Página/12 en España
Por Valeria González *
Desde Madrid
En sintonía con el renovado interés por lo latinoamericano que demuestra la política cultural española, el Museo Reina Sofía dedica hasta marzo la totalidad de sus salas temporarias a la megamuestra �Versiones del Sur: 5 propuestas en torno al arte de América�.
La estructura del proyecto, basada en la yuxtaposición de 5 muestras independientes �de notoria disparidad�, da a entender que no hay arte latinoamericano fuera de los discursos que lo enuncian.
�Heterotopías: medio siglo sin lugar (1918-68)� curada por Mari Carmen Ramírez y Héctor Olea, y �F(r)icciones�, a cargo de Ivo Mesquita y Adriano Pedrosa, representan dos concepciones diametralmente opuestas. La primera, tal vez la más aburrida para el espectador no informado, es sin embargo la más seria y cuidada desde el punto de vista historiográfico. La segunda, sorprendente en las asociaciones libres de su montaje variopinto. Sólo puede contribuir a la confusión general o, en el mejor de los casos, a un entretenimiento pasajero. El juego de palabras (ficción-fricción) no funciona tanto como criterio de selección de obras como de justificación para construir el relato curatorial mismo, como narrativa ficcional. En este sentido, la imaginación de Mesquita y Pedrosa es asombrosa. El elogio de la diversidad hecho en el texto de presentación (�se podrán contemplar desde óleos de hace más de 200 años hasta instalaciones de la más reciente creación�), cercano a la publicidad turística, advierte sobre la mescolanza desprejuiciada de territorios, tiempos, lenguajes y contenidos que articula la exposición. En su intención declarada de liberarse de todo rigor histórico, los curadores se proponen �mezclar y articular conceptualmente� los diversos acontecimientos de América latina, sin advertir que esas dos acciones son mutuamente contradictorias. En su engarce arbitrario, �F(r)icciones� pone en juego lo peor del formalismo posmodernista, aboliendo de cuajo toda especificidad contextual de las obras que selecciona y emparienta.
En las antípodas, Ramírez y Olea se esfuerzan por establecer las bases históricas del arte latinoamericano a través de un ejercicio documental intachable. La muestra se estructura en 5 �constelaciones� que enraizan los movimientos estéticos más importantes a sus coordenadas concretas de tiempo y lugar. La noción de heterotopía rescata el valor del arte latinoamericano como crítica lúcida del modelo pretendidamente universal de las vanguardias europeas.
�Eztetyka del Sueño�, curada por el rosarino Carlos Basualdo, si bien se desliga de toda referencia histórica lineal, se sustenta en una ideología semejante. La figura de Glauber Rocha, figura central del cinema novo brasileño, sirve como eje para rastrear en la plástica latinoamericana un modelo creativo específico, basado en el cruce entre realismo y magia como fundamento de una alternativa a la racionalidad cartesiana de la modernidad europea.
El cuerpo teórico del Posminimalismo se centra en la crítica al ideal masculino y autorreferencial de la escultura minimalista neoyorquina. Gerardo Mosquera (�No es sólo lo que ves: pervirtiendo el Minimalismo�) aplica este consabido tópico para ilustrar una vez más la idea de otredad, de periferia. Su apuesta más interesante radica en el rechazo del estereotipo geográfico, incluyendo en su selección a artistas de otros márgenes territoriales, como Sudáfrica.
�Más allá del Documento� (a cargo de Mónica Amor y Octavio Zaya) trabaja el cuestionamiento del paradigma documental en la fotografía latinoamericana. La propuesta teórica, del todo pertinente, es más ajustada que la selección de obras que la ilustra. La inclusión indiferenciada de las imágenes documentales de Marc Ferrez (siglo XIX) y las composiciones pictóricas de raíces y piedras de Fina Gómez (1950-52) debilitan el tópico, disolviéndolo en una suerte de invariante histórica.
* Crítica de arte y docente de la cátedra de Arte Internacional Contemporáneo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
GALERIAS Y ARTISTAS ARGENTINOS
ARCO llegó a 20
Una de las obras de Luis Benedit presentadas en Madrid.
Se exhiben obras de decenas de artistas argentinos. |
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Por V.G.,
Desde Madrid
Ayer concluyó en Madrid la vigésima edición de ARCO. Veinte años de empeño han convertido a esta feria de arte contemporáneo en un verdadero éxito. No sólo por el tamaño gigantesco de su estructura sino también �en lo que parece ser una particularidad del evento madrileño� por un impacto masivo reservado a las grandes estrellas mediáticas. ARCO es un acontecimiento social. Una de las razones es el esfuerzo de los organizadores en promocionar la feria de ventas como un hecho de valor cultural. Esta política es evidente en los programas de educación, como los ciclos de conferencias y los proyectos curatoriales sobre arte emergente. Este año, a las ya tradicionales secciones Project Rooms y Cutting edge, se ha añadido Open Spaces, cuyo objetivo es mostrar la importancia actual del arte en el espacio público. Ningún sector evidencia más claramente la paradoja latente en las estrategias de coleccionismo inducido. Las obras seleccionadas, objetos de significado autónomo confinadas a los patios del predio ferial, semejantes a esculturas de jardín empaquetables, son lo opuesto del modelo de intervención conceptual que investiga los problemas específicos del espacio urbano.
Este año el Reino Unido fue el invitado de honor. El acento, sin embargo, no fue puesto en los grandes nombres responsables del fenómeno conocido como YBA, sino en el efecto de multiplicación inorgánica que afectó al sistema del arte británico como consecuencia de aquel boom de los 90. Norman Rosenthal, padrino institucional de esa muestra-hito que fue Sensation en la Royal Academy, ni siquiera fue invitado. En general, toda sensación precisa estuvo ausente en el conjunto heteróclito de galerías británicas, en cuyas selecciones la sombra del YBA parece funcionar más como trauma a superar que como estímulo generador.
La presencia argentina tuvo como protagonista a la figura de Ruth Benzacar, cuya memoria fue motivo de un homenaje especial organizado por ARCO. El envío preparado por Orly Benzacar reunió obras de Costantino, Orensanz, Pombo, Porter, Reinoso, Bendit, Siquier, Gordin, Grippo, Rothschild, di Girolamo, Macchi y Kacero.
Diana Lowenstein presentó un grupo de artistas mujeres: Rivas, Bairon, Lamiel, Seeber, Warck-Meister, Padilla, Aro, Sacco y Gai. Cecilia Garavaglia, para su galería, GARA, seleccionó a Barreda, de Caro, Raúl Flores, Ana López, Hernán Marina, Schiavi, Alicia Herrero y Cabutti.
La galería Arte x Arte, especializada en fotografía, decidió arriesgarse con una muestra individual de Marcos López.
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