Fue una sincronización impecable. Minutos después del mediodía,
los presos de 32 cárceles del estado brasileño de San Pablo
alrededor de 85.000 iniciaron un simultáneo amotinamiento
que incluyó la toma de rehenes de todos a quienes encontraron a
mano: guardiacárceles, empleados de los penales y familiares que
estaban allí en día de visitas. Un total de 7000 personas,
incluidos unos 1700 niños. Al parecer, el levantamiento se debe
a una protesta por el reciente traslado de cinco detenidos, cabecillas
ellos de una poderosísima organización interna dedicada
a la venta de drogas dentro de las cárceles. La situación
real en los penales durante todo el día fue totalmente confusa.
Anoche se confirmaba la existencia de cinco muertos y 13 heridos, todos
ellos presos asesinados por sus compañeros. También anoche,
la policía aseguraba que en algunas unidades volvía la normalidad.
La coordinación fue tan perfecta que incluyó comunicaciones
entre las distintas prisiones a través de equipos de radio, incautados
a los guardias que iban cayendo como rehenes. Los presos fueron prendiendo
fuego a colchones y muebles, mientras los alrededores de todas las prisiones
se iban llenando de efectivos de la Policía Militar.
La mayoría de los rehenes está en la Casa de Detención
de Carandirú, de la ciudad de San Pablo el mayor penal de
todo el país, y en una prisión anexa conocida como
Penitenciaría del Estado, las que en conjunto albergan a unos 11.000
presos. Todos están amotinados, dijo la capitán
Mónica Bondezam, una de los portavoces de la Policía Militar.
Según Bondezam, el cálculo sobre los rehenes se hizo teniendo
en consideración el número de visitantes que registraron
ayer su entrada en ambas cárceles y que no lograron salir, así
como la cantidad de empleados de ambos presidios.
Los funcionarios rehenes están atados con bombas caseras y los
amotinados amenazan con hacer estallar los artefactos. Además,
los presos amenazan con matar a 80 reclusos del seguro (violadores
y presos condenados a muerte por sus compañeros). Entre las personas
que permanecen como rehenes en Carandirú figura la cantante brasileña
de música pop Simony, quien visitaba al músico rappero Afro
X, que cumple una condena en esa prisión, y de quien espera
un hijo. Simony, a petición de la televisión, se asomó
por la ventana de la celda de Afro X agitando una camiseta
blanca e hizo señas de que se encuentra bien.
La tensión sobre lo que ocurría intramuros llevó
a que miles de familiares, tanto de los presos como de los rehenes, se
dieran cita en las puertas de la prisión de Carandirú en
busca de noticias. Pero en seguida el nerviosismo se convirtió
en desesperación: hubo quienes insistían en romper el bloqueo
policial, por lo que los agentes empezaron a lanzar gases lacrimógenos
contra la multitud. Y el caos de adentro se extendió al otro lado
de los paredones.
Las rebeliones simultáneas, al parecer, fueron organizadas por
presos miembros de un denominado Primer Comando de la Capital (PCC), una
organización dedicada al comercio de drogas en la mayoría
de las cárceles de San Pablo, en protesta porque cinco de sus cabecillas
fueron trasladados el jueves pasado de la Casa de Detención de
Carandirú a otros penales del estado. Los cabecillas habían
sido trasladados para cortar sus actividades narcos dentro de los penales.
Ayer, los amotinados exigieron que los líderes del PCC sean devueltos
a esa unidad. El traslado de los cabecillas fue ordenado por las autoridades
después de que la Policía Militar se incautara de una gran
cantidad de armas de distinto tipo, drogas y teléfonos celulares
en una operación de registro en Carandirú. Esa operación
fue ordenada a raíz de la muerte de cinco presos el pasado martes,
durante una riña entre pandillas que se disputan el control del
comercio de drogas dentro de la prisión.
Las autoridades de San Pablo ordenaron una movilización de toda
la Policía Militar, incluidos los agentes que estaban de vacaciones,
y anunciaron que no van a ceder a las exigencias de los amotinados. Larebelión,
según la policía, transcurre de forma pacífica, y
en los patios de algunas cárceles los presos han escrito con tinta
blanca las palabras paz, justicia y libertad.
El estado de San Pablo, el más poblado de Brasil, tiene en sus
cárceles a cerca de 85.000 presos, que corresponden al 43 por ciento
del total nacional.
Carandirú, situada al norte de esa ciudad la más rica
y poblada de Brasil ya tiene antecedentes de motines y violencia:
esa prisión fue el escenario del motín carcelario más
sangriento del país, cuando 111 reclusos murieron durante el allanamiento
policial de la penitenciaría, en 1992. Carandirú alberga
a más de 8000 presos, pese a que tiene capacidad para menos de
la mitad, y está considerada por organizaciones de derechos humanos
como la peor cárcel de Brasil, tanto por el hacinamiento en que
viven los reclusos por los hechos de violencia que se registran en su
interior.
