Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


EL VIH VUELVE A AUMENTAR ENTRE LOS GAYS DE SAN FRANCISCO
La falsa ilusión de los cócteles

El contagio del VIH se duplicó desde 1997 en esa comunidad gay, patrón del estilo de vida de otros grupos homosexuales. Allí vuelven a asumirse conductas de riesgo porque muchos creen que, gracias a los avances en los tratamientos combinados, el sida ya fue derrotado.

Miedo: �Lo que agrava el problema es que la gente está menos preocupada por infectarse. No hay tanto miedo como cuando contraer el sida equivalía a una pena de muerte�.

Un acto en Washington para
impulsar la lucha contra el sida.

Ricardo M. de Rituerto *
Desde Chicago

El virus del sida vuelve a cabalgar con fuerza entre los gays de San Francisco, el patrón que marca la tendencia en el estilo de vida de los homosexuales en todo el mundo. La incidencia de la infección por el virus del sida, o VIH, se ha más que duplicado desde 1997, cuando se alcanzó la tasa más baja de personas afectadas. De representar el 1,04 por ciento de los nuevos casos de infección de hace cuatro años se ha pasado al 2,2 por ciento. Las cifras se disparan entre los gays que se inyectan droga por vía intravenosa: del 1,99 por ciento al 4,6 por ciento. Los epidemiólogos atribuyen el fenómeno a la publicidad sobre los engañosos buenos resultados de los tratamientos combinados, que hacen creer que la enfermedad está prácticamente vencida y se puede volver a las conductas de riesgo.
Hace unos años, contagiarse por el virus del sida equivalía a una inmediata sentencia de muerte. Hoy, los tratamientos médicos y los cócteles de fármacos han creado la impresión de que el sida es ya una enfermedad crónica con la que se puede llevar una vida normal, larga y saludable, imagen en muchas ocasiones sostenida con anuncios publicitarios en los que bellos ejemplares masculinos parecen vivir sin problemas con el virus o la propia enfermedad. Esa mezcla de relativa seguridad, una supervivencia más larga y el hastío por las prolongadas cautelas se han convertido en un cóctel fatal.
La amenaza ha sido descubierta en la compilación de datos de dos docenas de estudios realizados por la Universidad de California en San Francisco (UCSF) entre 10.000 homosexuales. En la ciudad del Golden Gate viven unos 47.000 gays, de los que alrededor de 10.000 están infectados por el virus.
La investigación estima que el 2,2 por ciento de los 37.000 hombres sanos, unos 814, se verá afectado este año por el virus. La cifra de nuevos infectados está muy por debajo de las que se producían en los años setenta y ochenta, cuando se diagnosticaban miles de nuevos casos cada año, pero muy por encima de donde se creía estar y, sobre todo, marca un preocupante cambio de tendencia. Hace cuatro años, la infección sólo alcanzó al 1,04 por ciento de los homosexuales.
El 80 por ciento de los casos de sida está contenido en la comunidad gay de la ciudad. “La gente prefiere no hablar de cosas difíciles y no tomar precauciones si cree que tiene a mano fármacos que los pueden ayudar”, explica Tom Coates, director del Instituto de Investigación del Sida de la UCSF, seropositivo desde 1985 y uno de los autores del trabajo. “La idea que los gays tienen de su liberación es poder mantener relaciones sexuales con quien quieran. Es romper barreras morales. Pero eso conlleva riesgos letales y a la comunidad gay le resulta muy duro aceptarlo”, añade.
Los responsables de la lucha contra el sida están sobrecogidos e intentan explicarse el fenómeno. “Como las nuevas terapias permiten a los afectados por el sida vivir más tiempo, crece la población con riesgo de extender la infección”, manifiesta Sandy Schwarcz, responsable del servicio de control del sida del Departamento de Salud Pública de San Francisco a Los Angeles Times. “Pero lo que agrava el problema es que la gente está menos preocupada por infectarse. No hay tanto miedo como cuando contraer el sida equivalía a una pena de muerte. Ven a personas con sida que llevan vidas aparentemente normales y bajan la guardia en las prácticas de sexo seguro”.
Willi McFarland, director de la unidad de seroepidemiología del mismo Departamento de Salud Pública, confirma que los homosexuales están bajando la guardia. En las encuestas, los entrevistados reconocen “que están teniendo más relaciones sexuales con gente que saben que tiene el sida y con gente de la que no saben nada”. Steven Tierney, jefe de los servicios municipales de prevención contra el virus, y Coates hablan también de un cierto cansancio psicológico: “La gente ha seguido prácticas de sexo seguro durante mucho tiempo y se ha hartado”. Ir más allá de las barreras morales supone en este caso negarse a reconocer las barreras sanitarias.
San Francisco es la brújula que marca hacia dónde va el mundo gay. Coates ha observado que el número de infectados ha crecido también en Sydney, otro edén homosexual, y en la canadiense Vancouver. En Nueva York, los negros constituyen el grupo más atacado por el sida. Un reciente estudio ha descubierto que uno de cada tres gays o bisexuales de raza negra de entre 23 y 29 años es seropositivo, frente al 2 por ciento de blancos y el 14 por ciento de hispanos en la misma horquilla de edad.
Al mismo tiempo, la promiscuidad sin precauciones hace que la comunidad homosexual se vea asaltada por otras enfermedades como la sífilis o la gonorrea rectal, según datos de los Centros para el Control de la Enfermedad (CDC) en Atlanta. En San Francisco, Nueva York, Chicago, Seattle o Miami se han disparado los casos de enfermedades de transmisión sexual. En Los Angeles, el 70 por ciento de las nuevas incidencias de sífilis se han dado entre varones que ya estaban sometidos a tratamiento contra el VIH.
Para hacer frente a esta nueva amenaza, la ciudad de San Francisco se está planteando una nueva campaña publicitaria con premisas, cuanto menos, discutibles. “Ya no es suficiente recomendar el uso del preservativo. Ahora vamos a pedir que la gente se fije con quién tiene relaciones. Sé consciente de cómo estás. Entérate de la situación del otro”, explica McFarland. Los expertos insisten en que hay que corregir la imagen de cura milagrosa que han creado algunos laboratorios en una comunidad ansiosa por que así sea, y subrayar que la farmacopea lo más que hace es posponer el problema, no eliminarlo. Joseph Catania, profesor de la UCSF, es pesimista: “Francamente, hemos perdido la pista de la enfermedad”.

