El subcomandante Marcos abandonó La Realidad. No es que el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se haya sumergido en el
mundo imaginario, en la ficción, aunque podría ser el caso,
si el gobierno mexicano no cumple con algunas medidas que debe tomar.
Tampoco se trata de pensar que la realidad se escriba con mayúsculas;
es tan sólo una localidad de la Selva Lacandona, en el estado mexicano
de Chiapas. Ni siquiera se trata de que Marcos haya abandonado esa localidad
después de cuatro años. La noticia es otra. Ayer, los principales
dirigentes del EZLN iniciaron una larga marcha por 12 estados mexicanos
cuyo destino es el Congreso, en México DF., y cuyo objetivo es
establecer las bases para la paz en los estados mexicanos que tienen gran
población indígena, y entre los cuales Chiapas es emblemático.
La larga marcha zapatista llegó ayer a San Cristóbal de
las Casas, donde concentró a manifestantes de los cuatro puntos
del estado, y ahora se dirige a Juchitán, estado de Oaxaca.
La última vez que el subcomandante Marcos había salido del
cuartel general zapatista en La Realidad fue precisamente hacia San Cristóbal
de las Casas, durante la última ronda de negociaciones con la Comisión
de Concordia y Pacificación (Cocopa), el órgano legislativo
creado para mediar en el conflicto armado. Desde entonces, las relaciones
entre los zapatistas y el gobierno del presidente Ernesto Zedillo no cesaron
de deteriorarse. Hasta que llegó la asunción de Vicente
Fox como presidente, poniendo fin a 71 años de gobierno ininterrumpido
del Partido Revolucionario Institucional (PRI). El presidente derechista
y el subcomandante Marcos se desafiaron para reactivar las negociaciones.
La base de estas negociaciones, las que supuestamente se iniciarán
en México D.F. en unos días, es simple: los zapatistas reclaman
que se retiren las tropas del Ejército de Chiapas, que se liberen
a todos los presos zapatistas de las cárceles mexicanas y que se
apruebe la ley de los derechos indígenas, redactada por la Cocopa
en 1996 y que es resultado directo de los Acuerdos de San Andrés
de Larraínzar de ese mismo año. El gobierno de Fox ordenó
algunas pequeñas medidas puntuales de distensión, como el
retiro de unas pocas tropas y la liberación de unos pocos presos
zapatistas, dispuesta por el flamante gobernador de Chiapas, Pablo Salazar.
Pero detrás de estas cuestiones a negociar se montó toda
una pulseada simbólica: si los zapatistas debían ir o no
armados al DF, si debían seguir encapuchados o no, si el Congreso
los recibiría formalmente o no, etc. La pulseada enrareció
el clima y comenzaron los primeros fuegos cruzados, hasta que el mismo
subcomandante Marcos denunció anteayer que este clima
es una maniobra de Fox para apropiarse de las banderas zapatistas y cargar
las culpas de un eventual fracaso de las negociaciones a los líderes
indígenas exclusivamente.
Antes de salir de La Realidad, Marcos entregó sus armas, un revólver
nueve milímetros y un subfusil Star, al mayor Moisés,
uno de sus lugartenientes. Luego se subió a una camioneta con vidrios
polarizados. En unas horas llegó a San Cristóbal de las
Casas, punto de encuentro de los delegados zapatistas. De allí
saldrán hoy a la mañana hacia Juchitán los 24 líderes
zapatistas que terminarán en México DF. Si se cumplen
las tres señales que pedimos, allí comenzará el diálogo,
anunció Marcos.
|