Por Julián Gorodischer
El sociólogo encontró
su laboratorio ideal: doce personas encerradas para seguir de cerca, puestas
allí sólo para exhibirse, las 24 horas del día. Esa
y otras tentaciones fueron más fuertes que algunos prejuicios de
sus colegas, y Luis Alberto Quevedo (ex director de Ciencias de la Comunicación
en la UBA, profesor en varias carreras y posgrados) se integró
a las huestes de Gran Hermano. Este es el caso de un académico
que ahora camina, cómodo, por los pasillos de Telefé y comienza
a formular hipótesis sobre lo que puede llegar a pasar, a partir
de abril, dentro de la casa. Allí vivirán sus conejillos
por más de cien días, filmados en el baño y en la
intimidad de los cuartos, en busca del premio mayor de 100 mil dólares.
Pero éste, por ahora, es tiempo de preparar el juego y entrevistar
junto a un equipo de guionistas y psicólogos a los
preseleccionados entre 25 mil postulantes. Hay que elegir a los
más aptos para la formación de un grupo, que es mucho más
que doce personas juntas, opina en la entrevista con Página/12.
Cualquier crítico o teórico de la TV envidiaría su
rol. El puede ver de cerca la trastienda del género del siglo XXI,
el ingreso de las vidas reales a la pantalla chica. Es la sobreexposición
que todos parecerían estar buscando, mucho más que otras
recompensas. Cuando le preguntamos a la gente por sus motivaciones
dice Quevedo, aseguran que les gusta mucho mostrarse. Tanto
es así que una persona preguntó, recién al final
de la entrevista, si era verdad que había un premio de 100 mil
pesos. El dinero parece ser poco importante. Lo que vale es el juego de
cambiar intimidad por fama.
Con esta avalancha de TV voyeurista, ¿habrá que añadir
al ser nacional la cualidad del buen mirón?
El fenómeno es global, y habla de una sociedad muy voyeurista,
con una presencia muy fuerte de cámaras en los hogares y en el
espacio público. Ha crecido la pasión por la mirada, y ése
es un rasgo de época. Pero hay un aporte argentino: nuestra sociedad
es particularmente voyeurista. La Argentina tiene un espacio público
muy exhibicionista: a los extranjeros les atrae caminar por estas calles
donde hombres y mujeres se arreglan, se visten, se miran... Eso no sucede
en otras partes del mundo.
¿Cuánto del boom de Gran Hermano en el
mundo tiene que ver con un voyeurismo netamente sexual?
A todos nos atrapa una historia de pasión, si es auténtica.
Pero no sé si es tan alta la expectativa con el sexo: los participantes
tienen estrategias de ocultamiento. Para ver sexo explícito habrá
que alquilarse un video.
Gran parte del especial sobre Gran Hermano en
el mundo, que se emitió por Telefé, transcurría
en el baño. ¿Por qué ese lugar concentra semejantes
expectativas?
Curiosamente, la única preocupación común entre
los postulantes es saber si habrá cámaras en el inodoro.
No les interesa que las haya en las camas o en los baños, pero
sí en el inodoro. Les dijimos que no queremos verlos cuando hacen
sus necesidades sino privarlos de un lugar de intimidad absoluta. En ese
sentido, el baño es uno sólo para doce personas, y tienen
que compartirlo. Es un lugar un poco prohibido que da temor, y donde pasa
de todo: peleas, amor, historias de cualquier tipo. Ellos tienen que idear
estrategias para hacer algo tan cotidiano como son sus necesidades. Es
una zona límite.
También es un símbolo de lo extremo: que haya cámaras
hasta en el baño.
Eso habla de nuestras sociedades: todos sabemos que estamos sobreexpuestos
a las cámaras sin quererlo. En un peaje nos están controlando.
Todos los hombres pesados de negocios filman a la gente en sus entrevistas.
Las ciudades están muy vigiladas: hay muchos espacios deprivacidad
que dejaron de serlo. En las casas de los Estados Unidos está muy
difundida la contratación de una empresa que pone cámaras
para controlar a las mucamas. Hay zonas más entendibles, como un
banco, pero también en la intimidad hay un nuevo control.
En Gran Hermano o Expedición Robinson,
un vecino del conurbano o una estudiante de teatro pueden convertirse
en ídolos. ¿Eso democratiza el sistema de estrellas
de la TV?
Me resisto a pensar que hay una democratización. Las poderosas
empresas de la TV no tienen como objetivo producir igualdad de oportunidades.
Buscan autenticidad y gente corriente, pero no por un principio democrático.
Necesitan programas donde aparezcan sentimientos reales para conmover
al público. En los 80 hubo una crisis muy grande de credibilidad,
y la gente quedó muy desconfiada. La dictadura militar utilizó
a la TV como el gran lugar de la mentira para el armado de una historia
oficial. Desde entonces se necesitan historias sin hilos que ocultar.
