Por Cledis Candelaresi
Javier González Fraga,
promotor de la desregulación del mercado financiero, hoy advierte
sobre uno de los puntos débiles de esa liberalización que
él mismo impulsó a principios de la década pasada.
En Argentina faltan controles específicos para evitar
el lavado de dinero, delito que, según recomienda quien presidiera
el Banco Central en el primer tramo de la gestión menemista, debe
diferenciarse totalmente del reingreso al país de fondos obtenidos
mediante la corrupción. A juicio del economista, el control oficial
de las operaciones espurias tendría otro límite casi infranqueable:
el Banco Central depende de la información que le provean los bancos
y poco puede hacer para quebrar su eventual resistencia a proveerla. Una
ley específica tampoco serviría de mucho.
Dueño de la firma láctea La Salamandra, González
Fraga reside gran parte de la semana en el campo bonaerense próximo
a Torres, donde tiene sede su fábrica de quesos y dulce de leche.
En diálogo telefónico con Página/12, formuló
desde allí la dramática advertencia de que si no mejora
la fiscalización de las operaciones bancarias o no se frena el
tránsito de estupefacientes, Argentina bien podría transformarse
en Colombia.
¿La desregulación del mercado financiero propicia
las maniobras de lavado, como sugirió en declaraciones públicas
estos días?
Yo fui parte de la desregulación del mercado financiero cuando
presidí el Banco Central y propicié la eliminación
del control de cambios y la apertura de cuentas en dólares. Esas
fueron buenas medidas que sigo defendiendo. Pero estas decisiones, que
sirvieron para atraer capitales y para que la gente tenga confianza en
el sistema financiero, también tuvieron su costo. Lo que antes
se hacía en las casas de cambios, empezó a hacerse también
en cualquier banco.
Me gustaría que me precise de qué modo esa desregulación
propicia la circulación y lavado de dinero negro.
Digamos que la facilita. Porque antes había más registros.
Cualquier operación de transferencia legal al exterior tenía
que llevar 25 formularios. Ahora los bancos y casas de cambio pueden ingresar
y sacar dinero con mucha facilidad. Esto no es malo. Lo que sucede es
que hay que poner los controles donde corresponde, que es en la transformación
de billetes en cuenta corriente. En Estados Unidos la desregulación
es mayor que acá. Pero hay más control en los grandes movimientos
de cuentas y, fundamentalmente en la transformación de billetes
de baja denominación en depósitos. Si un señor va
con 500 dólares en billetes de a 20 a una ventanilla, llaman a
la policía para que explique por qué los tiene. Acá
no. En Estados Unidos eso está tipificado como delito. El problema
de la droga en Norteamérica es muy grande, entre otras razones,
porque hay un alto nivel de consumo. Pero la legislación al menos
intenta cercar a los narcotraficantes, aislarlos, dificultándoles
usar la plata.
¿El problema argentino es que se suprimieron controles necesarios
o que nunca hubo controles donde debería haberlos?
Acá recién se están instrumentando controles.
Pero muy tímidamente.
¿Eso es por impericia o porque no existe voluntad política
de controlar?
Es un problema cultural. No tomamos conciencia de que Argentina
se transformó en un país mayorista en materia de droga y
por eso tenemos operaciones de lavado de dinero.
¿En qué funda esa afirmación? ¿Tiene
datos sobre esas operaciones?
Lo fundo en lo que dicen los que saben del tema y en las informaciones
que aparecen publicadas. La droga que cae cada tanto en operativos, de
a 50 kilos, 70 kilos, no es droga que consumamos los argentinos. Viene
de Colombia, de Ecuador, de Bolivia y de acá sale a Europa. Como
este servicio de transporte se paga con droga, después hay que
realizarla, venderla acá, y eso explica por qué la droga
es tan barata en Argentina. El problema es que, si no hacemos algo, somos
Colombia.
¿Y qué se podría hacer? Atacar el lavado
de dinero, con más control sobre las cuentas corrientes; vigilar
los aeropuertos clandestinos, que hay en todo el interior, y evitar que
tengan protección política los lavadores. Pero, insisto,
no hay que confundir esto con la corrupción política, porque
si no, no vamos a combatir ninguna de las dos cosas bien.
¿Confundir significaría identificar la red que ingresa
al país dinero del narcotráfico con la que saca fondos negros
originados en la corrupción política?
Si (José Luis) Manzano trajo 400 millones de dólares
para comprar cable, no tiene por qué ser acusado de lavar dinero.
