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NUEVO DESAFIO PARA LA ESPECIALISTA EN AGUAS ABIERTAS
Mato y la cuestión del Beagle

María Inés Mato, la nadadora argentina con una sola pierna que cruzó el Canal de la Mancha y dio la vuelta a Manhattan, ahora se le anima al Canal de Beagle. Y quiere nadar en Malvinas.

María Inés Mato en su
elemento: las aguas abiertas.

Por Adrián De Benedictis

Muchas veces, cuando alguien toma la iniciativa para concretar un objetivo no siempre llega al destino soñado. Y más aún si aquella persona posee alguna tipo de limitación física. Ninguna de estas dos posibilidades parecen interferir en la vida de María Inés Mato, nadadora de aguas abiertas que, entre otros logros, cruzó el Canal de Mancha en 1997, el Canal de Belt en 1999, y el 9 de agosto del año pasado dio la vuelta a la isla de Manhattan. Hoy, a los 35 años, Mato, que perdió una pierna a los cuatro en un accidente de autos, se encuentra sumergida en los últimos preparativos para atravesar el Canal del Beagle, el próximo 1º de marzo. Pero Mato no se conforma. Mientras da clases de Semiología en la Universidad de Buenos Aires, ya tiene en vista sus próximas metas deportivas.
–¿Cuándo te decidiste a cruzar el Canal del Beagle?
–Desde el momento que terminé de cruzar el Canal de la Mancha. A mí siempre me quedó como asignatura pendiente nadar en agua fría. Esa fue la causa principal. Después, luego de investigar un poco la zona, empecé a darme cuenta de que en ese lugar había una tribu indígena, los yámanas, de los cuales las mujeres tenían la característica de ser nadadoras. Eso me motivó mucho a investigar sobre el lugar, y a pensar que ahí había mucha experiencia de natación. Yo siempre fui bastante esquiva a tomar estos desafíos como cosas heroicas o como proezas. Creo que hay otros valores que se comprometen en la tarea: trabajo constante, compromiso con la naturaleza y un buen equipo que te respalde.
–¿Y qué otras cosas descubrís?
–Creo que es la experiencia que vas tejiendo con las energías del lugar. Uno descubre que hay algo muy mágico en todo esto. En la elaboración del proyecto le di un nombre indígena, “La Kuma”, que significa “espíritu del agua”, en lengua yámana. La idea es hacer una parte del cruce de día y otro de noche. Otra de las cosas que me motiva es elemental: que si uno tiene la posibilidad de vivir esa experiencia, ¿por qué no vivirla?
–¿Todas estas vivencias son una prueba personal?
–Por supuesto que hay algo del orden de mi subjetividad puesto en juego, pero hay algo que tiene que ver primero con la elección de un modo de vida, con una forma de supervivencia. Cuando terminé el Canal de la Mancha pensé en irme, y después todo cambió. Pero cambió porque yo fui haciendo lo mismo que hace el agua: ir para adelante, recorrer nuevos lugares. A veces me sorprende, porque cada proyecto implica mucho esfuerzo de organización, de armado, de sostener la iniciativa. Me parece que esto te da una gran fortaleza, y también una gran sensibilidad. Estás mucho más consciente en cada cosa que hacés.
–¿Esto te da más confianza en vos?
–Sí. Pero en realidad, yo nunca me sentí una persona con falta de confianza, al contrario. Por ejemplo, tengo una carrera (Letras) que no pude terminar porque me embarco en esto y no me dan los tiempos, pero racionalmente quiero terminarla.
–¿Y tuviste algún tipo de reconocimiento por lo que hiciste?
–Tuve grandes reconocimientos. Tuve dos grandes reconocimientos: en el ‘97, después del cruce del Canal de la Mancha, fui declarada Ciudadana Ilustre de Buenos Aires, a los 32 años, distinción que generalmente se otorga cuando ya terminaste tu carrera o estás en el retiro. Y después, el año pasado fui distinguida por el presidente De la Rúa en el Día Internacional de la Mujer. Para mí fue importante porque fue junto a una madre de Plaza de Mayo. Y ese momento, las mujeres que estaban ahí eran las Abuelas, las Madres y yo. Como reconocimiento, lo tengo todo.
–¿Y ese reconocimiento es coherente con el apoyo que recibís?
