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Ibarra cruzó la Plaza para almorzar en la Rosada

El jefe de Gobierno de la Ciudad aseguró al presidente Fernando de la Rúa que la UCR sigue siendo el principal socio del Frepaso, aunque busque incorporaciones del justicialismo a su gobierno.

Fernando de la Rúa y Aníbal Ibarra en la Casa Rosada.

Por Santiago Rodríguez

La ciudad de Buenos Aires es para cualquier político la mejor vidriera del país y en un año electoral no es cuestión de desaprovecharla. De eso hablaron ayer Fernando de la Rúa y Aníbal Ibarra en el almuerzo que compartieron en la Casa Rosada. Y lo que acordaron para tratar de explotar al máximo esa ventaja fue darle mayor impulso a una serie de obras y temas comunes de gestión, empezando por el traspaso de la Policía Federal a la administración porteña. El encuentro tuvo también por objetivo reafianzar la relación entre radicales y frepasistas después de los resquemores que en las últimas semanas surgieron en la ciudad entre los socios de la Alianza.
De la Rúa e Ibarra almorzaron a solas. Así lo habían arreglado en los sucesivos diálogos telefónicos que mantuvieron desde el viernes, cuando el jefe de gobierno porteño solicitó la reunión. Al cabo de esos llamados sin intermediarios arreglaron también conversar de política y de la gestión en la ciudad y la premura con que el Presidente hizo un lugar en su agenda para recibir al frepasista constituye una prueba del interés de ambos en encontrarse.
Ibarra –tal como adelantó Página/12– llegó a la Casa de Gobierno con un mensaje claro: “La base de la Alianza no ha cambiado ni cambiará después de las elecciones de octubre”. Aún así, el frepasista se reservó la atribución de “tener juego propio como cualquier jefe de distrito y establecer buenas relaciones con otros dirigentes y también de pensar en la posibilidad de abrir espacios dentro de su gobierno a otras fuerzas políticas”, confió a este diario un importante funcionario porteño. “Como jefe de Estado yo también mantengo reuniones con dirigentes de la oposición”, le respondió De la Rúa.
La intención del jefe de gobierno porteño de cambiar al secretario de Salud, Marcos Buchbinder, por un justicialista agigantó una sospecha que los radicales tienen desde hace tiempo y que es la razón de los recelos que últimamente surgieron entre los socios aliancistas: que Ibarra pretende en un futuro dejarlos de lado y fundar una coalición con los peronistas.
De la Rúa se mostró conforme con que Ibarra le ratificara que sigue considerando a la UCR como el principal aliado del Frepaso y también con la idea del frepasista de dar impulso a las obras y las acciones en la ciudad. Es que la oferta de Ibarra resulta tentadora para ambos: una buena gestión le permitiría al frepasista incrementar su capital político y a De la Rúa exhibir acción de gobierno de cara a las próximas elecciones. “La idea es usar la ciudad como escenario para generar algunas de las obras que el gobierno nacional tiene previstas en el Plan de Infraestructura y que nosotros podemos gestionar”, sintetizó un porteño.
Los acuerdos fueron varios aunque en líneas generales el más concreto fue avanzar en todo lo posible en el traspaso de la Policía Federal a la ciudad mientras se espera que el Congreso sancione las leyes que permitan la transferencia formal de la fuerza de seguridad. “Hemos coincidido en que no pueden esperarse los tiempos legislativos que se requieren para el proceso de transferencia”, explicó Ibarra tras la reunión. Del asunto se encargará una comisión mixta a cargo de los secretarios de Seguridad nacional, Enrique Mathov, y porteño, Facundo Suárez Lastra.
Ibarra también impuso a De la Rúa de su idea de reflotar a mitad de precio el proyecto de construcción de la Ciudad Judicial y ambos convinieron enviar cuanto antes a la Legislatura porteña el Proyecto Retiro, sobre el cual sólo falta la aprobación final de Economía.
La alternativa de que la ciudad se haga cargo de gestionar la construcción del tramo Retiro-Riachuelo de la autopista ribereña también formó parte de la conversación, así como la posibilidad de demoler la cárcel de Caseros y desarrollar un proyecto urbanístico en su lugar, la transferencia de los terrenos ferroviarios a la ciudad y el traslado delaeroparque. Ibarra también le propuso a De la Rúa integrar una sociedad con participación porteña para administrar el puerto de Buenos Aires.