* El País, especial para Página/12.

 


 

EN ARGENTINA NO CRECIO LA INCIDENCIA ENTRE GAYS
Una baja que aún perdura

Por P. L.

En la Argentina, la tasa de incidencia del sida ha descendido sostenidamente para la categoría hombres que tienen sexo con hombres, a la vez que sigue creciendo la infección entre mujeres heterosexuales. Según la directora de la Unidad VIH/sida del Ministerio de Salud, “hay reglas de juego que las parejas homosexuales suelen seguir mejor que las heterosexuales”. No obstante, también hay indicios de que las nuevas generaciones de gays, que no sufrieron la experiencia de presenciar cómo la enfermedad mataba a sus parejas, pueden estar menos atentas a la prevención.
Según los datos de la Unidad VIH/sida del Ministerio de Salud de la Nación, desde que comenzó la epidemia en 1982 hasta 1990, para el 60 por ciento de los varones que enfermaron, la vía de contagio fue hombres que tienen sexo con hombres. A partir de ese año, esta proporción cae por debajo del 40 por ciento y desde 1997 se estabiliza en un 30 por ciento. Estas cifras no dan cuenta de infecciones recientes, ya que suelen pasar varios años hasta que la persona infectada se enferma.
Mabel Bianco –directora de la Unidad VIH/sida– estima probable que “la tasa de infección se haya mantenido relativamente baja estos últimos años para hombres que tienen sexo con hombres”. Bianco observa que “ciertas reglas de juego suelen ser más fáciles de seguir; ciertos temas, más fáciles de abordar en parejas homosexuales que en las heterosexuales: por ejemplo, sostener el acuerdo de que, luego de un testeo conjunto de VIH, en caso de que alguno tenga una relación por fuera de la pareja se cuide con preservativo”. Por lo demás, entre los gays tendría menos fuerza “el mito de que se puede ‘saber cómo es la persona’ con quien uno tiene relaciones: nunca se puede saber de antemano si alguien está o no infectado”, destaca Bianco.
No obstante, Rafael Freda, de la Sociedad de Integración Gay Lésbica Argentina (Sigla), comenta que “algunos chicos de 20 años tienden a cuidarse menos porque no han vivido la experiencia cercana de la muerte por sida: de los 20 primeros que hicimos el test en la Argentina, solamente dos quedamos vivos”. Por otra parte, Freda advierte que “a diferencia de Estados Unidos, donde la comunidad homosexual, al estructurarse en forma de ghettos, genera un circuito de autorreinfección con poca salida al resto de la población, en la Argentina hay pocos límites entre la población homosexual y la heterosexual. También hay menos límites entre las clases sociales: la clase media baja y la clase pobre cogen mucho más entre sí que en Estados Unidos, de modo que los cambios de conducta en cada sector repercutan inmediatamente en los demás”.
César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina, no estima que los gays en general hayan bajado la guardia en prevención y destaca que “hoy la población más en riesgo se ubica en distintos grupos, como las travestis, los sectores carenciados en general y las mujeres en especial”. Cigliutti estima que “acá, el éxito de las terapias contra el VIH fue acompañado por una mayor atención a las conductas preventivas”.
En el mismo sentido, el psicólogo Mario Burgos, presidente de la Fundación Red, estima que “en los primeros años, la asociación necesaria del sida con la muerte hacía que la gente no le prestara atención o le prestara una atención compulsiva, sin vincularlo con su vida cotidiana y, por lo tanto, sin adoptar conductas preventivas. Hoy, como hay posibilidades de enfrentar la enfermedad, la asociación con la muerte es menor y la gente puede pensar en el tema. Sigue habiendo dificultades para la prevención, pero se vinculan más bien con los prejuicios contra el preservativo, la mala calidad de vida de mucha gente y la condición social de las mujeres, que son el sector donde más está creciendo la infección”.

 

PRINCIPAL