Por Claudio Zlotnik
En la city ya lo bautizaron
como el efecto anís. La corrida financiera en Turquía
volvió a provocar un desplome bursátil en los denominados
mercados emergentes. El índice de acciones líderes MerVal
fue el que más cayó en la región, un 4,2 por ciento,
mientras que los títulos públicos cedieron hasta 1,8 por
ciento. A su vez, el riesgo país repuntó 21 puntos, ubicándose
en los 741, retrocediendo todo lo que había avanzado en enero en
medio de la euforia por el blindaje. Junto con los nervios, volvieron
los rumores sobre supuestos cambios en el equipo económico y, según
pudo saber Página/12, fue el propio José Luis Machinea quien
se encargó de tranquilizar a sus dirigidos. Frente a la crisis
de los mercados, en el Palacio de Hacienda reflotaron la aseveración
predilecta por los funcionarios cada vez que hay turbulencias: La
Argentina no es..., aseguran ahora, como Turquía. Aunque
Daniel Marx, secretario de Finanzas, admitió que la crisis podría
tener un pequeño impacto sobre la economía.
Desde el sur, donde se encuentra de vacaciones, Machinea se comunicó
con uno de sus más estrechos colaboradores ante quien desestimó
cualquier modificación en su equipo. La versión había
circulado con insistencia entre los bancos de inversión del microcentro.
Según los financistas, la crisis turca volvió a poner sobre
el tapete a la Argentina, ya que resurgieron las dudas sobre la posibilidad
de que la economía se recupere.
Ayer, la Bolsa de Estambul cayó un 18 por ciento en medio de una
fuerte pulseada entre el mercado y el gobierno turco en torno de la paridad
cambiaria, lo que provocó una disparada de las tasas de interés.
La tasa interbancaria, por caso, trepó al 4000 por ciento anual
y el Banco Central de Turquía ya se desprendió del 30 por
ciento de sus reservas para sostener el tipo de cambio. En este contexto,
la Bolsa de México cayó 3,8 por ciento; la de Brasil, un
2,0 por ciento; y la de Chile, un 0,9. Por otra parte, el real cerró
a 2,04 unidades por dólar, lo que implica una devaluación
del 1,4 por ciento respecto del cierre anterior. En las casas de cambio,
el dólar cotizó a 2,13 reales. En Wall Street, el índice
Dow Jones perdió 1,9 por ciento y el Nasdaq, el 2,1, pero estas
caídas se relacionaron con el rebrote inflacionario que se detecta
en los Estados Unidos.
¿Por qué los problemas en Turquía afectan a mercados
aparentemente desconectados entre sí? Tal como ocurrió con
México primero, y luego sucesivamente con los tigrecitos asiáticos,
Rusia y Brasil, las turbulencias en un país emergente tienen directa
repercusión en los otros que integran el grupo. En todos estos
casos, los inversores perciben que se trata de economías fuertemente
endeudadas que necesitan del ingreso de capitales como del aire para sobrevivir.
Y que, sin ir demasiado a los detalles, especulan que si alguien de este
grupo está en serios problemas, los demás también
podrían caer en desgracia. Y por esta causa se desprenden masivamente
de bonos y acciones a la búsqueda de mercados más seguros.
Pero este escenario de por sí complicado, presenta un agravante
para la Argentina: Turquía recibió un salvataje extraordinario
por parte del Fondo Monetario, de características similares al
que se organizó para la Argentina y, no obstante ello, en ese país
la crisis se agravó. Y el final aún está abierto.
Todavía está por verse si será una tormenta
pasajera, y todo quedará como un simple susto, o si el escenario
se agravará, provocando más dificultades para la Argentina.
Me inclino por la primera alternativa, ya que Turquía no es un
centro de atracción para los inversores internacionales, como sí
lo fueron en su momento Rusia, Asia y Brasil, señaló
en diálogo con este diario Freddie Thomsen, analista jefe del holandés
ING Barings.
Pero lo cierto es que la renovada tormenta de los mercados tiene preocupados
a los funcionarios de Economía. Sin ir más lejos, ayer Economía
amplió en 250 millones de dólares la emisión original
del bono Global 2031 pagando una tasa de interés del 12,44 por
ciento anual, uncosto superior al 12,0 por ciento de un mes atrás.