 


 

BERGOGLIO Y MEJIA, NUEVOS PURPURADOS ARGENTINOS
Cuatro cardenales, dos con voto

Por Washington Uranga

A partir de hoy los argentinos Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, y Jorge Mejía, el archivista y bibliotecario vaticano, pasarán a formar parte del grupo de cardenales de la Iglesia Católica que estarán en capacidad de elegir al sucesor de Juan Pablo II en un futuro cónclave. La ceremonia de creación (tal como se la nombra en la jerga eclesiástica) de los 44 nuevos cardenales tendrá lugar hoy en Roma, en una ceremonia que presidirá el propio Karol Wojtyla y que continuará mañana jueves cuando, en la Plaza de San Pedro, el Papa celebre la misa con los nuevos purpurados y les entregue a cada uno de ellos el anillo cardenalicio.
Con Bergoglio y Mejía suman cuatro los obispos argentinos que tienen el título cardenalicio, pero sólo estos dos están en condiciones de ser electores del pontífice porque la ley eclesiástica no habilita para tal fin a los mayores de 80 años. Tanto el cardenal Juan Carlos Aramburu, arzobispo emérito de Buenos Aires, como el cardenal Raúl Primatesta, arzobispo emérito de Córdoba, ya superaron esa edad y están retirados del gobierno de sus respectivas diócesis.
Con la designación de estos nuevos cardenales, el llamado Sacro Colegio estará formado por 185 cardenales, entre los que se cuentan 50 mayores de 80 años. El número de los electores es de 135, momentáneamente por encima del límite de 120 estipulado oficialmente por Pablo VI en la constitución apostólica “Romano Pontifice Eligendo”. Es evidente que con los actuales nombramientos Juan Pablo II ha acentuado la “internacionalidad” del colegio cardenalicio que cuenta con representantes de 62 países. Los italianos siguen siendo los más numerosos: 41, de los cuales 24 están en condiciones de elegir a un futuro Papa. Estados Unidos tiene 13 cardenales (11 electores), Alemania 9 (5 electores), Brasil 8 (7 electores) y España 7 (4 electores).
Dentro del cuadro de los eventuales electores de un nuevo pontífice el peso de los latinoamericanos será muy importante, porque es el segundo grupo regional en importancia (24 electores) ubicado sólo detrás del europeo. Entre los latinoamericanos se sumará hoy el primer cardenal perteneciente al Opus Dei, el arzobispo de Lima, Juan Luis Cipriani. La Iglesia Católica de América latina representa casi la mitad de los católicos de todo el mundo. El peso que los cardenales latinoamericanos tendrán en una futura elección lleva a que algunos analistas vaticanos afirmen hoy que existe la posibilidad de que un futuro Papa sea de esta parte del mundo. Pero, para el caso de que no lo sea, cualquier candidato tendrá que contar necesariamente con el respaldo del grupo latinoamericano.
La ceremonia de la creación de los nuevos cardenales ha sido modificada en la liturgia católica, pero mantiene signos muy fuertes de institucionalidad. Así, cuando el Papa impone la birreta sobre la cabeza de los nuevos cardenales arrodillados, el pontífice les recuerda que “es roja como signo de la dignidad cardenalicia, para significar que deben estar dispuestos a portarse con fortaleza, hasta el derramamiento de sangre, por el incremento de la fe cristiana, por la paz y la tranquilidad del Pueblo de Dios y por la libertad y difusión de la Santa Iglesia Romana”.

 

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