Por Mariana Carbajal
Seis militares, de 23 a 28 años,
murieron ayer y otros dos sufrieron graves heridas al caer por la ladera
del cerro Tronador, en la mayor tragedia que se recuerda en esa montaña
de Bariloche. El grupo, formado por suboficiales y oficiales de distintas
provincias, participaba de un curso de la Escuela Militar de Montaña,
de esa ciudad de Río Negro. Las víctimas, atadas entre sí
por una soga, estaban llegando a uno de los picos del Tronador, de 3300
metros de altura, cuando desbarrancaron y cayeron por una pendiente helada,
según informó escuetamente el jefe de la Escuela, teniente
coronel Héctor Madina. Experimentados andinistas consultados por
Página/12 atribuyeron el fatal accidente a la técnica
arcaica de escalamiento aplicada por los uniformados. Por
las características del pico se recomienda que la cordada sea de
tres personas y no de ocho. El problema es que los militares tienen estándares
de seguridad que los exponen a accidentes, opinó Nicolás
de la Cruz, andinista con más de veinte años de trayectoria
e instructor de la Asociación Argentina de Guías de Montaña.
Anoche permanecían internados en terapia intensiva del Hospital
Privado Regional de Bariloche dos suboficiales oriundos de Mendoza: José
Rubira, de 24 años, y Federico Trilli, de 21, ambos con pronóstico
reservado. El estado de Rubira era muy grave: tenía hemorragias
internas y estaba conectado a un respirador artificial. Según informó
el sanatorio, ambos jóvenes sufrieron traumatismos craneoencefálico,
con hemorragia cerebral. Trilli, quien se encontraba lúcido, además
tuvo fractura de la clavícula y omóplato izquierdo. En un
principio, los sobrevivientes fueron tres, pero uno de ellos falleció
al ingresar al hospital, debido a las serias lesiones que sufrió
en la caída.
El accidente ocurrió alrededor de las 9.30 en las proximidades
del pico Argentino, uno de los tres que tiene el cerro Tronador, ubicado
a 60 kilómetros al sur de Bariloche. Los ocho militares cayeron
por una ladera de la montaña, hasta un sector llamado La
Depresión, más plano, rodeado de picos, donde existen
profundas grietas. Toda la zona está cubierta por hielos y nieves
eternas. Además del grupo accidentado, participaban del ejercicio
de alta montaña más de setenta militares.
Los heridos fueron rescatados con helicópteros del Ejército
poco después del mediodía, pero debido al excesivo viento
que reinó ayer en la zona la búsqueda de los cuerpos de
los fallecidos debió intentarse por tierra. Al cierre de esta edición
todavía no habían podido terminar con el operativo. A pesar
de la conmoción que produjo la catástrofe en la ciudad rionegrina,
el Ejército mantuvo un estricto hermetismo. Desesperados, desde
distintas provincias, decenas de familiares de los uniformados que participaban
del curso de montaña llamaron durante la tarde a los medios de
comunicación locales en busca de información. Recién
después de las 20, el Estado Mayor General del arma dio a conocer
la nómina de muertos: los tenientes Juan Manuel Soria (de La Plata)
y Fabián Ardito, los subtenientes Gonzalo Sánchez y Cristian
Espinoza, el sargento Nelson Garrido y el cabo Luis María Gómez.
Se cayeron ocho personas porque los militares tienen la particularidad
de seguir conceptos un poco arcaicos para escalar, consideró
el experimentado guía de montaña Nicolás de la Cruz,
quien la semana pasada estuvo en el Tronador con un contingente de andinistas
y en 1994 fue alcanzado por una avalancha en el mismo cerro cuando estaba
acompañado por otras nueve personas, tres de las cuales fallecieron
a causa del alud. No es recomendable ascender al pico atados de
a ocho. Lo recomendable son cordadas de tres. Una cordada de ocho es segura
para avanzar en un glaciar, porque si uno cae en una grieta, los otros
siete los levantan. Pero no para un ascenso, opinó De la
Cruz. La misma evaluación hicieron otros dos andinistas consultados
por este diario, que prefirieron el anonimato. El problema es que
los militares tienen estándares deseguridad que los exponen a accidentes.