Tras el levantamiento de ayer, las autoridades subrayaron que no negociarán
con los amotinados y amenazaron con tomar el penal por la fuerza. Ante
el temor de una invasión, la mayoría de los presos se refugió
en sus celdas, desde cuyas ventanas agitaron ropas blancas para evitar
que se repita la matanza de 1992.
SEGUN
GUSTAVO MELMANN, HAY NUEVE PERSONAS QUE PUEDEN DECLARAR
Testigos para la sospecha policial
Por Horacio Cecchi
Desde Miramar
Cinco testigos que estuvieron la
noche anterior al crimen de Natalia con Gustavo el Gallo Fernández
se presentarán a partir de hoy ante el fiscal Marcos Pagella. Los
investigadores siguen analizando la pista policial, aunque el análisis
de los peritos y forenses parece quitar peso a la acusación del Gallo
contra dos uniformados de Miramar. De todos modos, el padre de Natalia,
Gustavo Melmann, presentó el viernes pasado una lista de nueve testigos
que sostienen las sospechas sobre los efectivos. En ese marco, ayer corrió
una versión en la ciudad que ayudó a caldear los ánimos:
22 familias habrían denunciado amenazas contra sus hijos adolescentes
para que no dijeran lo que supuestamente saben del caso.
Según la versión, las denuncias fueron efectuadas en la comisaría.
Allí, ante una consulta de este diario, el subcomisario Cristian
Prendas negó su existencia. Sin embargo, la agencia Télam
aseguró que una alta fuente policial confirmó
las presentaciones. Incluso, señaló que las amenazas fueron
telefónicas, tenían como fondo el ulular de sirenas y una
voz impostada aconsejaba: Cuidá a tu nena, que
no joda y se calle la boca en el caso Natalia. La noche en Miramar es dura.
Télam sostuvo, además, que los investigadores habrían
detectado que varias de esas llamadas se hicieron desde la propia comisaría.
El jueves pasado, el Gallo señaló a dos uniformados
de la comisaría de Miramar de haber introducido a la fuerza a Natalia
y a él dentro de una camioneta policial, para luego abandonarlo y
alejarse con la joven que, cuatro días más tarde, apareció
muerta en el vivero municipal. A partir de las evidencias que puedan surgir
de los cinco testigos, Pagella decidirá si cuenta con las suficientes
pruebas para detener o citar a declarar a los dos policías. Por el
momento, el análisis de los peritos y forenses parece quitar peso
a la acusación de Gallo.
Según él, la madrugada del domingo 4 caminaba por la calle
35, detrás de Natalia después de irse ambos de la disco Amadeus.
Sostuvo que un patrullero se acercó a la joven para hacerle unas
preguntas y se retiró.
Poco después, Natalia fue interceptada por una camioneta de la comisaría
de Miramar y un auto particular detrás. El Gallo aseguró
que los policías y el conductor del auto particular obligaron a Natalia
a subir a la camioneta, y que advirtieron su presencia, por lo que también
lo sumaron a la partida como rehén. Los dos fueron llevados por diversos
lugares hasta que lo abandonaron, previo simulacro de fusilamiento. Luego,
policías y auto particular desaparecieron con Natalia.
Según fuentes de la investigación, la versión del Gallo
resulta endeble hasta tanto no se sostenga con pruebas. Ninguno de los testigos
que declararon hasta ahora vio la escena descripta por Fernández.
También parece extraño que se hubiera realizado semejante
operativo sin que nadie escuchara nada. Las pericias realizadas sobre las
larvas y moscas que rodeaban el cadáver de la joven indican que provenían
del mismo lugar donde fue hallado el cuerpo el jueves 8 de febrero. Ese
dato disminuye la consistencia de que la muerte haya ocurrido en otro lugar,
para lo que se supone que hubiera sido necesaria la participación
de más de una persona para trasladar el cadáver. Según
confirmaron las mismas fuentes, se intenta determinar cómo es que
llegó Natalia al lugar donde encontró la muerte. Un dato que
por el momento es tomado con pinzas es el resultado del análisis
de las vísceras, que habría mostrado un nivel de 1.87 de alcohol
en la sangre. El dosaje es alto y se supone que transformó a Natalia
en una víctima indefensa.
Los investigadores también comprobaron que en el libro de la comisaría
los dos policías acusados por Gallo no figuraban de servicio
a la hora en que supuestamente secuestraron a Natalia. Un dato curioso:
el fin desemana pasado, uno de los cinco policías señalados
en la lista presentada por Melmann al ministro Ramón Verón
y denunciados por éste a la Justicia festejó con un asado
entre amigos haber quedado fuera de las sospechas: Gallo no
cantó su nombre. |