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IBM TUVO QUE PAGAR UNA MULTA DE 300.000 DOLARES A LA SEC
Sanciones a la casa central

El escándalo de las coimas por la informatización del Banco Nación generó la primera sanción a la sede central de IBM: el órgano de control de las Bolsas norteamericanas multó a la empresa por �engañar a sus accionistas� con balances e informes falsos. Para el ente de EE.UU., �IBM Argentina registró pagos que fueron sobornos en forma de pagos a subcontratistas�. Las excusas que dieron los ejecutivos en los interrogatorios no convencieron a sus propias autoridades.

En 1994, IBM ganó un contrato de 249 millones con el Nación.

Por Adriana Meyer

El escándalo informático IBM-Banco Nación sigue generando olas más allá de las fronteras nacionales. La empresa International Business Machines (IBM) fue sancionada por el organismo regulador bursátil de los Estados Unidos (SEC) por los cargos que afronta su filial argentina, acusada de haber pagado coimas a los directivos del Banco Nación para informatizar la entidad, en 1994. La Big Blue tuvo que pagar una multa de 300 mil dólares. La SEC se basó en su propia investigación y en la que realizó la Justicia argentina. Sin embargo, en la causa local los ejecutivos de la casa matriz que estuvieron imputados pasaron a ser testigos. Página/12 accedió al expediente en el que la SEC concluyó que se fraguaron balances para ocultar la maniobra.
El 21 de diciembre la Securities and Exchange Commission (SEC) envió la acusación a la Corte del distrito de Columbia. En la primera parte los funcionarios describieron el caso y a sus protagonistas. Hace siete años, IBM Argentina ganó un contrato por 249 millones para informatizar las 252 sucursales del Banco Nación (BNA). El proyecto se denominó Centenario, por los cien años que había cumplido la entidad bancaria. La filial local de la Big Blue subcontrató a la empresa CCR para que desarrollara un sistema alternativo por 37 millones. “Entre 1994 y 1995 CCR recibió 22 millones de los cuales al menos 4 millones y medio fueron transferidos a los directores del BNA, Alfredo Aldaco y Genaro Contartese”, indica el informe.
La SEC aseguró que las autoridades de IBM Argentina violaron los procedimientos de la empresa en materia de contrataciones y escondieron los detalles de la subcontratación al personal que los controlaría. Lo hicieron mostrando a la casa central un documento falso y registraron esos pagos como “gastos”. Esto constituye un engaño a los accionistas y una violación a la Ley Federal de Valores (punto 13b 2A de la Exchange Act) que establece que la información que se registra debe ser detallada y fidedigna. “Las empresas también son responsables de que sus subsidiarias extranjeras cumplan con estas leyes”, señaló la SEC. Y agregó que “el presumible pago ilícito a los funcionarios extranjeros no fue asentado en los libros”.
Linda Thompsen, directora asociada de la SEC en Washington, aseguró a la agencia Dow Jones que “IBM Argentina registró pagos que fueron sobornos en forma de pagos a subcontratistas y la información se filtró hasta el balance de la compañía matriz”. La funcionaria opinó que “no se puede tomar ganancias en todo el mundo sin tener alguna responsabilidad sobre la forma en que se consiguen esas ganancias”, en declaraciones recogidas por la agencia Bloomberg. En noviembre de 1998 Thompsen estuvo en Buenos Aires y se llevó varios kilos de documentación del juzgado de Bagnasco.
En sus libros, IBM Argentina incluyó una descripción incompleta del contrato con CCR y un documento con fecha posterior a la firma del contrato, porque en el departamento de compras no tenían forma de respaldar la compra del sistema alternativo. Por lo tanto, la SEC le pidió a la Justicia que ordene a IBM central el pago de una multa civil de 300 mil dólares por la violación a la Ley Federal de Valores. Según la información publicada por el diario New York Times, la Big Blue “no admitió ni negó” haber pagado los sobornos cuando desembolsó el dinero de la penalidad.
Desde su sede central en Nueva York la multinacional hizo silencio de radio. Pero la filial local aprovechó para reafirmar su versión de que en el país del Norte nada sabían del asunto. “La SEC confirma que los hechos ocurrieron sin el conocimiento de ningún empleado de IBM en los Estados Unidos” y “una vez que las autoridades centrales supieron de las acciones de los ejecutivos de la filial argentina se tomaron las medidas correctivas convenientes”, aseguró el gerente de comunicaciones de IBM Latinoamérica Sur, Ignacio Vaca de Osma. Esas medidas incluyeron el despido de los directivos Ricardo Martorana, Gustavo Soriani y JavierOrcoyen, la conducción de la Big Blue local al momento del escándalo. Sin embargo, fue ante la SEC que los directivos de la casa matriz evidenciaron tener un grado de conocimiento mayor sobre el caso, tal como informó Página/12 en abril de 1999 (ver aparte).
La Justicia norteamericana también abrió una causa para investigar si el gigante informático –el mayor productor estadounidense de computadoras– violó la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero. La pesquisa preliminar del fiscal Kerry Lawrence –para determinar si IBM usó el correo y el servicio telefónico norteamericano para autorizar la coima– ya lleva cinco años y no ha avanzado demasiado.
La causa argentina, en cambio, estaba a punto de ser elevada a juicio oral. Pero el nuevo giro que le dio el juez Adolfo Bagnasco, al ampliar la acusación de los directivos del Banco Nación a “asociación ilícita”, podría demorar el final de la etapa de investigación por el tiempo que demandarán las apelaciones de los imputados. La banda delictiva estaría conformada, además, por los gerentes de la subcontratista CCR y Consad pero el magistrado no tendría elementos para incluir a los de IBM local. Según fuentes judiciales, las confesiones de los ex funcionarios Alfredo Aldaco y Genaro Contartese aludieron a la “gratificación” recibida por la “alegría” de IBM, pero afirmaron que el dinero lo distribuyó Marcelo Cattáneo, el suicidado ex directivo de Consad.
En junio de 1998 Bagnasco decidió dictar la captura internacional de Steve Lew, Peter Rowley, Marcio Kaiser y Robelí Libero, la cúpula de IBM Latinoamérica, porque consideró acreditado el estado de sospecha sobre los cuatro directivos. Pero nunca obtuvo las respectivas extradiciones y por eso decidió que podría ser más útil interrogarlos como testigos, lo cual alivió sustancialmente su situación en el expediente. Lo hizo en setiembre del año pasado y, como era previsible, Lew y Rowley deslindaron toda la responsabilidad en los ejecutivos argentinos.

