Por Cledis Candelaresi
Entre las causas más
urticantes que acaba de heredar el juez Gabriel Cavallo del suspendido
Carlos Liporaci, hay una referida a la concesión de los aeropuertos
que amenaza generar un escándalo institucional y advierte sobre
los mecanismos que utilizan algunos funcionarios para dictar normas que
comprometen el interés público. Sin embargo, la investigación
número 2727 no tuvo bajo la dirección de aquel cuestionado
magistrado el impulso esperado, que ahora sí podría darle
su joven colega del juzgado número 4, quien se enteró casi
por azar de este vidrioso legado, aparentemente ausente en el arqueo de
trámites pendientes. El pleito fue promovido por la diputada frepasista
Alicia Castro, quien denunció modificaciones al contrato de concesión
de aeropuertos, realizadas a través de una resolución de
Economía muy ventajosa para la sociedad que preside Eduardo Eurnekian.
Pero tal vez más inquietante que esos presuntos beneficios al grupo
privado son los indicios de que esa polémica norma habría
sido redactada en las propias oficinas de Máximo Bomchil, apoderado
societario de Aeropuertos Argentina 2000.
La resolución es la 266 del 5 de marzo de 1998, firmada por el
ex secretario de Transportes Armando Canosa días después
que los principales aeropuertos del país fueran adjudicados a AA2000,
y que el contrato de concesión resultara aprobado por decreto.
Esa norma precisa algunos aspectos del acuerdo contractual que formaba
parte del pliego como un anexo, sobre los que el flamante concesionario
pidió aclaraciones al gobierno a través de sucesivas notas.
Entre los seis puntos clarificados por Canosa, dos parecen especialmente
relevantes. Uno es el que autoriza expresamente al grupo a prendar las
acciones para financiar su plan de inversiones. El otro es el que refuerza
el compromiso estatal de entregarle la plena disponibilidad de los
bienes integrantes de los aeropuertos a transferirse. En ese párrafo,
la resolución alude expresamente a las concesiones y otros
convenios, contratos, permisos de uso y comodatos con plazo no vencido,
que el Estado se obliga a liberar adoptando a tal fin todas las
medidas administrativas y/o judiciales necesarias, obligándose
como no lo había hecho en principio.
Los asesores legales de la Unión de Usuarios y Consumidores entidad
a través de la cual la diputada Castro formuló su denuncia
aseguran que aquellos añadidos dan pie al reclamo que Eurnekian
formuló contra el Estado para que lo compense en una suma multimillonaria,
básicamente con el argumento de que no liberó a tiempo muchos
de esos espacios apropiados para la explotación comercial. Este
pleito, por el que Eurnekian llegó a reclamar hasta 200 millones
de pesos, no está definitivamente cerrado.
Desde los primeros días de febrero Bomchil cursó varias
notas al Poder Ejecutivo, buscando aclarar los alcances de ciertos puntos
del pliego y del contrato, incluso antes de que éste fuera ratificado
por el decreto 163/98. Esta inquietud empresaria habría sido el
disparador de una secuencia poco cristalina, según surge del expediente
judicial que hasta ahora habría llevado Liporaci sin mucho vigor.
Los tres primeros directores del por entonces incipiente órgano
regulador, Carlos Martino, Enrique Spinedi y Alfonso Ensink, aseguraron
ante la justicia federal que el viernes 6 de febrero de 1998 recibieron
del entonces secretario de Control Estratégico de la Jefatura de
Gabinete, Miguel Solé, el modelo de una nota de respuesta que ellos
debían dirigir a Aeropuertos Argentina 2000, en su condición
de reguladores. Ante una consulta de Página/12, uno de ellos aseguró
que ninguno quiso firmar ese texto, porque no habrían querido comprometerse
con una decisión que podría resultar legalmente cuestionable.
El papel que la Secretaría de Control Estratégico dependencia
de Jefatura de Gabinete, subordinada a Jorge Rodríguez habría
hecho llegar por fax a Martino y Spinedi, no sólo incluía
la obvia recomendación deagregar el membrete del Orsna
sino que tendría al pie las iniciales de las secretarias del estudio
Bomchil, luego citadas a declarar. En Tribunales, las empleadas habrían
reconocido que, efectivamente, ellas redactaron el texto por orden de
Guido Tawil, socio del apoderado de Eurnekian.
Mientras aquellos directores renunciaban y Rodolfo Barra se alistaba para
asumir al frente del Organo Regulador del Sistema Nacional de los Aeropuertos
(Orsna), el entonces secretario de Transporte, Armando Canosa, asumió
la responsabilidad de responder las inquietudes de AA2000 a través
de la resolución 266, que reproduce el texto supuestamente tipeado
en lo de Bomchil.
La investigación judicial, que hasta hace días dirigía
Liporaci, tuvo dos etapas. Una primera en la que se investigó a
Canosa y a Rodríguez por el supuesto incumplimiento en los deberes
de funcionario público, ya que ambos habrían alterado las
reglas de una privatización y con presunto perjuicio para el Estado.