Porque, posiblemente, el origen de esos fondos no sea la droga. Simplemente,
él tenía ese depósito en el exterior y luego ingresó
el dinero al país. Eso no es lavado. Lavado es la transformación
de billetes de baja denominación en una cuenta corriente de un
banco, donde hay un cajero que acepta como depósito una valija
llena.
Con ese criterio, la compra de propiedades en Mar del Plata que
hizo el Cartel de Juárez no encuadraría en la figura de
lavado...
Para que sea lavado debe haber aparecido el efectivo en algún
momento. De lo contrario, es sólo la inversión de un grupo,
que puede o no ser corrupto. Cuando el dinero ya viene en un cable (comunicaciones
que se cursan los bancos entre sí), ya está dentro del circuito.
Después habrá que ver el origen. Pero aclaro que yo no soy
especialista en el tema y mi visión seguramente es discutible.
¿Le parece que el origen del dinero negro modifica la gravedad
del delito?
Lo que sucede es que muchas veces se hacen declaraciones interesadas
y se habla de lavado de dinero cuando, en realidad, se está hablando
de fondos provenientes de la corrupción. Una cosa es blanquear
dinero que proviene de la venta de la droga y otra reingresar al país
fondos obtenidos a través de la corrupción política.
Lo que yo digo es que son cuestiones distintas. Aunque ambos puedan configurar
delitos gravísimos.
¿Cree que el sistema argentino también facilita la
inversión de dinero obtenido a través de la corrupción?
Digamos que es bastante sencillo hacer eso en el país. Aunque,
en realidad, hoy en día esto no es complicado casi en ningún
lugar, ya que con un modem y un teléfono público se puede
mover la plata por todo el planeta. Con la tecnología actual, el
dinero no tiene fronteras, así que esto no debe sorprender.
¿Pero no hay mecanismos para controlar esos movimientos?
Para controlar todo tipo de giro, no. Seguramente nos impresionaría
conocer los miles de millones que dan la vuelta al mundo todos los días,
montos que superan varias veces el producto bruto mundial.
¿Sirve una ley contra el lavado de dinero, que tipifica el
delito y crea esta Unidad de Información Financiera?
Es positiva. Pero no creo que sirva. De lo contrario, habría
desaparecido el lavado de dinero en EE.UU., que está lleno de leyes.
Una ley permite que los banqueros tengan más conciencia acerca
de un problema del que hace diez años no se hablaba.
Con los mecanismos de contralor disponibles, ¿puede ser que
al Central se le escapen grandes movimientos entre cuentas?
Al Central no se le escapan esas cosas. Se les escapa a los bancos
informarle acera de las operaciones. El Central no conoce todos los movimientos.
No es una escucha telefónica del sistema financiero. Sabe lo que
le informan los bancos. Si hay bancos que no le quieren informar no le
informan. Por eso a veces hay sanciones cuando les retacean información.
¿El Banco Central no tiene mecanismos coercitivos para presionar
a un banco con el fin de que le dé datos que considera importantes?
Sí, hay. Pero siempre está condicionado a convencer
a los bancos para que le den los datos. En realidad, el sistema no puede
ser más eficiente. Por eso es tan importante que los bancos colaboren.
¿Qué significa investigar hasta las últimas
consecuencias, tal como usted recomendó públicamente
el lunes en declaraciones radiales?
Que no hay que tenerles miedo a los señores o bancos poderosos.
No creo, como dijo recientemente un banquero anónimo, a través
de una columna en un diario, que hay que tener cuidado con las investigaciones
a fondo porque pueden resultar peligrosas. Creo que no hay que tener miedo
de investigar.
Desde
el Frepaso insisten con la renuncia de Pou
La decisión de mantener al titular del Banco Central recibió
el apoyo de Menem y críticas de Duhalde. Desde el Frepaso, José
Vitar, un hombre cercano a Chacho Alvarez, y Héctor Polino volvieron
a pedir su renuncia.
Pedro
Pou, polémico
presidente del Banco Central.
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La decisión del Gobierno
de mantener en su puesto a Pedro Pou sigue generando polémica en
el arco político. El ex gobernador bonaerense Eduardo Duhalde volvió
ayer a criticar al presidente del Banco Central y al ex presidente Carlos
Menem por haberlo defendido. El diputado frepasista José Vitar
volvió a pedir su renuncia y argumentó que los argentinos
no podemos aceptar que las instituciones y la propia democracia queden
presas de una verdadera dictadura de los mercados. Por su parte,
el radical Jesús Rodríguez aseguró que no apoya a
Pedro Pou como titular del Central, pero dijo que respalda la autonomía
e independencia del banco. Y el diputado socialista Héctor
Polino reclamó al Congreso que aconseje la destitución
de Pou por mal desempeño en sus cargos.
