OPINION
Todos contra Pou
Por James Neilson
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Fernando de la Rúa tiene un problema. ¿Cómo echar a Pedro Pou sin entregar la Convertibilidad a Raúl Alfonsín? Una solución consistiría en decretar la abolición del Banco Central, medida que no sólo le permitiría librarse de un personaje que, merecidamente o no, se ha convertido en un emblemático, sino que también confirmaría que la moneda auténtica del país es el dolar estadounidense cuyo destino está en manos de Alan Greenspan. Quedaría la cuestión del lavado de dinero, trátese de los billetes muy sucios conseguidos por narcos y otros mafiosos o los apenas manchados que producen la economía negra y la evasión, pero puede que un banquero no sea el indicado para distinguir entre las personas honestas y las demás. Tal como están las cosas, sería la salida menos mala del embrollo que se ha creado.
De haberse limitado la guerra contra Pou al terreno policial, al funcionario más odiado por la Alianza no le hubiera sido fácil conservar su trabajo, pero desde que algún frepasista despistado cometió el error de proclamar que ya le había agotado su �tiempo político� y se lanzaron a la refriega Alfonsín, Carlos Ruckauf y otros prohombres, el banquero ha podido desempeñar el pañel del representante máximo de la estabilidad financiera en un país célebre por sus excentricidades heterodoxas. Esto quiere decir que si Pou cae su sucesor tendrá que ser alguien de fama más dura aún: a menos que el Gobierno decida probar suerte con un régimen monetario más flexible, lo cual sería interesante cualquier señal de debilidad no podría sino resultarle sumamente costosa.
He aquí el gran dilema de los muchos que están hartos de la Convertibilidad y del �modelo�, esquemas inhumanos que impiden que políticos hagan gala de su generosidad y economistas de su imaginación. Toda vez que los contra se anotan un triunfo haciendo trizas un proyecto de ley o despachando a un funcionario considerado excecivamente liberal, el Gobierno se siente constreñido a deslizarse un poco más hacia la derecha por temor a la reacción de los mercados. Los progres genuinos más los oportunistas que los acompañan podrían ganar todos los debates y todas las internas, pero a pesar de tales proezas seguirán batiéndose en retirada. Como buenos yudokas, los partidarios del �neoliberalismo�, este movimiento a un tiempo ubicuo e inasible, saben mejor que nadie aprovechar la fuerza de sus adversarios, razón por la cual sorprendería que una vez terminada la batalla campal en torno a Pou la política económica argentina no fuera un tanto más �derechista� de lo que fue antes de comenzar las hostilidades. |
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