Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


ECONOMIA, TRAS LOS POBRES DATOS INDUSTRIALES DE ENERO
El optimismo es siempre peligroso

En diálogo con Página/12,
un miembro del equipo económico reconoce que el discurso optimista se les puede volver en contra.

La industria opera con 40 a 50% de capacidad ociosa y
por tanto no atrae inversiones.

Por Julio Nudler

El miembro del equipo económico observó los malos datos fabriles de enero (el EMI, Estimador Mensual Industrial, sufrió una caída desestacionalizada de 4,2 por ciento), alzó la vista hacia el cronista de Página/12 y sentenció: “Desde el primer momento pensé que si alimentamos expectativas de una rápida reversión de los problemas de la economía real nos volveremos a encajonar solitos, como lo estábamos (se refiere al elenco que conduce José Luis Machinea) hasta diciembre. Viviremos de nuevo contra reloj, pendientes mes a mes de los indicadores. Lo que conseguimos es un blindaje, no el investment grade (calificación de un país como seguro para las inversiones). En lugar de hacernos repetir el año nos mandaron a marzo. Eso es todo”. La entrevista, concedida a este diario a condición del anonimato, mantuvo hasta el final ese tono cauto, de pie en el freno, advirtiendo que la reactivación será muy paulatina y que llevará años alcanzar algunos objetivos.
“La gente tiene poca plata en el bolsillo –continuó-, por lo que, como admite José Luis, no hay que esperar un boom de consumo. Ni siquiera podemos confiar en un bajón brusco de las tasas de interés porque hoy el sistema bancario está en manos extranjeras, y esos bancos se manejan con manuales de otra parte. No es fácil que decidan tomar mayores riesgos ni que les abran la puerta a las pymes.” La alternativa de reducir drásticamente impuestos no es contemplable por el momento: “No hay plafond para tirarnos a la pileta. Estaríamos en una situación diferente de haber tenido el coraje necesario para combatir seriamente la evasión tributaria. Podríamos entonces haber mostrado esa bandera para compensar las medidas impopulares. Pero el control fiscal sigue muy degradado. Aunque se está trabajando en el tema, todavía no hay frutos”.
Más allá de las limitaciones concretas para aplicar una estrategia ofertista –cuyo gran propulsor es Domingo Cavallo y que consiste en bajarle costos (impositivos entre ellos) y quitarle obstáculos a la producción de bienes y servicios (desregulaciones)–, este integrante estratégicamente ubicado en el organigrama de Economía descree de la eficacia actual de ese enfoque. “El ofertismo (o política económica que actúa a través de la oferta) hubiera funcionado antes de marzo del 2000. Después cambió el humor de la gente. El consumidor se acostumbró a postergar la decisiones de compra, por incertidumbre, porque no tiene plata o porque espera que desciendan los precios. Si redujéramos la alícuota del IVA, cada punto de baja nos costaría 1200 millones de pesos, y a cambio no conseguiríamos nada.”
Pero si se descarta el consumo, ¿cuál será el motor de la economía? “Acá no hay motor”, sonó la réplica seca y excluyente. “Antes de que las exportaciones pesen realmente pasarán años, tres o cuatro como mínimo. Y eso no va a suceder si no bajan sustancialmente los costos financieros y si los proyectos no son respaldados con fondos significativos, como ocurrió en Italia y en España.” Tampoco en la inversión hay que cifrar expectativas exageradas: “En la trama industrial no veo proyectos –aclara el informante–. Después de las fuertes inversiones efectuadas en la década de los ‘90, esta larga recesión dejó márgenes de capacidad ociosa del 40 al 50 por ciento. ¿Quién invertiría en estas condiciones?”.
Las fichas están colocadas al Plan de Infraestructura y a la inversión inducida de las privatizadas, más las inversiones en telecomunicaciones, en petróleo, gas, electricidad, forestación y exploración minera, y en nuevos frentes como el comercio electrónico (e-commerce). Apostando a que el escenario internacional se mantenga relativamente favorable, lo cual nunca está asegurado (la caída en el precio de la soja o la depreciación del real son señales recientes poco apropiadas), podrá alcanzarse, según ratifica la fuente, un crecimiento de entre 2 y 3 por ciento este año.
“Estamos sentando las bases de una economía mejor, que quizá se consolide hacia el 2010. La pregunta –plantea– es cómo transitar políticamente toda esta década, porque no va a ser fácil.” Por de pronto,el arsenal del equipo económico es limitado: eliminar el déficit fiscal para que baje el riesgo país y caigan así las tasas de interés, suprimir impuestos distorsivos y estimular la inversión mediante alicientes y acciones directas. ¿Es todo lo que se puede hacer? Eso parece. }

 


 

UN CAMINO EXTRAÑAMENTE RETORCIDO AL DESARROLLO
Argentina no es un país cualquiera

Por J.N.

El camino que un país normal recorre durante su desarrollo tiene la forma de una U, como muestra la curva del gráfico inferior izquierdo. Pero la curva de la Argentina, que como todo el mundo sabe no es un país normal, responde a un diseño bastante más retorcido y enrevesado, similar al reproducido en el gráfico inferior derecho. Así, su ruta hacia el distante Primer Mundo resulta sinuosa y vacilante, y a la postre mucho más larga de lo necesario. Esto lo ilustra en su último informe la consultora Ecolatina, preocupada porque el país no logró generar un patrón de especialización productiva como el que correspondería a su grado de apertura.
Según explican estos analistas, en una primera etapa (I) las economías subdesarrolladas y abiertas al comercio internacional se especializan en bienes primarios (agro, minería y energía) de bajo valor agregado. En una etapa intermedia (II), las economías en desarrollo expanden las producciones con más valor agregado, que requieren mayores niveles de protección, lo que conduce a un cierto cierre de la economía. Finalmente, en la tercer etapa (III), ya logrado el desarrollo, conviven las producciones de alto valor agregado con una amplia apertura económica.
En el caso argentino, en medio de la segunda etapa se aplicó una apertura unilateral (1976 a 1982), con una reprimarización de la producción y las exportaciones. Aquello fue seguido entre 1983 y 1985 por un desvío fuertemente proteccionista. Y, finalmente, a partir de 1986, sobrevino un proceso de apertura con búsqueda de valor agregado, que fue debilitándose a partir de 1993 con un énfasis más fuerte en la apertura que en la generación de valor agregado. Para Ecolatina, no hay fuerzas espontáneas que tiendan a cerrar la brecha entre la curva ideal y la argentina. Ese papel debería jugarlo la política económica.

 

PRINCIPAL