–No. Lo que no me quita el sentimiento de plenitud por haber obtenido ese reconocimiento. Lo demás es otro tema, que creo que hace a algo más complejo. Por un lado, el Presidente baja línea para que el proyecto seapoye, y después nada es coherente con eso. Las cosas se desvirtúan mucho. El sentido que yo estoy afirmando sobre el proyecto no se recupera. Justamente, con la gente de Amnesty estamos armando un espacio en donde todo lo que hago se pueda decir. Para mí, una gran satisfacción es haber descubierto todo sobre los yámanas. Acá hay muchos que nadaron en aguas abiertas y que no buscaron ser solamente los campeones olímpicos que batieron un record, sino que además se comprometían en otras cosas. Después del cruce me quedaré unos días, porque estamos organizando unas charlas en la escuela primaria, secundaria, en una universidad, y una abierta para el público.
–¿Tuviste alguna promesa de parte del Gobierno?
–El año pasado viví una situación muy perversa. Este proyecto era una serie de travesías que terminaban con el cruce del Beagle. Hubo mucha resistencia de parte de Marcelo Garrafo, el secretario de Deportes, con respecto a este tema. Cuando se dio la situación del acto en Casa de Gobierno, se le solicitó que apoyaran el proyecto. Algo logré, porque viajé a Manhattan con apoyo de la Secretaría de Turismo, y conseguí una beca pero que no estoy cobrando. Pero después se dio una paradoja: recibí apoyo pero no hubo difusión de un logro importantísimo, como es haber dado la vuelta a la isla de Manhattan, en situaciones muy difíciles. Ahí nadás con la basura del Harlem. Por otro lado, cuento con el apoyo del gobierno de la Ciudad, con el compromiso de Waldo Kantor. Creo que todo esto merece un espacio de reflexión, sobre todo desde el campo de los Derechos Humanos. Parece que los valores de ser el mejor a cualquier precio, o de cambiar la nacionalidad o de sexo para ser primero desvirtúan lo que para un deportista es una experiencia intensa de la vida.
–Vos dijiste que te sentías discriminada, ¿seguís pensando igual?
–Eso fue una cuestión institucional. Tiene que ver con mentalidades burocráticas de federaciones y asociaciones.
–¿Qué te dicen en la Federación de Natación para discapacitados?
–Yo me abrí. Pero cuando se me gestionó la beca me la hicieron pasar por la Federación, en la que no estoy afiliada. Es más: no estoy haciendo deporte competitivo. Hay un paradigma que está muy arraigado. En la Secretaría de Deportes todo se canaliza por federaciones, asociaciones o lo que fuere, entonces uno no puede ir con una iniciativa que tiene una identidad y un sentido propios. Ahí empieza la confusión.
–Y muchos no saben de los riesgos de la natación.
–Seguro. Acá hay una tendencia a no hacerse cargo y no responder. Entonces se producen situaciones extrañas: hoy está funcionando la pileta del CENARD, para la que se necesitan por lo menos 10 mil dólares mensuales para mantener, pero no hay nadadores. Yo voy a entrenar ahí y no recibo un peso de la Secretaría. Cuando estaba descubierta e inhabilitada, entrené dos años sola. Era una locura: un centro deportivo que servía para preparar a una delegación para los Juegos Olímpicos de Atlanta... Y prácticamente “vivía” ahí y nadie me daba respuesta de nada. Estos proyectos míos están pensados para recibir apoyo de las secretarías de Turismo, de Deportes y de la Ciudad... Pero tampoco quiero plantearlo como algo personal. Son obstáculos que yo atravieso. Pero no hay que olvidarse de que hay chicos que no pueden sortear esas vallas.
–¿Lograste ingresar en el libro de los Guinness?
–Entré con el cruce del Belt, en el ‘99. Es importante porque es un libro que tiene que ver con los hechos populares, pero no te dan más plata por estar ahí.
–Y después de cruzar el Beagle, ¿qué?
–Tengo una idea muy loca que es nadar en Malvinas. Eso implica un trabajo político fuerte. El proyecto es unir las dos islas en el punto más angosto. Depende de muchos...
–¿Pensás que habrá predisposición para lograr esto?
–Yo creo que se puede construir el proyecto. De lo contrario, quedará como cierre imaginario del libro de proyectos. Pero tengo algo másmotivador de mi parte para ese desafío: pienso prepararme una prótesis para nadar, y sería de una ortopedia inglesa.
–¿Con tus vivencias le querés transmitir un mensaje a la gente?
–No sé si tengo vocación de transmitir. Las trabas son una construcción social muy fuerte, hecha de prejuicios, de falta de audacia. Creo que si hay un obstáculo físico, ahí hay que crear condiciones para trabajar, y compensar eso. Porque la política no está orientada a superar los obstáculos, eso debe salir de uno.

 

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