Por Julian Borger
y Richard Norton-Taylor *
Desde
Washington y Londres
Aviones norteamericanos y británicos
bombardearon anoche las afueras de Bagdad, en lo que el Pentágono
describió como una medida defensiva para proteger sus
patrullas aéreas sobre las zonas de exclusión
en el norte y el sur de Irak contra la amenaza de sistemas antiaéreos
cada vez más eficaces. Los ataques, los primeros desde la operación
Zorro del Desierto en diciembre de 1998, habían sido
autorizados el jueves por el presidente norteamericano George W. Bush,
informó su portavoz Ari Fleischer, en lo que parecía ser
una advertencia a Saddam Hussein de que la nueva administración
no estaba dispuesta a ceder en la política de contener
a Irak. Bush proclamó que vamos a asegurarnos de que Saddam
no construirá armas de destrucción masiva, pero aseguró
que se trató de una misión de rutina, no es la primera
vez que ocurre.
Durante la conferencia de prensa oficial del Pentágono, el teniente
coronel Gregory Newbold, jefe de operaciones del Estado Mayor Conjunto,
detalló que 24 aviones con bases en países del Golfo Pérsico
habían participado de los ataques, cuyo objetivo eran cinco centros
de mando y comunicación de las defensas antiaéreas
iraquíes. Las armas usadas eran misiles de precisión que
se dispararon a larga distancia, mientras los aviones todavía estaban
dentro de la zona de exclusión en el sur iraquí.
El Pentágono se rehusó a identificar precisamente qué
modelo de misiles fueron lanzados, por temor a que Irak pueda entonces
estimar cuál es su eficacia. El Ministerio de Defensa en Londres
confirmó que ocho aviones británicos (cuatro cazabombarderos
Tornado, dos interceptores y dos aviones de reconocimiento) habían
integrado el ataque volando desde bases en Kuwait. Según el ministerio,
durante el mes de enero los aviones norteamericanos y británicos
han sido atacados más veces que en todo el año 2000. El
teniente general Newbold enfatizó que las defensas aéreas
iraquíes han estado incrementando tanto la frecuencia como la sofisticación
de sus operaciones, y por lo tanto representan una mayor amenaza para
nuestros aviones y sus pilotos. Por otra parte, aseguró que
la operación de ayer fue esencialmente rutinaria.
Los ciudadanos de Bagdad oyeron explosiones alrededor de las 22.30 hora
local. Poco antes había comenzado el clamor de las sirenas de alarma
aérea, la primera vez que sonaban desde hace dos años. La
televisión interrumpió su programación normal para
pasar canciones patrióticas. Según el general Newbold, los
objetivos eran instalaciones de radar y mando que estaban a entre 9 y
30 kilómetros del centro de Bagdad. Es inusual que las patrullas
ataquen objetivos que no estén en las zonas de exclusión
de norte y sur, creadas por las Naciones Unidas en 1990 pero ahora sólo
patrulladas por Estados Unidos y Gran Bretaña. El Pentágono
aseguró que los aviones se mantuvieron dentro de la zona sur. Analistas
estimaron que los ataques buscaban demostrar una nueva dureza
hacia Irak desde la Casa Blanca de Bush. En efecto, Lawrence Eagleburger,
que supo ser secretario de Estado bajo el padre del actual presidente,
declaró que estoy contento de que la administración
haya dejado bien en claro con esta acción que no tolerará
el tipo de provocaciones que Clinton recibió de Saddam.
Se sabe relativamente poco de los efectos del ataque. Un canal de televisión
con sede en Qatar informó que se escucharon seis fuertes explosiones
desde Bagdad, seguidas por el ruido de fuego antiaéreo. Al menos
tres niños se encontraban entre las víctimas, informó
la televisión iraquí. Se difundieron filmaciones desde un
hospital en que se veían a los tres niños junto con una
mujer y un hombre, todos ensangrentados. Bagdad está bajo
las bombas norteamericanas. Esta agresión no es nueva: los aviones
enemigos norteamericanos bombardean ciudades iraquíes a diario,
anunció el canal estatal. La televisión pasó entonces
música militar e imágenes de comandos entrenando y marchando.
Más tarde se mostraron filmaciones de civiles heridos que serían
víctimas de los ataques aéreos. El total provisorio de los
heridos sería de ocho. Los bombardeos ocurren mientras en Occidente
se diluye el consenso a favor de las sanciones económicas contra
Irak, originalmente impuestas cuando Saddam Hussein invadió Kuwait
en 1990, y mantenidas después para forzar al líder iraquí
a abandonar sus esfuerzos de desarrollar armas de destrucción masiva.
Esta guerra de nervios con los iraquíes podría convertirse
en la primera gran prueba de la capacidad de George W. Bush en política
exterior.
Portavoces de la Casa Blanca dijeron que Bush había aprobado el
ataque aéreo luego de que el Pentágono presentara evidencia
de que las defensas aéreas iraquíes estaban aumentando sus
ataques contra aviones norteamericanos y británicos, situando radares
más potentes en el área de Bagdad. El origen de la
recomendación (para atacar) era de nivel táctico, que es
como debe ser, subrayó Newbold. La zona sur de exclusión
aérea fue creada en 1992 como parte de lo que Washington afirma
es una operación humanitaria para proteger a la minoría
chiita en Irak, hostil al régimen de Saddam. El anterior año
se había impuesto la zona norte para proteger a los kurdos.
* De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
Claves
Ayer una fuerza británico-norteamericana
de 24 aviones bombardeó objetivos en Bagdad, la primera vez
que la capital iraquí es atacada desde 1998.
