El gobierno de unidad nacional parecía un hecho en Israel. Sin embargo, ayer estalló todo por los aires. Todo comenzó cuando el premier electo, el derechista Ariel Sharon, salió a tranquilizar a algunos sectores ultraderechistas que lo apoyan respecto de las intenciones de Ehud Barak, el premier saliente, en ese nuevo e hipotético gobierno como ministro de Defensa. �Será un buen soldado de mis decisiones�, declaró. Barak le respondió ayer que �no seré soldado de nadie� y pospuso la reunión del Comité Central de su Partido Laborista para la semana que viene, postergando así la respuesta a Sharon. Mientras tanto, ayer comenzaron con varios incidentes las audiencias de una comisión investigadora de la muerte de 13 árabes israelíes en octubre en la región de Galilea, en un episodio que le valió parte de la derrota electoral del 6 de febrero a Barak.
Por su mutuo acercamiento, Sharon y Barak corren el riesgo de quedarse sin el pan y sin la torta. Sharon, porque debe asegurar a la ultraderecha que no seguirá la veta negociadora con los palestinos de Barak. Y Barak, porque dentro del laborismo algunos sectores se lo quieren comer vivo por su intención de ser el ministro de Defensa de Sharon, cuando hace dos semanas hablaba de abandonar la política. Los negociadores del Likud, el partido de Sharon, le recomendaron ayer al premier electo que suspenda los contactos con Barak hasta tanto no se aclare el panorama en el laborismo. Quizás tenga que esperar mucho Sharon. Las figuras principales del laborismo le propinan insultos a Barak. El ministro de Justicia, Yossi Beilin, dijo que asociarse con Sharon �es un despropósito�. El canciller saliente Shlomo Ben Ami lo calificó de �politiquero�. El presidente del Parlamento, Abraham Burg, dijo que Barak �contamina la atmósfera política� y el ministro de este gobierno para Jerusalén, Haim Ramón, declaró que �por culpa de él ahora estamos en el abismo�. La única laborista que lo apoya es la ministra de Medio Ambiente, Dalia Itsik, quien dijo que �hay una caza de brujas contra él�. Barak convocó ayer a 200 dirigentes a su casa, con té y pasteles, para convencerlos de que la alianza con Sharon es buena.
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