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Los detalles desconocidos de la
noche en que asesinaron a Natalia

Estuvo con dos camioneros que se hacían pasar por policías, uno de ellos parecido al Gallo. Siete personas dicen que se le acercó un móvil policial. Una causa que suma puntos oscuros.

Natalia Melmann –a la izquierda– con amigos en una vieja foto familiar.
La situación de El Gallo Fernández dependerá de un análisis de ADN pendiente.

Por Carlos Rodríguez
Desde Mar del Plata

La madrugada en la que fue asesinada, Natalia Mariel Melmann no sólo estuvo en tres boliches distintos sino que, en diferentes momentos, la vieron reír y la vieron llorar; estuvo bailando con quien era su “amigovio”, pero también trató de “arreglarse” con su ex novio –que estaba acompañado por otra chica– y anduvo conversando con todo el mundo, como buscando amparo. Esa circunstancia facilitó la labor del o los asesinos, que aprovecharon el estado de una chica que apenas tenía 15 años y sufría su primera pena de amor. De la lectura de la causa –a la que tuvo acceso parcial Página/12– surge que el único elemento firme que podría condenar a Gustavo Daniel “El Gallo” Fernández sería la confirmación, prueba de ADN mediante, de que es suya la piel hallada bajo las uñas de la víctima. Si el estudio tiene resultado negativo, habrá que intensificar la investigación de la pista policial y aclarar el extraño rol que jugaron dos camioneros que se hacían pasar por agentes de la División Narcotráfico de la Federal.
“Nosotros le advertimos el riesgo que representaba someterse al análisis de ADN y que podía negarse, pero él aceptó que le tomaran las muestras de sangre y eso estaría demostrando que está seguro de lo que dice”, afirmó a este diario Martín Ferri, uno de los abogados defensores del Gallo. El letrado confirmó que ahora se pidieron otras dos pericias, sobre un trozo de tela blanca que estuvo en la escena del crimen, sobre cabello, y otros análisis de sangre del hasta ahora único imputado. Las pericias deberían realizarse mañana, pero es posible que los abogados defensores pidan el traslado de Fernández a Mar del Plata –está alojado en la unidad de máxima seguridad de Melchor Romero, en La Plata– y eso podría producir una demora.
En su declaración indagatoria, como ya se sabe, el Gallo afirmó que fueron “dos policías” los que la llevaron –uno de ellos declaró como testigo en la causa– y señaló a un tercero como posible partícipe. Los tres nombres, que se mantienen en reserva junto con el resto de la declaración de Fernández, coinciden con los cinco que citó en su denuncia Gustavo Melmann, quien le aseguró a este diario que el actual detenido “nunca pudo haber sido el autor del crimen, estoy seguro”. En el barrio donde vive el Gallo, todos coinciden en definirlo como “un chorro de poca monta que no sería capaz de cometer un crimen como éste”.
“Si acá no estuvo la policía, por qué se abrojó con nosotros el abogado (Andrés) Barbieri, que estuvo vinculado con los policías involucrados en el caso Cabezas”, disparó el papá de Natalia, justificando en forma retroactiva su decisión de cambiar de letrado patrocinante. En la causa, por lo menos siete testigos relataron en forma coincidente que el chofer de un móvil policial conversó brevemente con Natalia la noche del crimen, cuando la joven se dirigía hacia la zona del vivero donde luego apareció asesinada. Y dicen que la acompañaba un hombre “morocho y corpulento”, que sólo dos testigos dijeron que “podría haber sido” el Gallo Fernández.
Una mujer dijo que vio a Natalia enfrente del boliche Amadeus y que la recuerda muy bien porque el hombre que la acompañaba, supuestamente el Gallo, hizo girar a la chica y comentó a la testigo: “¿Mire si no es linda como una modelo?”. Curiosa actitud de un hombre que, a esa altura de los acontecimientos, por lo menos tenía la intención de cometer algún abuso sexual con la joven, si es que se confirma que es él el asesino. Antes, la víctima había estado tomando algunos tragos en el bar La Cantina, donde conversó con los dos camioneros que se hacían pasar por agentes de narcotráfico “sólo para tomar cerveza gratis”, según coincidieron los dos barman del lugar.
Después, Natalia estuvo bailando en Chihuagua con César, su “amigovio” (así definió la relación el testigo), pero finalmente se fue a Amadeus,donde tuvo un entredicho con su ex novio Juan Maximiliano y con la nueva novia de éste, Daiana. En esas circunstancias apareció el Gallo. Durante la noche del final trágico, Natalia estaba “muy alegre” y su humor iba de la risa al llanto. Su “amigovio” sostuvo que tenía “aliento etílico” y que parecía perdida. Una joven que estaba en La Cantina dijo que la retó por estar “con esos viejos chotos”, por los dos camioneros pseudopolicías, y que Natalia le dijo que se iba “a pasear” con uno de ellos, de aspecto físico parecido al Gallo. Uno de los dueños de Amadeus dijo que los policías que iban en la camioneta que se paró al lado de Natalia “estaban de civil”. Esto no coincidiría con lo dicho por los policías que estaban en el móvil, que como se encontraban de servicio debían estar uniformados. ¿Era el mismo móvil? O hubo un segundo coche, como dice el Gallo.

 


 

UNA NENA DE 7 AÑOS APARECIO MUERTA EN OLAVARRIA
Un asesinato al regreso del almacén

Jennifer salió de su casa de Olavarría el martes a la noche: iba hasta el almacén en bicicleta. Pero esa fue la última vez que sus padres la vieron con vida. Tras una extensa búsqueda, el cuerpo de la nena de 7 años apareció en la mañana de ayer en un baldío. En medio de la conmoción del barrio, quedó detenido un hombre que había merodeado por el lugar. Acababa de cumplir una condena de 19 años por violación en la cárcel de Neuquén.
La nena era hija de Miguel Angel Falcón, de 32 años, sargento de la Policía Bonaerense, que se desempeña en la división Narcotráfico de Azul y de Vivian Caroni, de 33 años. Viven junto a su otro hijo, Ezequiel, de 13, en el barrio Acupo de Olavarría, habitado mayormente por familias de policías y agentes penitenciarios. Cuando los Falcón notaron que Jennifer tardaba demasiado en volver del almacén, salieron a buscarla. Allí les dijeron que la nena se había llevado un paquete de azúcar un buen rato antes.
Tras la denuncia, se montó un gran operativo para encontrar a la nena: unos 50 patrulleros e incluso un helicóptero equipado con un sistema infrarrojo barrieron la zona en busca de ella, sin éxito. Apareció en cambio su bicicleta, una hebilla y ropa de hombre ensangrentada. Fue entonces cuando detectaron, según la versión policial, a un hombre que algunos vecinos señalaron por su “actitud sospechosa” y que habría intentado escaparse. Fue detenido y tras un interrogatorio de tres horas habría confesado el crimen, siempre según fuentes policiales, y dado a conocer el paradero del cuerpo.
El cuerpo de Jennifer apareció en el descampado cerca de las 11 de la mañana. Estaba desnuda, con evidentes signos de violencia y habría sido violada. Su muerte se debió a los fuertes golpes que recibió en la cabeza y en el rostro.
Poco después, el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires formalizaba la detención del sospechoso: se trata de Mario Oscar Sayago, de 53 años, quien había cumplido una condena de 19 años por violación en la cárcel de Neuquén y había sido liberado hace pocos días.

 

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