Por Esteban Pintos
Desde San Juan
El cierre de la serie rockera del ciclo itinerante de recitales gratuitos Argentina en vivo 2, organizado por la Secretaría de Cultura y Comunicación de la Nación, concluyó trágicamente. El Bahiano, cantante de los Pericos, murió sobre el escenario en el momento mismo en que la banda concluía un efectivo show, presenciado por unas 7000 personas en el tranquilo ámbito del velódromo municipal de la ciudad de San Juan. Sobre el final de �El ritual de la banana�, Fernando Hortal (tal su verdadero nombre) se desplomó sobre las tablas y el espectáculo concluyó abruptamente, entre gritos de histeria de la multitud y el estupor de sus compañeros. Sólo el guitarrista y virtual vicejefe de la banda de reggae más popular de la Argentina �lo que no significa la mejor� mantuvo cierta calma y pudo incluso intentar tranquilizar al público. Mientras su guitarra seguía descargando electricidad, Juanchi Baleirón alcanzó a murmurar un �tranquilos...� antes de irse. El resto de los músicos salieron disparados, mientras asistentes de escenario cargaban con el cuerpo del músico atacado.
Claro, como nunca antes había sucedido en un show de �rock� en Argentina, el futuro asesinado alertó a la gente que... lo iban a matar. �Ya le avisé a mi vieja también, así que no se hagan problema... Esto es para un cortometraje que se está realizando�, explicó El Bahiano a una entregada audiencia que había bailado y cantado durante hora y media. El show, en verdad, había concluido con �No me pares�, pero la puesta en escena de la �muerte� obligó a un bis-bis. Un pequeño regalo extra para un público que, en el 31 de diciembre de 1999, se había quedado con las ganas de verlos en acción. Esa noche llovió como pocas veces llueve en San Juan y el show debió suspenderse. Suficiente expectativa para que en un caluroso domingo �caluroso de verdad: al momento del recital la temperatura oscilaba en los 35 grados�, los sanjuaninos disfrutaran: a la seguidilla de canciones con estribillos ya inolvidables y, también, al jueguito del final.
La escena de la �muerte�, obviamente ficcionalizada, estará incluida en el desarrollo del cortometraje que el director Bruno Stagnaro �co responsable de Pizza, birra, faso� filmó, a velocidad crucero, entre sábado, domingo y lunes, en distintos escenarios naturales de la hermosa provincia cuyana, con centro de atención especial en el recital del velódromo municipal de la ciudad capital. Había que verlo a Stagnaro avanzar cámara en mano y casi a los empujones, abriéndose paso entre el público acompañado por un pequeño grupo de asistentes. Buena parte de la acción rodada en el césped del pequeño estadio para ciclismo �toda una pasión en la provincia, desde los tiempos de gloria del Cóndor Contreras, leyenda del ciclismo de los años sesenta y setenta� se centraba en un par de personajes de la vida real interactuando permanentemente en el límite mismo que separa la mentira y la verdad. Bongo y El Gaucho, choferes de los camiones que transportan la estructura escénica de la gira, resultaron �por decisión del joven director� los protagonistas de la pequeña historia montada alrededor del recital. Los dos caminaban nerviosamente entre la multitud con su verdadero aspecto de hombres de camión, toda una raza, buscando algo o alguien que les causaba inquietud. Además, Stagnaro elegía en el momento a los demás personajes de su cuentito filmado y contaba para ello con una pequeña multitud de extras, que se mecían o saltaban con los ritmos caribeños que Los Pericos ejecutan con mayor o menor grado de acierto, pero con indudable profesionalismo y sincronización.
Junto con Attaque 77 y Los Auténticos Decadentes, Los Pericos deben ser la banda argentina más trabajadora del espectáculo rock. Sus shows se suceden con vertiginosa frecuencia (el viernes habían tocado en Puerto Madryn, el sábado lo hicieron en Buenos Aires y a la mañana siguiente ya estaban en San Juan) y eso redundó en beneficios para su desarrollo comobanda. Hoy, con más de diez años de trayectoria, se han convertido en una verdadera máquina de entretenimiento con canciones que ya pueden merecer el mote de clásicos del pop nacional de la última década. El poder de seducción inmediato de �Parate y mira�, �Hacé lo que quieras�, �Jamaica reggae�, �Eu vi chegar� y la festejada �One way� �con ese coro que camufla en inglés chapuceado la palabra �chala�, guiño que encanta a las audiencias�, por nombrar algunas, es fácilmente comprobable en cualquier show de Los Pericos. Ellos lo saben y las entregan con entusiasmo y dedicación, tal vez las dos claves para entender cómo y por qué tienen un nombre en la música popular argentina de este tiempo.
Una banda trabajadora
Un día antes de su presentación en San Juan, los Pericos convocaron a una multitud (la exagerada cifra oficial fue de 100 mil asistentes) a un show gratuito en Parque Sarmiento, organizado por el Gobierno porteño. Allí también estuvieron los cubanos de LT (que dieron un show vocal para el asombro), Christian Basso con su interesante propuesta solista y La Portuaria, el reformado grupo que mezcla world music con pop y rock. El show de los reggae boys abundó en el material de su álbum 1000 vivos, aunque también rescató canciones (�Oh, please�, �Agradezco que respiro�, �Ska Tijuana�, las versiones de �Por una cabeza� y �Mejor no hablar de ciertas cosas�) que no sonaban hacía rato en sus conciertos, además del adelanto de �Calle luna, calle sol�, un tema salsero que integrará un tributo a su autor, el borinqueño Héctor Lavoe. A pesar del marco imponente, los Pericos no podrán decir que fue su mejor show, porque hubo inusuales pifies y entradas en falso; las quejas constantes hacia el encargado de los monitores dan una idea del origen de los problemas. De todos modos, eso no le llegó al público: la respuesta fue tan calurosa como la noche del sábado. |
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