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 LA INVESTIGACION POR PERJURIO AL VICE ALEMAN
Lo reprimido que retorna y castiga

El canciller rosa y el vicecanciller verde ríen juntos.
Pero según un diario, Schroeder podría quitar el apoyo a Fischer.

Por Alfredo Grieco y Bavio

No sólo en la Argentina la década de 1970 es el patrón oro según el cual resulta casi inexorable medir el valor del presente. Lo mismo ocurre en Alemania, donde una conjura de la derecha demócrata cristiana ataca desde hace semanas al vicecanciller Joschka Fischer por su pasado �terrorista� en la era de la Fracción del Ejército Rojo. En el mejor escenario (bajo ojos conservadores), la caída de Fischer arrastraría consigo la del gobierno de coalición rosa�verde del canciller Gerhard Schroeder. La investigación formal del perjurio que Fischer habría cometido sobre su pretérito se abrió precisamente en la víspera del viaje que llevará hoy al vicecanciller �que es ministro de Relaciones Exteriores� a Washington para encontrarse con el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell. 
El principal aliado del verde Fischer ha sido �hasta ahora� el canciller socialdemócrata Schroeder, que ha respaldado firmemente al número dos del gobierno. Pero ayer sumó a un aliado extrapartidario, el juez Heinrich Gehrke, máxima autoridad judicial de Frankfurt, quien en una entrevista al Financial Times Deutschland declaró que la �investigación formal� abierta contra Fischer estaba políticamente motivada y era por completo informe e irregular. Al mismo tiempo, el diario conservador Die Welt llevó el asunto a un territorio nuevo al sugerir que Fischer pronto acabaría por resultar prescindible en la opinión del canciller Schroeder. El futuro de Fischer, que ahora depende de un pasado viejo de casi treinta años, está unido al de la Unión Europea, cuya forma por venir contribuyó a diseñar decisivamente en la pasada cumbre de Niza. 
El mes pasado, Fischer prestó testimonio ante el juez Gehrke en el proceso abierto a Hans-Joachim Klein, un amigo de sus años de juventud. Klein había participado en una operación en 1975 durante la reunión de la OPEP en Viena, donde tres personas fueron muertas; fue condenado la semana pasada a nueve años por homicidio, tentativa de homicidio y toma de rehenes. Entre las preguntas que se le formularon a Fischer, una fue acerca de si alguna vez había dado refugio a un terrorista. El juez Gehrke dijo que la pregunta era irrelevante, pero Fischer aseguró que iba a contestarla con gusto y que la respuesta era un �no�. Posteriormente se supo que una integrante de la Fracción del Ejército Rojo, Margit Schiller, que no era buscada por la policía en aquel entonces, sí se alojó en la misma casa donde también lo hacía, como okupa, pero en otro departamento, el actual vicecanciller. Fischer no testificó bajo juramento, pero en Alemania es delito proporcionar intencionalmente una prueba falsa o deliberadamente incompleta. 
Fischer nunca trató de barrer bajo la alfombra su pasado radical y aun extremista en su apoyo a todos los que querían más después de haber vivido como un fracaso la rebelión estudiantil de 1968. Pero siempre su acento estuvo puesto en que nunca había llegado a aceptar los métodos de las guerrillas setentistas. Esta versión de su pasado fue reiteradas veces sostenida por quienes sí se definen hoy, retrospectivamente, como ex terroristas. 
El verde Fischer fue crucial para la coalición de gobierno alemana, que permitió a los socialdemócratas gobernar por primera vez después de 16 años de democracia cristiana del ex canciller, ahora también en desgracia, Helmut Kohl. Pero el diario Die Welt sostiene que la adhesión incondicional del actual canciller Schroeder se habría desplazado hacia otra verde, Renate Kunst, quien el mes pasado asumió, como ministro de Agricultura, toda la responsabilidad en plena crisis de la �vaca loca�. Kunst sería, a los ojos de Schroeder, siempre atento a los ratings, un reemplazo en el puesto de vicecanciller. La cuestión es que la popularidad del mismo Fischer no baja. Pero Schroeder sabe que la credibilidad de éste quedó dañada ante Estados Unidos, un interlocutor vital para Alemania y Europa. En la precisa ocasión en que el vicecanciller viaja a Washington, oficialmente para �informarse�, pero en verdad para desmarcar a Alemania de la política angloamericana con Irak. 

 

 

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