Era un clásico absoluto del cine estadounidense, pero no una pieza
de museo. El cineasta y productor estadounidense Stanley Kramer, fallecido
a los 87 años en un hospital de California, víctima de una
neumonía, fue calificado en vida como la conciencia de Hollywood.
Algunos de sus films más famosos fueron El juicio de Nuremberg,
vencedores o vencidos (1961), El mundo está loco, loco, loco (1963),
Adivina quién viene a cenar (1967) y Más allá del
amor (1979).
Quienes lo conocieron destacan que Kramer era un hombre íntegro,
inquebrantable y optimista. Cosechó éxito y reconocimiento:
en toda su trayectoria, en distintos rubros, sus películas recibieron
casi 80 nominaciones para los Oscar y ganaron 16 de los premios cinematográficos
más prestigiosos del mundo. A sus órdenes trabajaron, entre
otros, Cary Grant, Sophia Loren, Tony Curtis, Sidney Poitier, Gregory
Peck, Ava Gardner, Fred Astaire, Spencer Tracy, Burt Lancaster, Richard
Widmark, Marlene Dietrich, Vivien Leigh, Katherine Hepburn, Anthony Quinn,
Gene Hackman o Dick Van Dyke. Algunos le deben el éxito, a partir
de papeles estelares que les proporcionaron luego el Oscar, como José
Ferrer, por Cyrano de Bergerac, y Gary Cooper por A la hora señalada,
donde fue el productor elegido por Fred Zinnemann para su western en tiempo
real.
Kramer fue, también, un cineasta convencido de que debía
luchar por las buenas causas. Deslizó alegatos contra el racismo,
como en The pride and the passion, la película que protagonizaron
Tony Curtis y Sidney Poitier, encarnando a un par de presos, uno blanco
y otro negro. Diez años más tarde desnudó los rostros
ocultos de una familia blanca estadounidense de clase media en Adivina
quién viene a cenar (1967), con Poitier, Spencer Tracy y Katherine
Hepburn, uno de los primeros ensayos sobre un casamiento interracial.
Una de las frases clave del laureado realizador de El juicio de Nuremberg,
largometraje en el que sentó al régimen nazi en el banquillo
de los acusados, bien podría definirlo: Dejen saber a todos
en qué creen ustedes: en la verdad, en la justicia, en el valor
de cada una de las personas. Steven Spielberg dijo sobre él:
No sólo por el arte y la pasión que lleva a la gran
pantalla es Stanley Kramer uno de nuestros más grandes realizadores.
También es por su contribución a la conciencia del mundo.
El propio Kramer se resistía a ser elogiado como descubridor
de las películas con mensaje y dijo que nunca hizo message
movies para enseñar al público.
Con The Secret of Santa Vittoria (1969), Kramer levantó su bandera
contra la sinrazón del armamento nuclear y dejó claro los
peligros de esta vía mediante una sombría perspectiva de
futuro y Heredarás el viento (1960) constituyó una patada
contra el fanatismo religioso. Con Ship of fools Kramer realizó
una de sus películas más logradas, advirtiendo, al mismo
tiempo, sobre los peligros de cualquier ideología totalitaria.
Las actuaciones magistrales de Vivien Leigh, Oskar Werner, José
Ferrer y Simone Signoret redondearon esta obra sobre unos viajeros que
viajaban en barco de México a Alemania, país que vivía
la llegada al poder de los nazis. Antes de que se retirara en 1980, fue
durante 30 años la conciencia de Hollywood, según
lo definió el director Mark Rydell. Sin embargo, en su vida cotidiana
podía ser un tipo muy distendido e incluso era capaz de llevar
al público a reírse sin parar. Un ejemplo de ello fue El
mundo está loco, loco, loco, un largometraje para el que contrató
en 1967 a casi todos los grandes cómicos de Estados Unidos y que
supuso el contrapunto a su obra seria.
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