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SADDAM SIGUE GANANDO LA BATALLA DE RR.PP. POST ATAQUE AEREO
El que ríe último reirá mejor...

Después de cuatro meses de una Intifada palestina que hizo caer al laborismo en Israel, nada dio mayor impulso al panarabismo que los ataques aéreos anglonorteamericanos del viernes contra Irak promovidos por la administración Bush Jr. Aquí, los últimos desarrollos.

Palestinos disparan sus armas al aire en una manifestación masiva, ayer al norte de Gaza.

Por Brian Whitaker y Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén

Saddam Hussein parecía estar ganando ayer en toda la línea la batalla de Relaciones Públicas sobre los ataques angloamericanos a las posiciones de radar en las inmediaciones de Bagdad. Los argumentos occidentales que sostienen que los ataques eran necesarios para proteger a los pilotos que vigilan las zonas de exclusión aérea en el norte y sur de Irak convencieron muy poco a los líderes o a la opinión pública de los países árabes. El presidente Saddam pudo presentarse así una vez más como una víctima antes que como un agresor.
Egipto, uno de los más firmes aliados árabes de Estados Unidos, describió los ataques como una “paso grave y negativo” que ponía en peligro la “seguridad y soberanía” de Irak y no podía ser justificado. En 1991, Egipto contribuyó con tropas a la coalición internacional contra la ocupación iraquí de Kuwait y ayudó a asegurar que otros países árabes también apoyaran el esfuerzo. El ministro de Relaciones Exteriores egipcio, Amr Moussa, dijo que el ataque del viernes que según Bagdad mató a dos civiles podía socavar las conversaciones sobre las inspecciones de armas y el levantamiento de sanciones que deberían comenzar el 26 de febrero.
En Cisjordania, cientos de palestinos salieron a las calles a los pocos minutos de los ataques aéreos y la televisión mostró protestas en Ramalá, Tulkarem, Kalkilia y otras ciudades. Ayer domingo fueron miles, y más violentos. Durante los cuatro meses de Intifada, Saddam Hussein emergió como una figura heroica en tierra palestina. Es cierto que también se ganó a los palestinos enviando pagos en efectivo de 10.000 dólares a la familia de cada “mártir” y 1000 dólares a los heridos por los soldados israelíes.
Durante el fin de semana, algunos analistas predijeron que el ataque del viernes en las cercanías de Bagdad haría que la retórica de guerra subiera de decibeles. Sobre todo, porque el ataque le pisaba los talones a la escalada del levantamiento palestino que había seguido a la elección del “halcón” Ariel Sharon como premier israelí.
Irak lanzó 39 misiles Scud contra Israel durante la guerra del Golfo, pero ayer la reacción oficial israelí a los ataques del viernes fue relativamente callada. El premier saliente Ehud Barak dijo: “Israel no tiene que adoptar ninguna posición en la situación actual”. Los ciudadanos árabes en Israel protestaron contra los ataques aéreos angloamericanos frente al consulado de Estados Unidos en Jerusalén con pancartas donde se leía: “De Bagdad a Gaza, somos uno y el mismo pueblo”. Siria, Qatar, Jordania, Yemen y Argelia también criticaron o condenaron los ataques.
Acaso más llamativamente, los grupos de la oposición iraquí se unieron al coro de las críticas. Libeid Abbawi del Partido Comunista iraquí (con base en Damasco) resumió adecuadamente la situación tal como se había cristalizado en el fin de semana: los ataques aéreos “nunca ayudarían a nuestro pueblo en su lucha contra la dictadura, pero más bien fomentarán el resentimiento árabe contra Estados Unidos”.
Kuwait y Arabia Saudita, los dos países árabes que tienen más que temer de Saddam, y que proporcionan a Estados Unidos y Gran Bretaña pistas y logística para patrullar la zona de exclusión sur, no hicieron comentarios inmediatos. Pero un prominente empresario saudí, Abdul-Aziz Mohammed al Rafidi, se quejó ayer: “Bush mostró cuán feo es su verdadero rostro y descubrió todo el odio y desprecio que tiene por los árabes”.
En Baghdad, el diario oficial al-Qadissiya dio la interpretación oficial del ataque: Estados Unidos castigaba a Irak por su apoyo a la Intifada palestina contra Israel. Miles de iraquíes salieron ayer a las calles a manifestarse contra los ataques, mientras que la televisión estatal mostraba hogares y negocios dañados por los ataques. Más de 2000 personas, incluyendo al viceministro de Relaciones Exteriores Nabil Najim,protestaron en las calles del centro de Bagdad y al menos otras 1000 se reunieron en la ciudad, cerca de las oficinas del partido oficial AlBaath.
Por su parte, el mismísimo Saddam se reunió ayer con altos oficiales del Ministerio de Industria Militar y de la Defensa antiaérea de este país para tratar de ver cómo repeler eventuales ataques aéreos de EE.UU. y el Reino Unido, según la agencia oficial iraquí de noticias (INA). Para terminar de ganar la batalla de relaciones públicas, nada sería mejor que derribar un avión occidental.

* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 


 

UNA ALIANZA DIFICIL CON LA DERECHA ISRAELI
Disparos laboristas a Barak

”Un gobierno de unidad nacional, a los ojos de muchos de nosotros, es una ficción que no podrá avanzar en el proceso diplomático y el Partido Laborista no debe formar parte de él.” En estas palabras del pacifista ministro de Justicia, Yossi Beilin, a la Radio Ejército se resume la cerrada oposición de los más extremistas en el Partido Laborista a que el premier israelí Ehud Barak integre un gobierno de unidad nacional con el derechista Ariel Sharon.
En el contexto israelí, cuyo fondo está dominado por la Intifada y la arrolladora victoria del derechista Likud en las elecciones generales, los ataques del viernes de la aviación estadounidense y británica contra Irak confirmaron la polarización en la región. Ayer, manifestantes palestinos marcharon en Gaza y Cisjordania en respaldo a Bagdad, mientras Israel colocaba su atención en las amenazas del presidente iraquí, Saddam Hussein, de tomar represalias.
La última víctima del levantamiento palestino fue Ahmed Faraj Alla, de 33 años, quien murió ayer de las heridas que recibió el viernes cerca de asentamientos judíos dentro de Hebrón. Los palestinos sostienen que estaba desarmado. Por su parte, los israelíes sepultaron también ayer a un soldado que murió el viernes cuando la guerrilla libanesa del Hezbolá atacó con misiles una caravana militar de Israel. Y en una decisión que provocó la ira entre los palestinos, la Corte Suprema de Israel liberó ayer a un colono judío que cumplió ocho años de prisión en la primera parte de una sentencia de cadena perpetua por haber matado a un palestino que permanecía atado después de tratar de apuñalar a un judío.
En el último estallido de violencia, un tiroteo se inició en las afueras de Jerusalén después que palestinos armados dispararon contra edificios de departamentos israelíes en el asentamiento de Gilo, que Israel considera un barrio de Jerusalén. Al menos tres palestinos resultaron heridos con metralla después que los soldados israelíes respondieron al fuego, atacando los posibles lugares donde se guarecían los francotiradores en la ciudad de Beit Jala con disparos de cañón de tanques, cohetes y ametralladoras.
Sharon, el ex general de 72 años cuyo triunfo electoral el 6 de febrero puso fin al gobierno de Barak, ganó prontamente el respaldo de su adversario político la semana pasada para formar un gobierno de coalición que permita enfrentar la violencia en Cisjordania, la Franja de Gaza e Israel. Una violencia que el viernes se extendió preocupantemente a la frontera libanesa.
Beilin se unió a un coro de políticos laboristas y periódicos que han instado a Barak a cumplir su compromiso poselectoral, de alejarse de la política, después que Sharon lo venció abrumadoramente por un porcentaje de 25 puntos, algo sin precedentes en anteriores elecciones israelíes.
En 19 meses como primer ministro, Barak no logró forjar la paz con los palestinos ni pudo anticipar los más sangrientos enfrentamientos en décadas, donde más de 400 personas, en su mayoría palestinos, han muerto en cinco meses.
Sin embargo, bajo la presión de Sharon como primer ministro electo, y en un aparente esfuerzo por salvar su trayectoria política, Barak acordó tentativamente unirse al gobierno como ministro de Defensa, junto al ex jefe laborista Shimon Peres como probable ministro de Relaciones Exteriores. El Partido Laborista tiene que aceptar el plan antes de que Sharon pueda designar a Barak y a Peres como ministros de su gabinete y presentar al parlamento un gobierno de coalición.
Izquierdistas árabes e israelíes, entre ellos algunos dentro del Partido Laborista, piensan que Sharon, el líder de la derecha en Israel, no logrará avances hacia la paz y cuestionan lo que describen reiteradamente como su vieja línea dura y belicosa frente a los palestinos. Sharon se ha comprometido a negociar con los palestinos, siempre y cuando la violencia disminuya. En la última vuelta de tuerca (por ahora) de su resurrección política, Barak anunció ayer que depondrá su mandato como parlamentario inmediatamente después de la formación de un nuevo gabinete de gobierno.
Y a los correligionarios consternados por su giro político de las pasadas dos semanas dará a conocer, además, pronto, cuándo renunciará a la presidencia del Partido Laborista.

 

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