Según la versión
oficial, el objetivo eran cinco estaciones de radar y de mando modernizados
que coordinan la defensa aérea iraquí. Este sistema
presentaría un grave peligro para los aviones que patrullan
las zonas de exclusión aérea en el norte
y sur iraquíes. La Casa Blanca aseveró que la operación
era rutinaria y el Pentágono informó que
no habría ataques similares en el corto plazo, pero dijo
que la crisis es cíclica.
La TV iraquí denunció
al menos ocho heridos por el ataque y mostró imágenes
de niños y mujeres ensangrentados en un hospital.
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MIENTRAS
SHARON NEGOCIA UN GOBIERNO AMPLIO
Se calienta el frente libanés
Por Ferrán
Sales
Desde
Jerusalén
Mientras en Israel se negociaba
la conformación de un gobierno de unidad nacional para la semana
próxima, un soldado israelí resultó muerto y otros
dos heridos ayer como consecuencia de un ataque de la guerrilla fundamentalista
libanesa en las Granjas de Chebaa en la zona del sur de Líbano,
que Israel mantiene en su poder desde 1967, a pesar del repliegue general
efectuado por estas tropas en la zona en mayo pasado. La guerrilla libanesa
llevó a cabo el ataque con obuses y fuego de mortero sobre un destacamento
del ejército israelí, cuando se encontraba patrullando por
el enclave. Los fundamentalistas dispararon asimismo diversos proyectiles
sobre el límite municipal de Metula, cerca de la frontera internacional
con Líbano, obligando a los vecinos a abandonar sus casas y buscar
protección en los refugios.
El ejército de Israel respondió de manera enérgica
la incursión de los islamistas bombardeando con obuses de artillería
los alrededores de cuatro poblaciones libanesas fronterizas. Aviones y
helicópteros de combate efectuaron asimismo durante la mañana
del viernes vuelos rasantes sobre la zona, provocando el pánico
de la población civil.El ataque del Hezbolá se produjo tres
días después de que helicópteros de combate israelí
mataran en Gaza, con cuatro misiles, a un comandante de la Fuerza 17,
la guardia pretoriana de Yasser Arafat, con la excusa de que era un militante
o un enlace de la milicia fundamentalista en esta zona palestina, donde
según el mando militar israelí está colaborando con
la Intifada. Esta es la primera acción bélica de Hezbolá
en la región, desde que el pasado 6 de febrero ganara los comicios
el líder del Likud, Ariel Sharon, quien ha manifestado su negativa
a devolver los Altos del Golán a Siria.
Mientras tanto, el primer ministro Ehud Barak pidió el viernes
a los militantes laboristas que apoyaran su pacto de gobierno con Ariel
Sharon, en un llamamiento que difícilmente podrá evitar
la escisión de la izquierda israelí. Sharon, ajeno a esta
batalla, se dispone en los próximos días a ultimar las negociaciones
con los partidos religiosos ultraconservadores y nacionalistas radicales,
para que participen también en el futuro ejecutivo, consolidando
de esta manera una de las alianzas más amplias de la historia de
Israel, en la que podrían concentrarse más de 80 diputados,
de una cámara con 120 escaños.
OPINION
Por Claudio Uriarte
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Qué busca George
W.
El bombardeo norteamericano-británico de ayer contra Bagdad
no señala estrictamente un cambio de política, pero
sí de práctica dentro del estado de escaramuzas intermitentes
que rige entre Estados Unidos e Irak desde el triunfo del primero
en la Guerra del Golfo en 1991: la última operación
de este tipo ocurrió en 1998, bajo la administración
del demócrata Bill Clinton, y las dos se encuadran en la
represión a los intentos de Saddam Hussein de violar las
dos zonas de exclusión aérea impuestas unilateralmente
por Estados Unidos y Gran Bretaña al sur del paralelo 33
y al norte del 38. El cambio es que desde aquel bombardeo los transatlánticos
primos anglosajones habían abandonado la práctica
de hacer respetar esas zonas de exclusión y ayer George W.
Bush, como para subrayar que hay un nuevo sheriff en la aldea global,
decidió retomarla.
Sin embargo, los cambios en esa misma aldea global desde el bombardeo
de 1988 y los cinco que le precedieron en los años
de Clinton son suficientes para que la misma política
resulte otra. El primer cambio es en la aldea regional: la Intifada
palestina tiró por la borda las negociaciones de paz con
Israel, a consecuencia de lo cual un nuevo gobierno de unidad nacional
de línea dura, encabezado por el nacionalista Ariel Sharon,
se prepara para asumir el mando en el Estado hebreo. El segundo
cambio es de naturaleza estratégica: el impulso de la nueva
administración Bush a su programa de defensa antimisiles
(NMD) ha polarizado en su contra a Rusia y a China, la primera de
las cuales respondió ayer testeando su tríada nuclear
en aire, mar y tierra. También como consecuencia, el Kremlin
está activo en el fomento de las relaciones con los llamados
Estados paria de los que Washington dice querer defenderse
con su escudo antimisil, y entre los cuales se encuentra precisamente
Irak, acusado de desarrollar armas de destrucción masiva.
Con esto se cierra el círculo: Irak, derrotado por la administración
del padre del actual presidente en la guerra de 1991, pero que en
los 10 años pasados desde entonces ha venido reconstituyéndose,
militar, política y económicamente mientras la coalición
en su contra se debilitaba (con la notoria defección de Rusia
y Francia), y que se ha venido convirtiendo en un estandarte de
los palestinos más radicalizados. En este contexto, el bombardeo
de Bush Jr. es mucho más que un mero replay de la administración
Bush I: es un bombazo de advertencia y aserción de poder
unipolar. Y el resultado es una escalada de la tensión mundial.
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