¿Habrá un antes y un después del 2001 en materia
de hábitos televisivos?
Yo no creo que cambien demasiado. Pero habrá que estudiarlo:
tal vez la gente se despierte a las cuatro de la mañana para ver
qué pasa en la casa, o se quede prendida a Internet para seguir
la historia. No va a aumentar el consumo porque somos, hoy mismo, muy
consumidores, incluso más de lo que declaramos. Si leo ocho horas
teoría política, soy un tipo serio. Si miro Pokémon,
un tarado. Y eso da pudor. En general, la gente va a seguir con su vínculo
clásico, que ya es muy fuerte. La TV está encendida: en
bares, subtes, casas de amigos. Nadie puede dejar de verla.
¿Fueron muchos los prejuicios del campo académico
por su incorporación a Gran Hermano?
En Ciencias Sociales hay un prejuicio muy grande con meterse con
la sociedad. También existe con los que asesoran en campañas
políticas o hacen consultorías para empresas. Es muy bueno
meterse en una empresa, el Estado o un programa de televisión.
Yo no tengo ningún prejuicio en conocer a la sociedad desde adentro.
Del aula al estudio
¿Es compatible el ejercicio de una mirada crítica
con ser parte del equipo de producción del programa?
Mi mirada crítica parte de una aceptación: estoy
trabajando en un programa de TV. No puedo situarme fuera de ella.
Espero que esto me sirva, después, para pensar a la TV del
siglo XXI y contarlo en mis clases o artículos. Eso va mucho
más allá de esta experiencia, será una elaboración
posterior. Por ahora mi trabajo es puramente interno, y el destinatario
es el equipo de producción.
¿Cómo cree que influirá este paso por
Gran Hermano en su labor como sociólogo?
Ya estoy imaginando un libro que resuma la experiencia de
haber estado en el proyecto. Telefé no quiere que yo haga
un paper. Si yo quiero escribir, es algo mío. Son dos caras
que siempre se presentan: el trabajo profesional y el atractivo
particular. Eso sí, después de la experiencia, en
los cursos y seminarios, este paso se transformará en un
caso.
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La invasión
de la gente real
Si la pasión por Expedición Robinson
se infiltró, el año pasado, en cada charla de café
y cada sobremesa, el 2001 amenaza con llevar el recurso de ver a
los desconocidos en acción hasta la saturación. No
sólo será el turno (a partir de abril, cuando comience
la temporada fuerte) de Gran Hermano sino que será
también tiempo para la secuela de Expedición...,
que, para competir, promete más exposición de sus
concursantes y un poco más de vida real.
También llegará El bar, la versión
de un reality game show producido por Cuatro Cabezas, con Andy Kusnetzoff
en la conducción, en el cual convivirán, otra vez,
participantes en el mismo bar que deberán atender durante
el día. A esto, hay que agregar el más débil
Solos en la casa, cuya convivencia de apenas tres días
seguramente quedará opacada por los monstruos que se vienen.
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Chavela en Buenos
Aires
Chavela Vargas arribó ayer a Buenos Aires para ofrecer
un recital en el teatro Gran Rex el próximo 28 de febrero,
luego de casi tres meses de convalescencia de una grave operación.
Dos años después de su primera visita a la Argentina,
la cantante de origen costarricense pero nacionalizada mexicana,
se mostró muy emocionada de regresar a este país,
del que, según expresó me gusta la gente, la
comida y también la música. Chavela no tardó
en referirse a la enfermedad que sufrió: Dios me dio
la oportunidad de regresar luego de una operación tan grave,
pensé que no iba a vivir más, manifestó
en el aeropuerto de Buenos Aires, adonde llegó procedente
de Costa Rica. Chavela (de quien este diario ofrecerá, a
partir de este domingo, una serie recopilatoria de dos CD's) dijo
estar muy entusiasmada porque será presentada en el Gran
Rex por Pedro Almodóvar. El cineasta manchego ya la acompañó
en los shows que la cantante realizó en las ciudades de Madrid
y el DF de México. Con respecto al repertorio, Vargas expresó:
Siempre improvisamos, somos de hacer lo que se nos ocurre
en el momento, aunque se sabe que no faltarán sus clásicos,
como Macorina, Volver, volver y Que
te vaya bonito. La artista, de 81 años, fue intervenida
de urgencia, en noviembre, de una grave afección en la carótida,
que la tuvo al borde de la muerte, poco después de ser condecorada
en España con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica.
Vargas aseguró que no hay secretos para estar tan vital,
sólo alternar con la tierra, al responder sobre la
recuperación de su salud.
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