Por Raúl Kollmann y Cristian Alarcón
El viaje a Cariló
es extraño. Mariano Perel y Rosita estuvieron diez días
en Acapulco; llegaron un miércoles y el viernes ambos se subieron
a la camioneta para ir a Cariló. Esto es absolutamente inusual.
Mariano era un workaholic un trabajador compulsivo, que jamás
hizo una cosa así antes: tomarse una vacación después
de otra. Tampoco eran una pareja que solía compartir tanto tiempo
juntos. Con estas palabras, dos allegados a los Perel describieron
otro de los aspectos poco claros del caso. Estos amigos íntimos
de la pareja sostienen que en los últimos tiempos Mariano insistía
en que Rosita tenía una enfermedad incurable, leucemia, desmentida
por los forenses, y que eso pudo tener importancia decisiva en lo sucedido,
es decir que el propio Perel organizó la muerte de ambos, él
por la catástrofe financiera que vivía y ella por su enfermedad.
Otros allegados no comparten esta idea y creen que detrás de la
trama sólo están los gravísimos problemas de Mariano,
incluyendo algún intento de extorsión, bastante habitual
en él.
Los allegados también perciben ahora algo extraño en la
familia: Desde hace unos días no quieren hablar con nadie.
O saben algo de lo que ocurrió o recibieron el famoso CD que Perel
grabó en su computadora o encontraron algún dato sobre seguros
de vida, le dijo a Página/12 uno de los hombres más
cercanos a Rosita. Ayer, los investigadores dieron a conocer que se encontró,
en uno de los vasos de la última cena, una huella digital que no
corresponde a ninguno de los integrantes de la pareja. Podría ser
de un tercero o de un policía descuidado. También se confirmó
lo adelantado por Página/12: el mensaje final fue impreso en la
empresa en la que trabajaba Perel.
A casi tres semanas de la muerte de los Perel, allegados y amigos no descartan
ninguna de las hipótesis:
u Que actuó un asesino profesional contratado por alguno de los
enemigos del financista.
u Que el propio Perel contrató a un asesino profesional para matarlos
y simular así un homicidio, tal vez para cobrar un seguro de vida
o para dejar el camino a un juicio al Citigroup, para el cual trabajaba.
u Que Perel le pegó un tiro en la nuca a su esposa y después
se suicidó, también con un tiro en la nuca.
Estos viajes de Mariano y Rosita son más que raros insisten
los allegados. El era hiperquinético, eran contados los momentos
en los que paraba de trabajar y eso de tomarse dos vacaciones seguidas
es poco creíble. En México se le cayó una operación
que estaba intentando y, con la total asfixia económica que tenía,
no hay explicación para ese viaje de relax a Cariló. O estaba
huyendo o se estaba despidiendo. La verdad, me los imagino decidiendo
un pacto suicida en Acapulco.
Todos los amigos coinciden: en las últimas semanas insistía
una y otra vez con el cáncer de Rosita. Me lo dijo unas 15
veces, le aseguró a este diario un compañero de emprendimientos.
De todas maneras, eso no significa nada porque era una especie de
hipocondríaco. Jonathan (el hijo) se desmayó en Nueva York
y ya estaba mandando mails de un médico a otro porque decía
que era cáncer. Con lo de Rosita era igual: en los últimos
tiempos aseguraba que lo de ella era un cáncer en la sangre, leucemia,
incurable. Yo no le creí mucho, remarcó otro allegado.
Según se señaló ayer desde Dolores, hoy se entregará
en la fiscalía un informe forense completo en el que se confirma
que Rosita tenía una enfermedad en la sangre, pero no tan grave
como lo sostenía Perel.
Hay otros amigos del financista que están convencidos de que las
muertes fueron obra de un killer contratado por alguno de sus enemigos
(ver aparte): Mariano era un psicópata, no hay dudas, y habló
de suicidio no sólo recientemente sino cuando tuvo que dejar el
Banco Mercurio. Pero lo que no se puede entender en esa trama es que haya
matado o haya mandado amatar a Rosita. Eso no encaja. ¿Alguien
lo quería matar? Con la hecatombe económica que tenía,
con deudas millonarias, es posible que haya intentado extorsionar a alguien.
En ese terreno, arrinconado, seguro que no tenía límites.
La polémica sobre lo que pasó en cabaña 32 igualmente
se transforma en unanimidad cuando hablan de lo extrañamente cerrada
que está la familia en este momento. Saben algo, sugieren
todos.
Ayer se confirmó otro adelanto de este diario: las dos cartas que
Perel escribió antes de salir a Cariló fueron ambas a Miami
y ambas a su banco, el Republic de Nueva York, sucursal Miami. La entidad
fue adquirida hace un tiempo por HSBC, pero conserva su nombre. Hay dos
datos interesantes: es obvio que quiso asegurarse y por ello mandó
una por Correo y otra por Federal Express. Además, el destinatario
fue Jimmy Smith, el oficial que manejaba su cuenta y una persona en la
que Perel confiaba totalmente.
Otra novedad de ayer fue la detección, en uno de los vasos usados
en la noche de las muertes, de una huella digital que no pertenece a los
Perel. En rigor, por ahora no es una gran prueba: los propios investigadores
creen que podría ser la huella de un policía bonaerense.
