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Un estudio muestra que no por
mucho correr se llega más temprano

Si en las principales autopistas un auto va a 130 en vez de a 100 se gana apenas medio minuto. El resultado de los controles.

Los controles fotográficos hicieron bajar la velocidad.
Según expertos, los accidentes
se deben a “velocidad inadecuada”.

Por P. L.

Es correr por correr, nomás. Especialistas en seguridad vial se tomaron el trabajo de medir cuánto tiempo ganan realmente (si no chocan) los automovilistas que transgreden la velocidad máxima: no más de medio minuto se llega antes, en las principales autopistas, por ir a 130 en vez de a 100 por hora. En el último tiempo se extendió a varias avenidas el control fotográfico de la velocidad y los funcionarios del gobierno porteño están satisfechos con los resultados. Persisten, sin embargo, las dificultades, para que las sanciones se cumplan efectivamente y sigue sin ponerse en marcha el Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito, lo cual de hecho impide aplicar la más efectiva de las sanciones, que es el retiro de la licencia de conducir.
La Autopista 9 de Julio Sur tiene 3,5 kilómetros de extensión: un vehículo que circulara a una velocidad constante de 100 kilómetros por hora tardaría 2,1 minutos en recorrerla; a 130 kilómetros por hora, tardaría 1,6 minutos. La diferencia es de 0,5 minutos. Si el cálculo se aplica a la Autopista 25 de Mayo, cuya longitud llega a 10 kilómetros, la diferencia entre los 100 y los 130 no pasa de 1,4 minutos. Hugo Fernández, del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), estableció matemáticamente por qué vale la pena respetar las velocidades máximas. “La suposición de que el exceso de velocidad permite ahorrar tiempo es falsa.”
En rigor, “la velocidad en sí misma no es causal de accidente: si lo fuera, todos los automovilistas de Fórmula 1 se matarían”, observa Fernández. Lo que causa accidentes es “la velocidad inadecuada”. Por ejemplo, “la avenida Cantilo, que tiene señalizada una máxima de 80 por hora, no es totalmente cerrada: hay salidas de autos, entradas a clubes”. Además, “a velocidades altas el conductor está demasiado exigido, se estresa, termina con las piernas temblorosas, está al tope, no tiene suficiente batería de respuestas ante imprevistos y es más probable que cometa errores”, puntualiza Fernández.
Desde el 15 de enero, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires extendió el control de velocidades máximas al perímetro delimitado por la Avenida General Paz, Directorio, San Juan, Paseo Colón, Leandro N. Alem y el Río de la Plata. La vigilancia se efectúa mediante sistemas fotográficos a cargo de las empresas Siemens Itron y Meller. Según Horacio Blot, subsecretario de Tránsito y Transporte de la Ciudad, en las últimas semanas “disminuyó la cantidad de infractores: tanto en las autopistas como en las principales avenidas de la ciudad, los vehículos están circulando ordenadamente, cumpliendo las velocidades máximas”. En cuanto al transgresor sitio de Internet que delata lugares donde están las cámaras de violación, “no nos preocupa porque la información que da es incompleta e inexacta”. Por lo demás, el funcionario admitió que “es demasiado pronto para evaluar si disminuyeron los accidentes”.
También es demasiado pronto para asegurar que hayan disminuido las infracciones. Rodolfo Chávez, gerente de la concesionaria Siemens Itron, dijo a este diario que en las últimas semanas están confeccionando “unas 2000 actas diarias”, un 20 por ciento menos que en diciembre, pero admitió que la diferencia podría explicarse por la disminución del tránsito en época de vacaciones.
Según la Dirección General de Infracciones del gobierno porteño, de las 240.000 infracciones registradas entre marzo y junio de 2000 –primera etapa de aplicación del sistema fotográfico–, se bajó en la segunda etapa, desde octubre pasado, a 96.800. Pero Lautaro Erratchu, titular de esa Dirección, admite que “entonces lo interrumpimos porque nos parecían razonables los cuestionamientos a ciertos criterios que se empleaban para sancionar”. El único progreso cuantificable es que “la velocidad promedio de los autos en infracción, que era de 142 kilómetros por hora el año pasado, es de 118 kilómetros en las últimas semanas”, según señaló Chávez. En cuanto a si los infractores llegan a pagar efectivamente las multas, “todavía no podemos evaluar la cobranza porque no vencieron los plazos que se otorgan a los infractores”, puntualizó Chávez. Las sanciones prescriben al año o dos, según la gravedad de la falta.
–Internacionalmente, se contempla el retiro de la licencia de conducir para faltas graves o reiteradas –comentó Página/12.
–El nuevo Código de Faltas aprobado por la Legislatura, que entrará en vigencia en abril, considera la inhabilitación por dos a seis meses para conductores profesionales, y por diez días para particulares, por exceso de velocidad –respondió Erratchu. (Ver recuadro.)

 

Las vivezas criollas

Por P.L.
“En nuestras fotos se ven claramente los CDs y también se detectan los números de chapa patente”, cuenta Rodolfo Chávez, gerente de la concesionaria Siemens Itron, refiriéndose a los vivos que ponen compactdiscs en las lunetas o junto a las chapas, suponiendo que la luz reflejada hará ilegibles los números identificatorios. En cuanto a las placas de plástico o acrílico que, antes de las chapas, supuestamente impedirían que el número saliera en la foto, “no hemos detectado nada, y es claro que nos daríamos cuenta”, dice el gerente de la concesionaria, que sería el primer interesado en hacer conocer esas transgresiones.
Horacio Blot, subsecretario de Tránsito y Transporte de la Ciudad, agrega que “el que cubre la patente con una placa de plástico puede incurrir en infracción por ‘chapa patente no visible o ilegible’, penada con 210,80 pesos de multa”.

 

Sacarles la licencia

Por P.L.
“La inhabilitación para conducir siempre existió en el régimen de faltas porteño, pero nunca sirvió porque el inhabilitado cruza la General Paz y consigue otra licencia”, destaca Eduardo Bertotti, del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV).
El problema “es la falta de funcionamiento del Renat, el Registro Nacional de Antecedentes de Tránsito, que fue creado pero no funciona efectivamente. Su entrada en actividad permitiría la intercomunicación entre las más de 1500 bocas de expendio de licencias que hay en todo el país”, explica Bertotti.
En Estados Unidos, “muchos estados tienen un sistema de puntaje: el conductor empieza con 10 puntos y por cada infracción grave –exceso de velocidad, violación de luz roja– se le restan puntos; cuando llega a 0, nunca más se le renueva la licencia. Un sistema parecido hay en Gran Bretaña. En Suecia, ante la reiteración de una infracción grave se retira directamente la licencia. Pero cualquiera de estos sistemas exige una centralización de los datos”, cuenta el titular del ISEV.
Según comentó también Bertotti, la noticia de que “en enero hubo menos muertes en las rutas” –que el 2 de febrero fue tapa de un matutino que no es Página/12– “se refiere sólo a las rutas turísticas que fueron transformadas en autovías: la separación física entre los sentidos de dirección logra que no haya impactos frontales y disminuye la mortalidad. Pero, en cuanto al total del país, enero de 2001 tuvo una tasa de mortalidad similar a la del año pasado”.

 

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