El ex secretario de Transporte menemista resultó sobreseído,
pero la Cámara de Apelaciones del fuero Criminal y Correccional
ordenó seguir investigando a Rodríguez, cuya situación
ahora podría resultar más comprometida.
La segunda etapa habría dado lugar al hallazgo de la nota inicialada,
que permitió a los investigadores judiciales inferir que la resolución
oficial reprodujo a pie juntillas el texto redactado en las oficinas de
Tawil y Bomchil. Ahora el juez Cavallo deberá evaluar per se si
este hecho está efectiva y fehacientemente probado, y, en tal caso,
si constituye un delito. Al mismo tiempo, tendrá que resolver si
convoca a Rodríguez y, en tal caso, si lo hace para tomarle declaración
indagatoria, paso previo a un eventual procesamiento.
Claves
Entre las causas que
el juez Gabriel Cavallo heredó del juzgado de Liporaci, se
encuentra una denuncia sobre la privatización de aeropuertos
que compromete seriamente al ex jefe de Gabinete de Carlos Menem.
El cambio de una cláusula
del contrato de concesión, realizado con posterioridad a
la adjudicación, favorecería a Eurnekián habilitándolo
para una demanda millonaria contra el Estado.
Según se pudo
comprobar durante la investigación, la cláusula respectiva
fue redactada en las mismas oficinas del apoderado de la sociedad
concesionaria, Máximo Bomchil.
En su oportunidad, los
tres directores del organismo regulador de aeropuertos (Orsna),
renunciaron a sus cargos después de negarse a convalidar
el cambio de cláusulas, que consideraron legalmente cuestionable.
Aunque la causa habría
avanzado en la comprobación de varios de los hechos denunciados,
transcurridos tres años desde su inicio todavía no
fue citado a declarar el principal responsable, Jorge Rodríguez.
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MULTIPLES
JUICIOS PARA UNA SOLA PRIVATIZACION
Causas olvidadas y no tanto
La transferencia de expedientes
de Carlos Liporaci a Gabriel Cavallo no sólo puede imprimirle un
giro distinto a la causa por supuestos sobornos en el Senado, sino también
a algunas de las que involucran al consorcio presidido por el empresario
Eduardo Eurnekian, que en tres años ya protagonizó públicos
entredichos con funcionarios, socios y otros empresarios con negocios
en las estaciones aéreas. Quizás el diligente titular del
juzgado 4 acelere el desenlace de la número 2727, que aparenta
estar dormida.
Días pasados, con el paquete de causas en plena transición,
la secretaría correspondiente tomó declaración a
uno de los tres ex directores del Orsna involucrados en ese proceso promovido
por la legisladora del Frepaso y dirigente de las azafatas. Sin embargo,
ni el actual titular del ente regulador ni el propio consorcio adjudicatario
tienen presente este voluminoso trámite, que amenaza comprometer,
básicamente, al jefe de Gabinete menemista, Jorge Rodríguez,
máxima autoridad responsable en la privatización de los
aeropuertos.
Para el titular del Orsna, Eduardo Sgüiglia, el único expediente
tramitándose en las oficinas del juzgado que dirigía Liporaci
es aquél en el que Eurnekian y su socio, Manuel Korzín,
se disputan el control accionario del consorcio. Los disturbios societarios
habían promovido la intervención de la empresa a través
de la Sindicatura General de la Nación, a la que la Justicia encomendó
la misión de garantizar el buen funcionamiento de la sociedad.
Ahora, el frepasista Rafael Bielsa está a punto de dar por concluida
su misión, entendiendo que la empresa ya marcha en orden.
Del mismo modo, Aeropuertos Argentina 2000 parece tener en el olvido el
pleito en el que el ex secretario de Transporte, Armando Canosa, fue sobreseído,
y la preocupación empresaria está centrada en cómo
conseguir una reducción circunstancial o definitiva de su canon
anual de 171 millones, o precisar qué inversiones debe ejecutar
indefectiblemente, incluido el aeroparque metropolitano. Casualmente,
Cavallo heredó otra causa, también promovida por Alicia
Castro, esta vez contra la idea de construir una aeroísla sobre
el río.
En la historia sí quedó, por ejemplo, la controversia legal
entre el Poder Ejecutivo y el Congreso, que hizo trastrabillar esta privatización
en su primer momento. Finalmente, fue la Corte Suprema de Justicia la
que puso fin al entredicho entre los poderes, cuando avaló la decisión
de Carlos Menem de convocar a licitación y aprobar pliegos por
decreto, omitiendo la opinión del debate parlamentario.
Del mismo modo, nada garantiza que en el futuro no sigan proliferando
otros juicios que involucren la concesión de los principales aeropuertos
del país. AA2000 aún tiene la posibilidad de discutir en
los tribunales la decisión de la Sigen, que días pasados
le reconoció el derecho de cobrar 18 millones de pesos por una
serie de conceptos que para el grupo debían reportarle una indemnización
bastante más sustanciosa.
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