Por último, también se confirmó lo anticipado por
Página/12: el mensaje final fue impreso en Antfactory. Esto sigue
reforzando la hipótesis de que el financista fue protagonista de
lo que pasó: escribió e imprimió el mensaje y de
su propia arma salieron los disparos. O él diseñó
el plan macabro o estamos en presencia de un eximio asesino profesional.
El autor ideológico
Los investigadores han dicho que será más fácil
encontrar al autor ideológico que al autor material de las
muertes de los Perel, o sea que supuestamente el asesino profesional
ya desapareció del país, pero queda el enemigo del
financista que le pagó al killer.
Malas noticias. Los enemigos de Perel se cuentan por decenas:
Son numerosos los familiares,
amigos y otras personas que le dieron dinero para invertir y él
usó la plata para vivir en el lujo, dejándolos sin
nada.
Son también numerosas
las personas con las que hizo giros de dinero, lavando la plata.
En muchos casos venía del contrabando, en otros de la evasión
impositiva. Perel era un especialista en girar dinero negro.
Todos los que lo conocen
dicen que Perel era un extorsionador. Vaya una prueba. Tal como
adelantó Página/12, en uno de los discos rígidos
que usó dejó el rastro de una extorsión a un
banco argentino en el que trabajó: al final de la carta decía:
Si me pagan los 800.000 dólares, el imperio continúa.
Si yo hablo, el imperio se cae. Esa extorsión es de
1998.
Por último, hay que decir que hasta el último criminalista
sabe que detectar al autor intelectual de un delito es más
que difícil y en los pocos casos en que se logra es porque
primero se detuvo a los autores materiales, que son los que cantan
quién pagó la operación. Un ejemplo es el caso
Cabezas.
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LA
AUTOPSIA NO DESCARTA LA VIOLACION A NATALIA
A peritar el cabello del Gallo
Por Carlos Rodríguez
Desde Mar del Plata y Miramar
Una serie de pericias ordenadas
por la Justicia tienden a develar un tema espinoso, que agrava el crimen
de Natalia Melmann: aunque se dijo públicamente que no está
probado que hubo violación, esa posibilidad nunca ha sido descartada,
tal como lo indican varias constancias que obran en la causa. Desde el
vamos, en el informe de la autopsia al que tuvo acceso Página/12,
los tres forenses concluyeron en forma rotunda que la presencia de pantalones
jeans bajados, bombacha y corpiño semiarrancados son elementos
que autorizan a sospechar demblèe (de golpe, en forma
rápida) en una agresión sexual, consumada o no, seguida
de muerte. Para determinar el hecho, los fiscales antes de
ser recusados por la familia Melmann habían solicitado varias
pericias, entre ellas las que deben realizarse hoy sobre un trozo de tela,
perteneciente a una prenda íntima de la víctima. También
se tomarán muestras del cabello de Gustavo El Gallo
Fernández, para saber si dejó sus huellas sobre el cuerpo
de la joven.
Otro dato importante de la autopsia realizada por los peritos Jorge Tonelli,
Mario Lago y René Baillieau, en presencia de Graciela Melmann,
médica y tía de la víctima, es el haber señalado
la posibilidad de que hubiera participado más de una persona en
el homicidio. Si bien toda esta tarea pudo haber sido realizada
por una única persona de contextura física normal, no debería
descartarse la participación de más de un actor, tomando
en consideración la mecánica de transporte, reducción
y sometimiento de la joven en el predio donde fue hallado el cuerpo.
Tanto la posibilidad de una violación como la participación
de por lo menos dos personas es la hipótesis que defiende a rajatabla
el padre de la víctima, Gustavo Melmann. El miércoles, en
Miramar, en presencia del escribano Mario Vera, el papá y sus abogados
hicieron un procedimiento en un descampado ubicado sobre la calle 20,
entre 37 y 39. En el lugar encontraron un saco de color marrón
y una caja de preservativos. En principio, la prenda similar a una
que supuestamente extravió Natalia la noche del crimen no
fue reconocida por el hermano de la joven.
Sin embargo, los Melmann mantienen su hipótesis, que se completa
con la presunción de que el crimen ocurrió en otro lugar
y que luego la llevaron al vivero, entrando por un camino alternativo
de aparente fácil acceso, aun llevando una carga pesada. Los peritos
disienten con esa postura: No existen elementos para suponer que
la muerte fuera provocada en otro lugar distinto a donde fue encontrado
el cuerpo, fue la frase que dejaron asentada en el informe sobre
la autopsia.
Sobre la posible violación, dejaron constancia de que no
se observaron a nivel de vulva y ano lesiones macroscópicas patognomónicas
de violencia sexual, pero aclararon que la descomposición
del cuerpo conspira contra este diagnóstico. Por eso,
además de las muestras tomadas en todas las cavidades se realizó
el arrancamiento de vello pubiano y peinado de la zona, para detectar
la presencia de pelos genitales no pertenecientes a la víctima.
Fuentes judiciales dijeron a este diario que todas las pericias ordenadas
deberían estar listas para antes de mediados de marzo, fecha en
la cual debe resolverse la situación procesal del único
detenido. Como dato complementario, los peritos señalaron en su
informe que la contextura de la víctima (medía 1,76
y pesaba cerca de 70 kilos) permiten suponer que el verdugo debió
ejercer una fuerza considerable para vencer su resistencia o bien
tuvo que utilizar algún traumatismo que oficiara de anestesia
previa o tóxico o droga que limitara su voluntad y conciencia.
Esa noche, como ya se dijo, Natalia había bebido unas copas.
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