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RECOMIENDAN A POU BAJARLE EL TONO A LA PELEA CON GUTIERREZ
El BC y el Bapro buscan la tregua

El titular del Provincia había pedido la renuncia del presidente del Central. Este respondió cuestionando la actividad del Bapro. Ahora consideran que alimentar la disputa podría afectar a ambos.

Ricardo Gutiérrez, presidente del Banco de la Provincia de Buenos Aires y del grupo Bapro.

Por Claudio Zlotnik

Después de que el Gobierno le bajó el tono a la embestida contra Pedro Pou, al titular del Banco Central todavía le queda abierto un frente de conflicto. La pelea que ahora buscará acallar es la que mantiene con el Banco de la Provincia de Buenos Aires (Bapro), cuyo presidente, Ricardo Gutiérrez, fue uno de los que reclamó la cabeza del banquero en medio de la tormenta de críticas. Ayer, Gutiérrez insistió en que las obligaciones que el Central le está imponiendo al Provincia “están dañando a la institución (porque) crea incertidumbre, y realmente no entendemos la causa”. No obstante, según pudo establecer Página/12, ya se iniciaron los contactos entre el Central y el Bapro con el fin de arribar a un acuerdo.
La mecha del conflicto se encendió cuando, esta semana, Pou le comunicó oficialmente a Gutiérrez que disponía de 30 días (ya pasaron diez) para que el Bapro ajustara los números de su balance para ponerse en regla. Entre otras razones, y en base a una resolución de la Superintendencia de Entidades Financieras, Pou objetó la deuda de 2600 millones de dólares que la provincia mantiene con el banco y el hecho de que de su órbita dependieran distintas empresas no ligadas al sector financiero, “por encima del máximo admitido”. En el Provincia entendieron que la ofensiva de Pou se trataba de una “vendetta política”, tal cual definió el propio Gutiérrez. Este insistió, además, en la necesidad de bajar el nivel de inmovilización de fondos que hacen los bancos para abaratar el costo del dinero. “Con este nivel de tasas de interés, veo muy dificultoso el crecimiento de la economía”, diagnosticó Gutiérrez.
Pero no bien el Gobierno dio marcha atrás en su ofensiva contra Pou, en el Bapro entendieron que había llegado el momento de arrimar posiciones con el Central “porque, de otra manera, nos vamos a perjudicar todos”, comentó un directivo del Provincia a este diario. Ayer al mediodía hubo una reunión de directores de la entidad financiera y allí se acordaron dos cosas: uno, bajarle el tono a la pelea con Pou. Y, segundo, designar a una avanzada de técnicos de la institución para que empiecen a negociar un acuerdo con el Central. “Hicimos un rastreo por todas las sucursales y, por suerte, esta crisis no se notó en la calle. No hubo caída en los depósitos y se operó con normalidad”, señaló la fuente.
En el Provincia acusan a Pou de formular “chicanas normativas”, obligándolo a cumplir con reglas muy estrictas de integración de capitales mínimos, por ejemplo, entre otros puntos. Una de las demandas es que se debería integrar como capital unos 300 millones de dólares por la deuda que la provincia mantiene con la entidad. Pero en el Bapro se defienden alegando que ese pasivo está plenamente garantizado con cupones de bonos del Tesoro estadounidense “que tienen riesgo nulo” y que, por lo tanto, no debería previsionarse. “Es paradójico. La deuda de la provincia fue tomada cuando se construyó la Central Piedrabuena. ¿Sabe quién era ministro de Economía provincial cuando se aprobó ese proyecto? Pedro Pou, en plena dictadura”, señaló a Página/12, indignado, un ejecutivo del Provincia.
En la entidad financiera tienen la certeza de que la ofensiva de Pou excede la coyuntura. Dicen que el banquero menemista quiere empujar al banco hacia la privatización y que, para lograr ese objetivo, se escuda en la necesidad de contar con un sistema financiero hipereficiente. “Sabe que un banco público atiende necesidades que los privados desoyen y que sería imposible cumplir con las mismas reglas que aquéllos”, apuntó la fuente. Justamente, a diferencia de la banca privada, el Provincia está adherido al Pacto de San José de Flores, por el cual opera con una mayor flexibilidad que el resto. Y en los últimos años fue encuadrándose en las normas del Central. Esta es la disputa histórica –lleva más de una década– entre el Banco Central y la entidad bonaerense.