El ex gobernador bonaerense Eduardo Duhalde cuestionó ayer al ex
presidente Carlos Menem por haber hecho una defensa cerrada
de Pedro Pou ante las investigaciones por presunto lavado de dinero y
volvió a cuestionar al titular del Banco Central por beneficiar
a la banca extranjera.
El diputado nacional del Frepaso por Tucumán José Vitar
solicitó la renuncia del presidente del Banco Central, Pedro Pou,
y aseguró que los argentinos no podemos aceptar que las instituciones
y la propia democracia queden presas de una verdadera dictadura de los
mercados. Luego, Vitar, uno de los hombres más cercanos al
ex vicepresidente Carlos Chacho Alvarez, afirmó que
la renuncia de Pou está basada en la necesidad de dar respuesta
al reclamo de erradicación de la corrupción, que la Alianza
ofreció en su plataforma electoral de 1999, y debe ser acompañada
de una profunda investigación que impida que una vez más
se consagre la impunidad en el país. Además Vitar
recordó que el lavado de dinero en la Argentina es un tema que
no sólo preocupa a los argentinos. Quienes tanto se preocupan
por la imagen internacional de la Argentina y la evolución de los
índices del riesgo país parecen ignorar que este escándalo
ha rebasado largamente las fronteras nacionales, interesando al propio
Senado norteamericano.
El legislador se quejó además de que en momentos en
que el país está conmocionado por la denuncia de que en
el sistema financiero se lava dinero proveniente de repugnantes operaciones
ilegales, se pretenden frenar las iniciativas reparadoras del Estado que
vivimos con el extorsivo argumento del humor de los mercados.
El diputado radical Jesús Rodríguez expuso una postura intermedia.
Dijo que no defiende a Pou, pero sí la independencia del Banco
Central porque las instituciones son más importantes que
los hombres. Explicó que el banco tiene autonomía
otorgada por ley y respecto de Pou sostuvo que él no va a
juzgar su conducta porque para eso está la Justicia.
Con respecto a la investigación de lavado de dinero, el legislador
aseguró que para que ésta llegue a buen puerto ha
sido propiciada y constituida una comisión de control y seguimiento
de las investigaciones que se llevan adelante y, en este sentido, el presidente
Fernando de la Rúa dijo que hay que investigar hasta donde corresponda
cualquier involucramiento.
OPINION
Por Claudio Lozano *
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Un periplo aleccionador
Primero fue necesario que el Senado norteamericano pusiera en
tela de juicio el funcionamiento del sistema financiero argentino
para que los evidentes compromisos del directorio del Banco Central
con la validación de operaciones non sanctas
adquirieran entidad. No basta que a nivel local existieran denuncias
concretas que indicaban una clara connivencia de la autoridad monetaria
con el Banco República (consentimiento de la autoliquidación,
condonación de multas, etc.) para que el Gobierno argentino
se hiciera cargo del tema. Luego, el establishment financiero
local respaldó a Pedro Pou en nombre de la convertibilidad
y la reactivación de la economía. Por último,
el Gobierno decide frenar hasta que haya pruebas cualquier
ofensiva sobre el presidente del Banco Central al tiempo que coloca
en la UNIDAD de CONTROL ANTILAVADO al segundo de Pou (Martín
Lagos). Esto demuestra:
a) Que para el Gobierno la vara con que se mide la entidad de los
problemas está dada por lo que establezca el sistema político
norteamericano. Razón que justificaría la preocupación
que Fidel Castro exhibiera al emitir el calificativo de lamebotas
y que muchos argentinos ya tenemos al saber que a comienzos de abril
se realiza en nuestro país la reunión de ministros
de Economía de todos los países de América
con la intención de discutir y acelerar la constitución
del ALCA.
b) Que el falaz discurso sobre la corrupción presentado por
los organismos internacionales y sus voceros locales, donde ésta
aparecía asociada a un fenómeno de carácter
exclusivamente político-institucional se muestra hoy indisolublemente
asociado a los actores principales y privilegiados del régimen
económico dominante.
c) Que en este sentido la corrupción ha sido
absolutamente funcional en el objetivo de comprar la voluntad del
sistema político y de ese modo legitimar el orden vigente.
