Por Alejandra Dandan
Sobre la persiana de un galpón
de Núñez quedó pegado el cartel de duelo. Es el frente
de una concesionaria de Mercedes-Benz. Su dueño, Jürgen Nathan,
era la víctima. Ayer, a las 7.45, tres ladrones entraron para asaltarlo.
Encerraron a veinte empleados en los baños. Buscaron en vano dinero
y a Jürgen lo tiraron al suelo. No hubo disparos, ni siquiera le
sacaron el reloj. Quince minutos más tarde, cuando llegó
la policía, el dueño de la concesionaria había sufrido
un paro. Tenía antecedentes cardíacos. Si no atravesaba
una situación de puro estrés como ésa, mi tío
seguía vivo, dijo a Página/12 una sobrina del empresario
vienés, ex corredor de TC durante los 70. Ayer, mientras
se multiplicaban los casos de asaltos y tiroteos en la ciudad y unos cuatrocientos
policías cuidaban la marcha de los desocupados en el Centro, esa
cuadra de Núñez quedó recluida al silencio.
En Arribeños 3132 la persiana blanca está baja: Cerrado
por duelo 21/02/01, indica un letrero. La concesionaria quedó
completamente cerrada desde la mañana. En la calle casi no hubo
movimientos. Son pocas las casas de la cuadra y la mayor parte se protege
con alarmas y rejas. La dueña de la casa de al lado del galpón
ni siquiera sabe que tiene un vecino muerto. Atiende el portero eléctrico
y enseguida sale al balcón: No abro, disculpe pide;
en el barrio hay muchos robos.
Unas horas antes se había producido uno. No hubo disparos, pero
sí una muerte ridícula.
Habían pasado quince minutos desde que Jürgen había
abierto el galpón. Y casi una noche completa desde que despidió
al funcionario de la embajada alemana que ahora enloquece ahí,
sobre el frente: Pero anoche, anoche nomás me había
dicho que se sentía un poco mal, que andaba con la gota.
Habían quedado en encontrarse para cambiar unos papeles. En
este país de mierda dice el funcionario ya no se puede
estar.
Los tres ladrones habían entrado camuflados como clientes. Dejaron
un auto estacionado en la calle. Adentro se dividieron trabajos. Uno subió
a chapa y pintura, en la planta alta del galpón y encerró
en un baño a los diez empleados que estaban ahí. Abajo,
en tanto, los otros dos se apuraban: uno exigió al dueño
la plata, el otro se ocupó de los mecánicos, dos electricistas,
un armador y el lavador de los Mercedes del negocio. También ellos
fueron encerrados.
Jürgen no tenía plata en las cajas, pero igual las abrió.
Los ladrones ahí descubrieron el depósito vacío.
Eran aves de paso: batida no hubo, porque guita acá nunca
hay, dijo horas después Angel Avila, encargado de custodiar
ahora ese taller cerrado.
Los tres ladrones, antes de irse, revisaron lo que llevaban los empleados.
Sacaron doce pesos, diez del encargado y dos de un mecánico. Se
fueron con la plata y también con dos alianzas. Pero, además,
con el puñetazo resuelto en seco, para el dueño del local.
Lo dejaron tendido en el suelo, acá muestra Avila
abajo de la escalera. Uno de los mecánicos que había
sido encerrado en el baño se comunicó desde su celular con
uno de los talleres vecinos. Quince minutos después, cinco patrulleros
frenaban en Arribeños. Jürgen Nathan, el hombre que en el
78 participaba de la única edición de la carrera más
larga del mundo, conocida como la Vuelta a la América del Sur,
ya estaba muerto.
La concesionaria de Mercedes-Benz en Núñez estaba abierta
desde hacía dos meses. Hasta allí, el empresario había
tenido otras dos empresas de autos y otros dos robos como antecedente.
Tenía 65 años y trastornos de insuficiencia cardíaca.
Estaba bien dice ahora de vuelta, su sobrina, si no
se lo hubiese forzado a pasar una situación de estrés como
ésta, hubiese vivido otros veinte años.
Ahora existe un debate judicial sobre la responsabilidad que podrían
tener los tres delincuentes. Si se prueba que la muerte fue consecuencia
del asalto, podrían recibir penas de entre 10 y 25 años
de prisión. Hayque probar la relación causal entre
el asalto y la muerte por infarto, y que es absoluta y directa del asalto,
indicó sobre el tema una fuente judicial.
Al lado del taller hay otra casa, también de altos, y con rejas.
En la puerta está Guillermo Delgado.
¿Existe miedo en el barrio?
Vivís un poco paranoico dice, pero te acostumbrás.
Un día de tiros
y robos
Se lo acababan de decir: No le abras la puerta a nadie.
El dueño de la farmacia desoyó la recomendación
de sus vecinos. Tres hombres entraron a su local y lo mataron. Fue
ayer a las once, en Boedo. Entraron al negocio cargados de armas
para pedir dinero. El farmacéutico se resistió y antes
de huir le descargaron una balacera de tiros en el pecho. Este fue
otro de los episodios que ayer durante todo el día fueron
causando zozobra en varios puntos de la ciudad.
A la misma hora que mataban al farmacéutico de Maza y Salcedo,
otros dos ladrones entraban a un local de ropa deportiva en pleno
centro. En el lugar, ubicado en el barrio de San Nicolás,
encerraron a todos los empleados. Cuando estaban por irse, fueron
detenidos por la policía. Durante el día además
fue asaltado un Disco en Belgrano (ver aparte).
Tal vez la simultaneidad de hechos delictivos tuvo que ver con que
a esa hora, unos 400 policías tuvieron que dedicarse con
exclusividad a la custodia de una marcha de desocupados que se instalaron
frente al Ministerio de Trabajo.
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