Un síntoma similar ya había aparecido en la colocación
de Letras del Tesoro de anteayer. En ambos casos quedó constatado
que el aumento del riesgo país terminó quebrando la racha
bajista en los costos de financiación del Estado. El clima enrarecido
de los mercados y la suba de la tasa para el Estado obligó anoche
a Daniel Marx a quitarle dramatismo a la situación. El barco
enfrenta aguas muy movidas, pero está en excelentes condiciones,
graficó, aunque admitió que la agitación de los mercados
afectará a la economía en el corto plazo.
Por ahora, la incertidumbre por la crisis turca no tuvo impacto en el
sistema financiero. El call interbancario continuó
por debajo del 6 por ciento anual y las tasas pasivas que pagan los bancos
se mantuvieron en los mismos niveles. Pero el temor de los muchachos de
Machinea radica en que el cambio de humor de los inversores termine pinchando
las expectativas generadas por el blindaje financiero. En Economía
sostienen que la polémica en torno de la continuidad de Pedro Pou
en el Central y, ahora, los problemas en Turquía mellaron la confianza
de los financistas. Y el diagnóstico que hacen a puertas cerradas
es que si se quiebra la tendencia bajista de las tasas de interés,
muy difícilmente llegue a recrearse el círculo virtuoso
de la economía. Está claro que la Argentina necesita
de un contexto amigable para lograr el despegue. Si hacia el segundo trimestre
no hay signos claros de recuperación, la situación volverá
a ser muy difícil, apuntó Freddie Thomsen. Después
de un enero para el festejo, este mes se mostró como la contracara
de aquél. Y los viejos fantasmas han vuelto a aparecer.
La Turquía
que ve Marx
El secretario de Finanzas, Daniel Marx, se preocupó durante
toda la tarde de ayer en explicarles a los inversores extranjeros
que Argentina no es Turquía, como hace seis años
Domingo Cavallo les explicaba que Argentina no era México.
La crisis turca se generó por la existencia de una
masa importante de dinero especulativo de corto plazo que se fugó
del país, luego de un entredicho entre los principales miembros
del gobierno, dijo Marx. Y, como si fuera un funcionario del
Fondo Monetario o, peor aún, un alumno que debe delatar al
compañero de clase ante el profesor, soltó que la
situación en Turquía tenía algún grado
de fragilidad desde el punto de vista económico y financiero.
Tenían un programa que estaba teniendo desvíos importantes.
Marx visitó días atrás Ankara, participando
de la reunión del Grupo de los 20 (G-20), con lo cual fue
un testigo privilegiado de la crisis. En algunas cuestiones
vinculadas al programa acordado con el FMI había retrasos,
y a esto se le sumó que había dinero de cortísimo
plazo que había sido introducido por alguna esperanza de
gran diferencial de tasa de interés, completó
en el mismo tono.
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Los humores contagiosos
¿Qué está sucediendo en Turquía? ¿Por
qué una crisis política interna puede poner en jaque
a la Argentina? En realidad, la polarización del gobierno
turco en relación a investigaciones sobre casos de corrupción
no hizo más que dejar a la luz viejos problemas económicos
que habían quedado debajo de la superficie cuando Turquía,
al igual que Argentina, recibió un salvataje financiero de
parte del FMI, a fin de año, por 11.000 millones de dólares,
a cambio de un profundo proceso de reestructuración que incluía
privatizaciones. Uno de los objetivos era, como aquí, erradicar
el déficit de las cuentas públicas. Pero la crisis
política tumbó ese proyecto, provocando la huida en
masa de los inversores internacionales. El gobierno, que pretendía
colocar un bono a un año de plazo para
refinanciar deuda, se resignó a hacerlo a sólo un
mes. Y a una tasa de interés del 144 por ciento anual. Frente
a la desconfianza, el Banco Central turco ya perdió un tercio
de sus reservas para sostener la paridad de la lira, que flota en
una banda cambiaria controlada. Pero, como ocurrió en Brasil,
los especuladores creen que la devaluación es inminente.
La duda que flota en el ambiente es si los inversores distinguirán
entre el fracaso de un país que recibió un blindaje
(Turquía) y el destino de otro que también lo recibió
(Argentina). ¿Alcanzará con pregonar que la
Argentina no es Turquía?
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�El
coco puede caerle al Gobierno en la cabeza�
José Siaba Serrate, especialista en finanzas internacionales,
afirma que la crisis política es para la Argentina la vía de
contagio del problema turco. Para él, De la Rúa tardó en entender
que no debía sumarse a los que agitan la palmera.
Economista
y consultor
José Siaba Serrate.
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Por Julio Nudler
¿Se acabó
de golpe la luna de miel del blindaje?
