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BARIJHO CONSIGUIO QUEBRAR A GIMNASIA EN PARTIDO APRETADO
Boca, con gol empujado

Tras soportar el acoso inicial del Lobo, el muletto de Bianchi se recuperó y terminó ganado un partido equilibrado.

Antonio Barijho acaba de convertir el único gol y comienza el festejo.

Por Facundo Martínez

Boca y Gimnasia jugaron el partido que los hinchas podían imaginar. Los xeneizes, debido a la formación experimental que presentó Carlos Bianchi, con varios juveniles, con línea de cuatro en el medio, y sin Román Riquelme, no vieron en principio más que desconcierto y un poco de desesperación. Y los platenses, repetidos hasta el cansancio, esperaron en vano que la fórmula de los pelotazos cruzados y los centros de Claudio Enría a Facundo Sava dieran el fruto que, finalmente, no dieron. Pero más allá de lo obvio de los planteos, Boca terminó llevándose el triunfo, con un gol tan oportuno como antiestético de Antonio Barijho. Y la victoria le devolvió la chance de seguir en carrera en el torneo local y un plus de confianza para recibir, el próximo miércoles, a Oriente Petrolero por la Libertadores.
Ya en los primeros minutos, Gimnasia se las ingenió para vulnerar el esquema improvisado de Bianchi, porque los volantes xeneizes no conseguían armar juego y ni siquiera cortarlo. Gaitán –que hizo su debut oficial obligado a dirigir, a falta de Riquelme– no encontró socios en Pereda, más preocupado en la marca, y en Arce, sofocado y sin aire, y trató de inventar cositas que le salieron a medias.
Por su parte, los de La Plata, sin complicarse, eligieron siempre el mismo camino: pase de Albornoz para el desborde de Enría o del Yagui Fernández, y el centro al alto Sava. Así y todo, Gimnasia llegó a acorralar a Boca en su campo, al menos hasta que los defensores xeneizes, saliendo del error continuo, les tomaron el tiempo y les cerraron las puertas. A esa altura –unos 25 minutos de juego–, Gimnasia había desaprovechado unas cuatro situaciones claras de gol, como el tiro libre de Sanguinetti que se estrelló en el travesaño, o los disparos que neutralizó Abbondancieri.
La primera señal que dio el equipo xeneize para salir del apuro fue un centro de Barijho a Gaitán, quien le pegó de primera y metió el pelotazo muy cerca del arco de Hernando. Después fue Barijho el que se atragantó solo frente al arquero y definió, como los que no saben, directamente al bulto. Y otra vez Gaitán, y despeje de Hernando. Y después Guillermo, suavecito, a las manos de Hernando. Más temprano que tarde, Boca volvió a parecerse a sí mismo, con el ex Central jugando como enganche, y el peruano Pereda y Arce más abiertos en los laterales. Compensados los esfuerzos, llegó el entretiempo. Gimnasia se quedó con la solidez y Boca con el alivio, porque la embestida había terminado.
En la segunda mitad, Boca buscó cambiar su imagen desde el arranque y eso obligó a Gimnasia a retroceder. Y sucedieron varias jugadas de gol, para unos y otros: tuvo su oportunidad Arce frente al arco, Hernando dio rebote, Gaitán la dejó pasar y Barijho no la vio; Abbondancieri le tapó un remate a Cavallo, y Enría se le escapó a Matellán, eludió al arquero, se abrió y le pegó mal, muy feo, sobre el costado de la red. Después, fue Hernando el que desvió un cabezazo de Arce, y Abbondancieri el que mandó al corner un cabezazo de Pereyra.
Entre los 12 y los 33 minutos no pasó nada interesante, sólo el calor distraía. El partido cayó en una meseta de imprecisiones y de faltas, y de tarjetas amarillas. Dadas así las cosas, el triunfo estaba para el que marcara el primer gol. Lo hizo Boca: un corner de Guillermo, que Burdisso peinó en el área y que Bermúdez y Barijho (el último en tocar la pelota) metieron a los cuerpazos dentro del arco. Gimnasia se despertó mal del madrugón, reaccionó y casi empata sobre el final. Boca intentó manejar la pelota y terminó revoleándola por el cielo.

 


 

VOLVIO AL TRIUNFO DE LOCAL DESPUES DE SEIS MESES LARGOS
Racing ganó con dos milagros de Estévez

El clásico fue más vibrante que bien jugado, pero para los hinchas de Racing lo que vale son los tres puntos, la posibilidad de levantar esa autoestima que andaba por el piso tras la caída ante Talleres y el agónico empate frente a Los Andes. Además, desde el 8 de julio del año pasado (6 a 0 a Unión...) que no ganaba como local, y su última victoria en un clásico había sido el 6 de junio del ‘99, ante River. Por eso el festejo.
En el cuarto de hora inicial, San Lorenzo se adueñó de la pelota y del campo de juego, pero cometió un pecado que suele pagarse caro: no tuvo profundidad ni astucia para quebrar a la última línea local. Al igual que en las dos fechas iniciales, Racing adoptó una actitud expectante primero y una postura especulativa después, al punto que, de a ratos, su única arma ofensiva fueron los pelotazos para Luis Rueda y Estévez. Sobre los 21’, un remate a colocar de Rueda pasó apenas al lado del palo izquierdo. Y, a los 36’, Rueda volvió a mostrar sus cualidades técnicas al enganchar dos veces ante Eduardo Tuzzio y enviar un centro al primer palo. Por allí apareció Estévez, rápido y sutil, para cabecear bombeado al gol y hacer estéril el desesperado cierre de Aldo Paredes.
Cuando reanudaron, Pellegrini colocó a Leandro Romagnoli por Cristian Zurita y su equipo se adelantó unos metros, pero siguió reiterando las mismas fallas del comienzo.
Leonardo Rodríguez levantó levemente su nivel, aunque ello no le alcanzó para responder a las expectativas por las que lo repatriaron. El volante estuvo cerca de igualar mediante dos tiros libres en los que Sessa respondió con firmeza.
Replegado para jugar de contragolpe, Racing ni siquiera llegaba por esa vía. Hasta que, a los 36’, Estévez se le escapó a Horacio Ameli y definió con jerarquía ante la salida de Sebastián Saja.
Fue la continuación de una fiesta que los hinchas de Racing se empecinaron en prolongar hasta un largo rato después del partido. Se lo merecían. No es para menos. La última victoria había que buscarla en el año anterior cuando el equipo, todavía dirigido por la dupla López-Cavallero, le había ganado 2-0 a Almagro.

 

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