 


 

TILDAN DE “POLITICOS” A LOS PEDIDOS DE RENUNCIA
El establishment se alineó con Pou

Frente a la dificultad de encontrar otras respuestas, los voceros más conspicuos del poder económico optaron en definir como “políticos” a los cuestionamientos por la falta de control del BCRA sobre operaciones sospechosas de lavado de dinero. Sin embargo, si de alineamientos políticos se trata, cada vez son más evidentes, y similares, las defensas esgrimidas por los distintos sectores del establishment, gobierno incluido.
En línea con el discurso de los banqueros, el ministro de Economía, José Luis Machinea, optó por separar “a las personas de las instituciones”. “La confianza se gana respetando las instituciones, manteniendo las reglas de juego, gradualmente, día a día, mes a mes, año a año. Pero se puede perder de un día para otro”, advirtió.
Esta bandera “institucionalista” le permitió a Machinea defender la continuidad de Pou sin respaldarlo de modo directo. “El Gobierno no puede cambiar las instituciones porque no le gusta una persona, o porque hay una serie de trascendidos o denuncias, pero que falta en todo caso probar”, afirmó. Los mismos argumentos sirvieron también para respaldar una línea económica: “Que alguien quiera sacar al presidente del Banco Central porque los encajes en vez de 20 tendrían que ser 15 me parece un despropósito”, remarcó en referencia indirecta a Ricardo Gutiérrez, titular del Bapro.
Una vez más, el fantasma del riesgo país sobrevoló las declaraciones. El titular del Palacio de Hacienda aceptó haber recibió “inquietudes” del exterior, donde “nadie entiende muy bien por qué podemos pensar en remover al presidente del Banco Central si no se da ninguna de las causales que claramente indica la ley. Esto genera incertidumbre”, completó.
Cabe recordar que, incluso si se deja de lado la cuestión del lavado, sobre Pedro Pou existe semiplena prueba –en el procesamiento que comparte con su ex jefe Roque Benjamín Fernández– de defraudación en perjuicio del Estado en la causa del liquidado Banco Basel.
Al economista Adolfo Sturtzenegger le tocó reemplazar el silencio del conductor de su partido, Domingo Cavallo. La defensa irrestricta de Pou vino también por el lado institucional. “En mi opinión, no hay ni la más mínima razón para pedir la remoción del presidente del Banco Central”, afirmó. El economista de Acción por la República se mostró contento con la reacción del Gobierno. “La cordura parece que está predominando. Me gustaron muchísimo las declaraciones del Presidente y espero que sepamos conservar las instituciones”, agregó. Sturtzenegger, al igual que el ministro de Economía, también advirtió sobre la posibilidad de afectar el quisquilloso humor de los inversores. “Cuando se toma este sesgo politiquero y se atenta contra instituciones fundamentales de la economía, aparece la preocupación de los hombres de empresa, de los hombres de la banca y así se manifestó en los mercados a través de un incremento, nuevamente, aunque moderado todavía, del riesgo país”, concluyó.

 


 

Mal inicio de la industria

La producción industrial de enero retrocedió un 4,2 por ciento con respecto al mismo mes del año anterior, caída que llega al 6,4 por ciento si se la confronta con la de diciembre último.
Según los datos del Estimador Mensual Industrial (EMI), difundido ayer por el Palacio de Hacienda, el sector que registró un mayor descenso fue el automotor, con una drástica caída del 37 por ciento al medir enero del 2001 contra enero del 2000. Otra fue la suerte de los metales básicos y químicos, cuyas producciones aumentaron un 7,9 y un 5,5 por ciento, respectivamente. Como en otras ocasiones, el secretario de Programación Económica, Miguel Bein, se esmeró por minimizar el impacto negativo de los números oficiales, y pronosticó que en febrero la situación será mejor. “Si no se computase la caída en autos, el índice sería 2,2 por ciento positivo”, precisó el funcionario. Según subrayó Bein, la caída del 2,4 por ciento en los despachos de cemento al mercado interno “fue mucho menor” que la que acusó el EMI en otros meses. Las empresas –de acuerdo con una encuesta de expectativas que incluye el Estimador– parecen menos optimistas: el 58 por ciento no cree que la demanda suba en el curso del año.

 

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