Fernando de la Rúa y Aníbal Ibarra, los comensales de hoy en la Casa Rosada.
Están de acuerdo en temas de gestión, pero por ahora las urgencias son distintas.
Por Martín Granovsky
A los dos les conviene mostrarse en compañía del otro. Los dos necesitan gobernar dentro de un esquema aliancista. A los dos puede convenirles hallar una forma de comunicación política con la otra fuerza. Los dos conviven en la misma ciudad, a tal punto que desde una sede de gobierno se ve la otra. Y ambos, además, deben resolver temas comunes de gestión. Todas las condiciones están dadas para que el almuerzo que mantendrán hoy a solas Fernando de la Rúa y Aníbal Ibarra quizás no sea digno del canal Gourmet pero tampoco requiera Hepatalgina. Con un agregado concreto: Ibarra propondrá a De la Rúa retomar el proyecto de ciudad judicial.
Que el interés es compartido lo da un dato: Ibarra pidió la reunión el viernes y De la Rúa la acordó para hoy mismo. En el medio, el Presidente y el jefe del gobierno porteño hablaron varias veces por teléfono, hasta arreglar que conversarán abiertamente de política y tocarán la agenda porteña.
Será el primer encuentro a fondo de los dos en un año electoral y cuando la administración porteña acumuló un record de recelos entre radicales y frepasistas desde la asunción de Ibarra y Cecilia Felgueras el 6 de agosto pasado.
Funcionarios porteños de primer nivel aseguraron anoche a Página/12 que Ibarra llevará un mensaje: �La base de la Alianza no ha cambiado ni cambiará después de las elecciones de octubre�. La frase debe traducirse así: para el Frepaso porteño el principal socio sigue siendo la Unión Cívica Radical, y la búsqueda de otra pata peronista para el gabinete no supone reemplazar a la UCR como partenaire.
Los radicales porteños se habían puesto en guardia ante una noticia publicada en este diario según la cual Ibarra buscaba reemplazar al secretario de Salud, Marcos Buschbinder, y que estaba a la pesca de un peronista. La información era cierta, y sigue siéndolo, pero en ningún momento indicaba que el jefe de Gobierno hubiese resuelto cambiar a radicales por justicialistas.
El segundo momento conflictivo en los últimos tiempos se produjo durante el diluvio que anegó Belgrano y Urquiza. Con Ibarra fuera del país, de reunión en Brasil, y el secretario de Obras Públicas Abel Fatala volando desde Australia, el gobierno de la ciudad demoró en poner la primera mejilla a los ciudadanos indignados para que la abofetearan. No lo hizo la vicejefa, lo cual naturalmente irritó a los ibarristas y, luego, Ibarra terminó poniendo las dos. La idea fue que siempre resulta mejor una catarsis dolorosa que un gobierno sin cara, pero el dolor no dejó de fastidiar a un político que recién pasó los 40 y no piensa jubilarse para retomar su carrera judicial.
El fondo es que más allá de recelos (y celos) el Frepaso precisa exhibir una buena gestión, imposible sin galvanizar el equipo de gobierno con los radicales, y que el radicalismo no puede desgastar a su socio salvo que quiera correr el riesgo de sumar más devaluación política a la devaluación nacional.
Por eso De la Rúa escuchará hoy de Ibarra una iniciativa propia, la de resucitar el proyecto de construir la ciudad judicial en el sur de la ciudad. En rigor el Gobierno de Menem lo impulsaba en el predio de Garay y Pichincha, pero la idea quedó congelada en buena medida por el costo, superior a los 540 millones de dólares. Este diario pudo saber que los técnicos porteños estuvieron trabajando hasta colocar la cifra en alrededor de la mitad.
En el resto de los temas, uno solo puede ser verdaderamente conflictivo, porque implica a la vez poder y dinero: la transferencia del núcleo de la Policía Federal de la Nación a la ciudad de Buenos Aires. Es difícil que durante el almuerzo haya fumata blanca y decisiones concretas.
Para los otros puntos de la agenda, el problema no son tanto las divergencias sustanciales sino la urgencia de cada uno. Ibarra precisa sin duda agilizar los proyectos, aunque tal vez a De la Rúa no le venga tanmal quedar como partícipe de un proceso de reformulación de áreas de la ciudad basada en estos proyectos:
Retiro. Queda por apurar la transferencia de terrenos a la ciudad.
Autopistas. Hay acuerdo en transferir a la ciudad el tramo RetiroRiachuelo, a construir.
Puerto. El gobierno porteño quiere avanzar en su administración autónoma.
Aeroparque. Habrá una audiencia pública en marzo. Se alcanzó un acuerdo para mantenerlo en la misma zona, aunque ganándole tierra al río.
Terrenos ferroviarios. El arreglo supone reciclar Barracas, Pompeya, Casa Amarilla, Caballito y Chacarita.
Puerto Madero. La Corporación que lo administra tiene un presidente del gobierno porteño. De los seis vocales, la Nación cuenta con tres y la ciudad con dos. Ibarra quiere un tercero.
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