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Cómo sin Arafat las piedras de la Intifada llegan más lejos

Un estudio revela la radicalización de la sociedad palestina, que hoy sólo votaría por su líder histórico, Yasser Arafat, en un 28%. El fundamentalismo islámico se afianza como alternativa.

Una mujer palestina protestaba ayer
a los israelíes por la demolición de
su casa en Cisjordania.

Por Ferrán Sales *
Desde Jerusalén

El prestigio de Yasser Arafat ha empezado a caer en picada desde que estalló la Intifada: hoy sólo el 28 por ciento de los palestinos votaría en favor del presidente, en el caso de que se convocaran elecciones libres y democráticas. Esto se desprende de una encuesta realizada por la Universidad de Birzeit, en Ramalá, la más prestigiosa e independiente de los territorios autónomos, conocida como la “Harvard Palestina” y financiada por la comunidad internacional.
La pérdida de confianza en el líder palestino Yasser Arafat, quien antes de la Intifada había recuperado ciertas cuotas de popularidad tras haber respondido con un “no” a las conversaciones de Camp David –38 por ciento de apoyo en una encuesta efectuada en agosto– coincide con la radicalización de la sociedad en los territorios autónomos. La mitad de los habitantes –53 por ciento de los encuestados– apoya sin paliativos los ataques suicidas contra objetivos civiles israelíes, incluso en el interior de las ciudades situadas más allá de la “línea verde”. Sólo un 40 por ciento de los que amparan estos ataques suicidas matizan que estas acciones deben ir dirigidas contra colonos o militares, mientras que un 60 por ciento considera como válido “cualquier objetivo israelí”.
Todo estos datos revelan de manera inquietante la ascensión de una nueva sociedad palestina, que sumida en el miedo y la inseguridad –76,6 por ciento no se siente a salvo, ni sus bienes protegidos– ha empezado a sufrir trastornos o problemas psicológicos –en un 75,1 por ciento de los encuestados– y ha convertido los antidepresivos y los calmantes en medicamentos habituales de uso común, especialmente para los niños en edad escolar. Para esta nueva sociedad emergente, la Autoridad Nacional Palestina no les merece la suficiente confianza, ya que el 97 por ciento cree que es corrupta y reclaman en más de un 42 por ciento un cambio de gobierno, unas nuevas caras.
Las organizaciones fundamentalistas palestinas –Hamas y Jihad Islámica- se afianzan en los territorios autónomos como alternativas al partido gubernamental Al Fatah, que ha ido en los últimos meses perdiendo apoyo, el 26 por ciento, mientras que las dos formaciones religiosas cuentan en total con el apoyo del 23 por ciento de los ciudadanos. El trasvase de simpatizantes del partido Fatah hacia Hamas es especialmente revelador en la Franja de Gaza, donde las dos fuerzas, por primera vez en la historia, se encuentran niveladas.
El espectro del caos y de la anarquía en los territorios palestinos preocupa al 37 por ciento de los palestinos, que asegura que ha empezado a aumentar en las zonas donde ellos residen, especialmente en Cisjordania, donde hay más zonas aisladas y asediadas por el ejército israelí, que en Gaza. Se confirma así indirectamente la aparición en los territorios de nuevas estructuras de poder o clanes locales, que llenan el vacío provocado por la ausencia o impotencia de la administración de Arafat.
La desmembración y debilitamiento de la administración autónoma palestina es cada vez más patente en las grandes ciudades, donde patrullan grupos armados sin control, que suplantan a menudo las fuerzas de seguridad. La aparición de estas organizaciones están provocando la preocupación de las diferentes comisiones de investigación internacionales enviadas a la zona. Recientemente un miembro del equipo técnico de la Comisión Mitchell, encabezada por el secretario general de la ONU, Kofi Annan y el coordinador de la diplomacia europea Javier Solana, aseguraba a este diario que los “territorios palestinos están al borde del caos y la anarquía”.
Pero a pesar de todo, los palestinos continúan confiando en un 70 por ciento en las negociaciones de paz con los israelíes, aunque sólo un 12por ciento cree que con el nuevo jefe de gobierno Ariel Sharon se podrá llegar a un acuerdo. Tampoco esperan grandes apoyos por parte del nuevo presidente norteamericano George W. Bush. No habrá cambios en este sentido con respecto a la actitud de Estados Unidos, asegura el 58 por ciento de los palestinos. La desorientación y el estancamiento es total. La solución, para ellos, es más Intifada. El 44 por ciento de la población palestina esta de acuerdo con la revuelta.

* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

 


 

BARAK NO SERA MINISTRO DEL GOBIERNO DE UNIDAD
Sharon sigue sin formar pareja

Tironeado entre la fidelidad partidaria al laborismo y la tentativa de salvar lo que quedaba de su carrera política, el primer ministro israelí saliente Ehud Barak eligió ser fiel. La televisión israelí informó anoche que Barak le comunicó por escrito al premier electo, el halcón del Likud Ariel Sharon, que no asumirá –como se había acordado– el cargo de ministro de Defensa en una gran coalición entre la derecha y los laboristas. Según el informe, Barak también quiere renunciar prontamente a la presidencia de su agrupación, aunque no se apartará del Partido Laborista.
Tras su amplia derrota en las elecciones del 6 de febrero pasado, el jefe de gobierno saliente había anunciado en un primer momento que iba a retirarse por un tiempo de la política. Sin embargo, el jueves pasado acordó sorpresivamente una gran coalición con el derechista Sharon. Esta decisión le valió duras críticas, aun entre sus propias filas. En el horizonte asomaba la amenaza de una división partidaria, y acaso el fin del partido que en Israel representó al establishment desde su fundación.
En los últimos días se había creado una crisis de confianza entre Barak y Sharon, después de que éste comentara que también Peres podría ser titular de Defensa en su futuro gobierno y que dejase claro que el primer ministro saliente recibirá órdenes suyas y “será un buen soldado”. Pero en el Likud también habían anunciado que el gobierno de unidad no dependía de Barak.
En consecuencia, a partir de ahora en el Partido Laborista se abre la lucha por la sucesión de Barak como presidente de esa formación política, un cargo para el que de forma explícita o implícita se proponen los ministros Benjamín Ben-Eliézer (Comunicaciones), Haim Ramon (Asuntos de Jerusalén) y Shlomo Ben Amí (Relaciones Exteriores), así como el presidente del Parlamento, Abraham Burg.

 

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