En realidad, no es razonable pensar que, a partir del blindaje,
lo que seguiría es un camino lineal, en que uno recibe la plata,
sale de la recesión y crece sin obstáculos. Lo que estamos
viendo es una de las vueltas que tiene el camino. Las huellas de la
crisis están muy frescas, y Turquía tiene varios puntos
de contacto con la Argentina. Es cierto que las diferencias son más
que las semejanzas, pero en ciertas circunstancias eso no importa
demasiado. Lo que cuenta es que los dos estuvimos hace poco en la
misma sala de terapia intensiva, nos atendió el mismo médico
y nos dio la misma medicina. La probabilidad de contagio es muy alta.
Y la clave común en los dos casos es la crisis política.
¿También las crisis políticas son contagiosas?
No, pero en la Argentina están dadas algunas condiciones
para una nueva crisis: la próxima reapertura del Congreso con
la posibilidad de una revisión de los DNU, la insatisfacción
del Frepaso y de Chacho Alvarez, la falta de control del Gobierno
sobre la Alianza. Fue un error garrafal del Ejecutivo estar buscándole
un reemplazante a Pedro Pou, porque poner en cuestión la credibilidad
del Banco Central y sembrar dudas sobre su independencia hace peligrar
la apuesta al crecimiento hecha a partir del paquete financiero acordado
con el Fondo. Lo imprescindible es separar muy bien la causa judicial
del embate político contra Pou.
¿Cuáles son las diferencias con Turquía?
En Turquía hay inflación y la tasa de interés
es muchísimo más alta que en la Argentina. Allá
no podían privatizar las telecomunicaciones por oposición
política. Esa etapa la Argentina la pasó hace mucho.
Lo más grave en Turquía es que hay latente una corrida
sobre los bancos, que son muy débiles. Esto es al revés
en la Argentina. La plata del FMI sirvió para calmar a los
depositantes y detener una corrida, pero no saneó los bancos.
Por tanto, si el humor cambia se reinicia la fuga de depósitos.
Además, han estado sufriendo una grave sangría de reservas.
Y a pesar de estas grandes diferencias...
Tailandia y Brasil no tenían muchas similitudes, o Rusia
y Filipinas, pero en la misma oleada cayeron todos, cada uno con sus
propios males. No alcanza con decir no somos México, como decíamos
en el Tequila, o mostrar que no teníamos puntos de contacto
con Indonesia. Para el contagio basta con que exista un hilo conductor.
Y lo cierto es que los problemas políticos pueden volver a
provocar un cortocircuito en la Argentina, dada la turbulenta situación
de los mercados. Aunque las posibilidades argentinas de supervivencia
con el dinero del blindaje son mucho más altas que las turcas,
el peligro existe.
¿La crisis de Turquía viene entonces a rescatar
a Pou?
Creo que el Gobierno ya había entendido el riesgo de
meterse con el Central, después de haberse sumado a los que
sacudían la palmera. En algún momento comprendió
que el coco se le iba a caer en la cabeza. Este problema es como los
de un consorcio: uno tiene que pensarla bien antes de pelearse con
el que vive arriba.
¿Sólo la Argentina se ve afectada?
Brasil está sufriendo un impacto parecido. Los emergentes
en general están retrocedien- do, así como en enero,
cuando Greenspan bajó la tasa, subieron todos, Argentina un
poco más porque venía de más abajo y había
obtenido el blindaje. Pero ahora, con los títulos argentinos
de deuda más arriba, la proclividad a recibir un golpe es mayor.
El disparador del retroceso general de los emergentes son los números
de enero de la economía estadounidense, que disiparon la creencia
en una inexorable recesión, lo cual mató a su vez la
expectativa de una Reserva Federal alquilada, bajando las tasas a
cada rato. Sobre este panorama menos optimista empezó a descubrirse
que hay problemas políticos en Indonesia, Turquía, Brasil,
Argentina. Si el país saca justo ahora los pies del plato,
puede terminar en algo más o menos parecido a lo de Turquía.
¿La nueva administración Bush influye en este
enrarecimiento?
No lo afirmaría, pero hay incertidumbre ante lo desconocido.
El sorpresivo bombardeo a Irak mostró que todavía no
se sabe leer a Bush. Los cambios hasta ahora han sido menores, pero
el nuevo secretario del Tesoro ha tenido que decir varias veces que
quiere un dólar fuerte, porque su afirmación inicial
se interpretó al revés, ya que sostuvo que un dólar
fuerte deriva de una economía fuerte. ¿Significa entonces
que si la economía estuviera débil aceptaría
un dólar depreciado?
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