d) Que para el régimen instituido la cuestión no es
sólo la falta de control sobre el lavado, sino la necesidad
de no controlar el conjunto de la operatoria económica de
los poderosos. La única intervención de carácter
estatal que puede aceptarse es la dirigida a ampliar las posibilidades
y beneficios que éstas detentan.
e) Que los límites que exhibe el Gobierno para avanzar seriamente
en la lucha contra la corrupción son exactamente
los mismos que tiene para replantear el orden económico
dominante. Límites que se establecen en el mismo momento
en que oficialmente se asume que la gobernabilidad democrática
y el crecimiento armónico de la economía dependen
de una relación idílica (sin conflictos) con el establishment.
Asumida esta definición, se consuma la degradación
de la democracia y se consolida el genocidio económico y
social vigente.
* Secretario de Estadísticas y Formación de la
CTA.
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OPINION
Por Alfredo Bravo y Jorge Rivas (*)
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Visitantes y advertencias
Los muchachos de la pesada reaccionan rápido cuando uno
de ellos cae en desgracia. Lo hacen en solidaridad con el desgraciado,
pero también como modo de autopreservarse. Con idéntica
prontitud ha actuado la corporación de bancos extranjeros
ante el mal momento que pasa Pedro Pou, titular del Banco Central
de la República Argentina (BCRA), sobre quien se derrama
una lluvia de evidencias relativas a su mal desempeño en
el cargo. Lluvia que se tornó torrencial desde que la semana
pasada el Senado estadounidense difundió un informe sobre
lavado de dinero que amenaza su continuidad al frente de la institución
rectora de la banca.
En nombre de la corporación, Eduardo Escasany (Banco Galicia),
Manuel Sacerdote (BankBoston) y Antonio Martínez Jorquera
(Banco Francés) visitaron al Presidente de la Nación
y le advirtieron que reemplazar a Pou sería una pésima
señal para los mercados. Al igual que las mafias, los banqueros
tienen sus códigos coactivos y cuando dicen que algo es una
mala señal para el mercado, están en rigor
profiriendo una amenaza. En este caso, el mensaje que recibió
el Presidente podría descifrarse en estos términos:
Ojo, si lo tocan a Pou les aniquilamos el optimismo económico
que difunden tras la obtención del blindaje financiero.
Después, como prueba de su poder de fuego, exhibieron la
caída que en la víspera tuvieron los bonos argentinos
que cotizan en Wall Street, a pesar de la fuerte liquidez reinante
en la plaza. Finalmente y antes de retirarse, le habrían
dicho al Presidente: No sabemos si nos ha entendido.
Como en toda negociación que se inicia, los visitantes enunciaron
una pretensión de máxima (No toquen a Pou) que expresa
un agradecimiento de la corporación al funcionario por los
centenares de millones de dólares que durante su gestión
embolsaron cuatro o cinco bancos extranjeros, o por los redescuentos
arbitrarios con los que el BCRA auxilió a instituciones bancarias
de dudosa trayectoria, o por las divisas que, tras el Tequila, distribuyó
entre la banca amiga con criterios jamás publicitados, o
por haber hecho la vista gorda ante lavadores de dinero o vaciadores
de entidades financieras.
Pero toda pretensión de máxima se sabe
oculta lo fundamental. Lo que a la corporación le interesa
es preservar los beneficios que la convirtieron en un poder supraestatal
y para ello está dispuesta a arrasar con cualquier política
que obstaculice el proceso de trasnacionalización y concentración
bancaria o que desactive los embates que desde el BCRA se realizan
para cambiar la moneda nacional por el dólar, algo que importa
sobremanera a la banca extranjera. Tras la visita que el trío
de banqueros efectuó a De la Rúa, el Presidente no
hizo esta disquisición, e interpretó el mensaje recibido
al pie de la letra y ratificó a Pou en su cargo. Por las
dudas y para el caso que la ratificación presidencial genere
resistencias, José Luis Machinea guarda en su escritorio
del Ministerio de Economía una lista de posibles sucesores
de Pou. Los nominados tienen algo en común: cuentan con la
simpatía de la corporación. Con seguridad, las diversas
asambleas de base que la corporación efectuará en
los quinchos de exclusivos countries durante el próximo fin
de semana, aprobarán por aclamación lo actuado por
los tres visitantes presidenciales.
(*) Diputados Nacionales. Partido Socialista Democrático.
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