestinos 95 por ciento de Cisjordania, 100 por ciento de la Franja de Gaza y la mitad de Jerusalén debe resultar indigerible. Pero la decisión de Sharon y Barak en favor del nuevo centro consiste precisamente en ese sinceramiento: que los ultrapacifistas fracasaron ante la virulencia de la Intifada palestina, mientras la extrema derecha de los partidos religiosos y de los colonos vetaría cualquier avance que pueda realizar el futuro gobierno en dirección a un compromiso con los palestinos.
Porque ésta no es la etapa de un compromiso semejante, pero las coincidencias entre Sharon y Barak son suficientes para garantizar algunas avenidas de progreso. Una de ellas es un consenso que ya existe en el centro de la política israelí: que cualquier arreglo con los palestinos requiere del mayor grado posible de separación física entre ambos pueblos. La razón –evidente– es que los odios están muy encendidos y la fricción entre palestinos israelíes sólo puede multiplicar las chispas del incendio, pero la conclusión operativa –no tan evidente– es que un Estado Palestino es inevitable, por más que sus fronteras iniciales deban estar fijas y vigiladas por los muros que ya se están construyendo en Cisjordania. De esa conclusión se deriva otra: Sharon no levantará nuevas colonias israelíes –porque multiplicarían esos puntos de fricción que se busca eliminar–, aunque reforzará las actualmente existentes.
Este dista de ser el programa máximo para la paz, pero no hay que olvidarse de que este último falló en ganar la aceptación palestina durante los últimos meses del gobierno de Barak. Lo que se viene es un gobierno con la prioridad de restablecer la calma y éste es el centro del acuerdo centrista de ayer.

 

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