He visto que han sufrido muchos, pero quedan tapados porque ellos mismos
disponen de los medios de rescate y los hechos no trascienden, agregó
De la Cruz, aunque aclaró que nunca antes se había producido
uno tan grave como el que ensombreció ayer al Tronador.
RUCKAUF
Y UNA POLEMICA SOBRE LOS VIOLADORES
A merced de los degenerados
Al mismo tiempo que una multitud
conmocionada despedía los restos de Jennifer Falcón en Olavarría,
una nueva edición de la polémica en torno a la excarcelación
de los delincuentes despuntaba en La Plata. El gobernador Carlos Ruckauf
aprovechó el shock generado por la brutal violación y asesinato
de la nena para arremeter una vez más contra la ley del dos por
uno y contra la Justicia. Las mujeres y los chicos, sin distinción
de sexo, están a merced de estos degenerados y es parte de una
política legislativa y judicial permisiva que tiene que acabar,
argumentó.
Jennifer Falcón, de siete años, salió de su casa
rumbo al almacén en la noche del miércoles y nunca volvió.
Tras una extensa búsqueda su cuerpo apareció sin ropa y
con signos de violencia en un descampado. En realidad, fue el propio acusado
el que guió a la policía hasta el lugar: tras un largo interrogatorio,
confesó que había matado y violado a la nena y hasta dijo
saber que se trataba de la hija de un policía.
No era el primer delito de esta índole de Mario Oscar Sayago. Había
cumplido una condena de 19 años en Neuquén por la violación
y muerte de dos mujeres madre e hija, tiempo que se vio levemente
reducido por una serie de medidas y por la ley del dos por uno. Un aspecto
dramático del caso es que Sayago puede haber sido el autor de otro
crimen similar -violación y muerte un año atrás,
en Neuquén.
La víctima en ese caso fue Graciela Mendoza, de seis años
de edad, quien desapareció el siete de febrero del año pasado
en inmediaciones de la terminal de ómnibus. Días después,
cuando aún su cuerpo no había aparecido, un hombre invitó
a dos niños en la terminal a que lo acompañaran, ofreciéndoles
comprarles un pancho. Cuando estaban cerca del terreno baldío el
mismo lugar donde un mes después fue descubierto el cadáver
de la niña sospecharon del hombre. Uno de ellos forcejeó
con él y escaparon corriendo. Algunos testigos del hecho aportaron
datos del individuo, que era Sayago, y la investigación siguió
sus pasos: lo detuvieron en Olavarría. Fue procesado por tentativa
de corrupción pero después de seis meses de detención,
la Cámara Criminal dispuso su libertad por falta de pruebas. La
sombra de esos delitos ahora se vuelve sobre Sayago. Ayer, el detenido
se negó a declarar y fue trasladado al penal de Sierra Chica.
El dos por uno no se quiere derogar y yo insisto que hay que cambiarlo,
subrayó ayer Ruckauf y reflexionó que ese mecanismo terminó
siendo un instrumento de los abogados sacapresos para poder
sacar de la cárcel a degenerados como este hombre. Este caso,
sin embargo, excede el debate del dos por uno. Sayago debía salir
en el 2004, es decir que la reducción de su condena estuvo
19 años preso no fue tan significativa. Lo fundamental en
este caso parece ser la compulsión a repetir el delito. Esta característica,
que se reitera entre los acusados por violación de menores, ha
generado en otros países políticas tales como dar a conocer
a través de Internet la liberación de estas personas o colocar
carteles en el vecindario advirtiendo de su presencia, todas medidas muy
controvertidas.
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