 

Buena memoria

Dos de los cuatro ex directivos de la casa matriz fueron interrogados por la SEC en junio y julio de 1998: Peter Rowley, ex vicepresidente de Operaciones de IBM Latinoamérica, y el brasileño Marcio Kaiser, ex director de Servicios. Kaiser reconoció que los análisis previos a la aprobación del contrato Centenario incluían a los subcontratistas, entre los que se encontraba CCR. “¿Los análisis de Integración de Sistemas incluían a los sobcontratistas?”, preguntó Delane Olson, la enérgica abogada de la SEC. “No, no lo recuerdo”, respondió Kaiser. “Tómese un minuto para revisar las páginas 91500 y 91501...”, insistió la letrada. “Sí... los productos de terceros, está justamente aquí, y también los servicios”, recordó súbitamente el ejecutivo. Sin embargo, la Big Blue siempre insistirá en que los directivos argentinos ocultaron la existencia de CCR a sus superiores extranjeros.

 

Bolsa caída

Por el impacto de la multa, en diciembre las acciones de la Big Blue cayeron 5,16 por ciento en la Bolsa de Wall Street. Pero los efectos del escándalo ya se habían hecho sentir mucho antes en la sucursal argentina. En julio de 1998, el directorio de la multinacional aprobó que la compañía se retire en forma definitiva del mercado estatal argentino. El Gobierno representaba entre 25 y 33 por ciento de la facturación. Sin embargo, en septiembre del 2000, IBM Argentina admitió que quiere volver a venderle de manera directa al Estado nacional.

 

LAS CONTRADICCIONES EN LA VERSION DE IBM
Cómo hacer que no sabían

IBM Argentina puede argumentar que la multa que pagó su casa matriz es una “prueba” de que fue engañada por malos ejecutivos locales, pero la misma entidad que pidió la multa se encargó de reunir testimonios que desmienten esa interpretación. La Comisión de Valores de EE.UU. (Securities Exchange Comission) interrogó en 1999 a dos altos ejecutivos de la IBM casa central y lo que obtuvo, junto con las actuaciones de la Justicia argentina, hizo que pidiera la multa. Los puntos más destacables, que muestran que Nueva York sí sabía lo que estaba pasando en su filial argentina, son:
El 85 por ciento de las compras del Proyecto Centenario del Banco Nación fueron adjudicadas a “un proveedor único y exclusivo” sin que la casa central parpadeara. Esto indica que IBM sabía que en estos pagos las adjudicaciones directas son cosa común.
Peter Rowley, alto ejecutivo de IBM Latinoamérica, visitaba Argentina todo el tiempo y sabía que el Proyecto era importante. “Es el contrato más grande que había tenido IBM Argentina, una real oportunidad de hacer mucho dinero.” Tanto, que no sólo lo seguía de cerca, sino que contrató a un especialista en América latina, Steven Lew.
Rowley mostró gran desmemoria, pero la interrogadora de la SEC se la mejoró mostrándole memos de su área específica. El ejecutivo tenía la obligación de revisar y aprobar las auditorías internas de IBM Argentina, y la Comisión le mostró una de Compras fechada el 17 de noviembre de 1992, que ostentaba su firma. En ese escrito se decía que hacía falta “concentrar la atención en violaciones en la conducción de negocios detectadas durante la auditoría de la administración de inventarios de IBM Argentina”.
El ejecutivo también reconoció un memo de su jefe, el presidente de IBM para América latina, que expresaba “inquietud” por las mismas irregularidades.
Este jefe es Marcio Kaiser, que a su vez le contó a la SEC que los ejecutivos argentinos de IBM le pidieron que enviara “a alguien de mi personal” para revisar el proyecto Centenario. La persona elegida fue Lew, “que era el contacto principal con la gerencia argentina y en cuya capacidad yo confiaba”. Kaiser también reconoció e-mails en que él aprobaba la propuesta de IBM.
Pese a estas declaraciones y a que es poco creíble creer que Nueva York pudiera ser engañada por un par de ejecutivos locales, IBM decidió que la investigación se detuviera en los argentinos y no afectara a sus ejecutivos americanos. Es que desde 1977, tiempos del demócrata Jimmy Carter en la presidencia y de resaca moral por el caso Watergate, Estados Unidos tiene una ley que prohíbe a sus empresas sobornar a funcionarios públicos en el extranjero. La ley es realmente dura: no ordena extraditar a los ejecutivos implicados sino juzgarlos en EE.UU. como si se hubiera sobornado a un funcionario norteamericano. Y, se sabe, allá no es tan fácil lograr arreglos.
La sola idea de ver a un directivo de IBM en el banquillo de los acusados por coimear argentinos ya registra en la escala Richter, como un terremoto. La Big Blue no quiere ser la que estrene la ley.

 

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