Por Gabriel A. Uriarte
Durante su campaña, George
W. Bush intentó despejar los temores hacia el aparente unilateralismo
de sus propuestas al prometer que serían implementadas en
estrecha consulta con nuestros aliados y la comunidad internacional.
Hasta ahora esa prioridad no fue muy evidente. La reciente consulta
del secretario de Defensa Donald Rumsfeld con sus colegas europeos, por
ejemplo, fue básicamente una arenga donde enfatizó que Estados
Unidos desarrollaría su sistema antimisiles como cuestión
moral y criticó la creación de una fuerza militar
independiente de la Unión Europea. Por el cargo que ocupa, y por
sus propias inclinaciones, el secretario de Estado Colin Powell no puede
ser tan brusco. Sin embargo, en la gira que inició ayer por Medio
Oriente carga con la muy difícil tarea de defender políticas
que han aislado al país al que representa, especialmente los ataques
contra Irak. Ayer, en su encuentro con el canciller ruso Igor Ivanov en
El Cairo, Powell admitió que los recientes bombardeos hasta
cierto punto hicieron que mi viaje sea más difícil.
Ivanov fue mucho menos discreto. Nadie esperaba que podríamos
superar nuestras diferencias, el único objetivo del encuentro era
demostrar que nuestros países siguen abiertos al diálogo
constructivo, enfatizó en una conferencia de prensa conjunta
con Powell. Aunque se pensaba que Ivanov atacaría a su colega por
el proyecto de defensa antimisiles (NMD) de Bush, ayer consideró
más provechoso centrarse en lo que en estos momentos es el flanco
más débil de Estados Unidos: los ataques contra Irak. Bush
y el secretario de Defensa Rumsfeld adoptaron una posición de indiferencia
ante las casi unánimes críticas desde la comunidad internacional,
pero Powell, cuyo trabajo es precisamente manejar las relaciones con esa
comunidad, no podía darse ese lujo. Y ayer traicionaba su esquizofrénica
posición. Lanzaremos ataques contra Bagdad cuando creamos
necesario porque Saddam Hussein debe entender que estamos dispuestos a
montar operaciones militares en el Golfo Pérsico, disparó
acorde con el discurso duro de su jefe. Pero después admitió
que, sí, sería necesario consultar con nuestros aliados
la próxima vez que lancemos una operación militar.
Luego del satisfactorio encuentro con Ivanov, Powell se dirigió
a Israel para una breve visita de un día. Pero aquí también
corría con desventaja, ya que en cierto sentido su interlocutor
no existe. Es que el premier electo Ariel Sharon todavía no ha
logrado formar un gobierno, y hasta entonces Powell dijo que esperará
para definir la posición norteamericana hacia Israel y el proceso
de paz. Lo único que se sabe con certeza es que Sharon quiere que
Washington interfiera menos, mientras que Yasser Arafat, por los mismos
motivos, busca lo opuesto. En este caso, al menos, Powell no deberá
actuar como el ombudsman de su propio gobierno.
Claves
El secretario de Estado
norteamericano, Colin Powell, comenzó ayer en Egipto su gira
por Medio Oriente. Su encuentro más importante allí
fue con el canciller ruso, Igor Ivanov, quien criticó los
recientes ataques norteamericanos contra Irak. Powell admitió
que Washington debería consultar con sus aliados la próxima
vez que ordene un ataque.
A la noche viajó
rumbo a Israel, donde se reunirá con el premier electo Ariel
Sharon. Su visita será muy breve. El secretario de Estado
ya aclaró que no fijaría una posición hacia
la política de paz del nuevo gobierno israelí en tanto
que esa política y ese gobierno todavía no existan
debido a las dificultades de Sharon en formar un gabinete de unidad
nacional.
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PAUL
ROGERS, DE LA UNIVERSIDAD DE BRADFORD
Las sanciones se derrumbarán
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Profesor de Estudios de la Paz
en la Universidad de Bradford y autor de Losing Control: Global Security
in the XXI Century, Paul Rogers dialogó con Página/12 sobre
el futuro de las sanciones a Irak, que a su juicio se desmoronarán
en los próximos meses.
¿Cuál es el futuro de las sanciones?
Las sanciones se encuentran en estado terminal desde hace cierto
tiempo porque no cuentan con el apoyo de los países de la región.
Irán, Turquía, Siria, Jordania no hacen ningún esfuerzo
por impedir el contrabando de mercaderías. Incluso países
como Francia, Rusia y China opinan que las sanciones no tienen sentido.
Varios hechos recientes simbolizan claramente este fracaso: los cada vez
más frecuentes vuelos internacionales a Bagdad, los vuelos internos
comerciales que violan la zona de exclusión aérea, la visita
del presidente venezolando Hugo Chávez. Además, con el aumento
del precio internacional del petróleo, Irak se ha convertido en
un país mucho más rico.
El argumento a favor de las sanciones es que constituyen el único
medio de impedir que Saddam Hussein construya un arsenal de armas de destrucción
masiva. ¿Qué pasa si se eliminan?
Saddam Hussein ha estado fabricando armas de destrucción
masiva, sobre todo armas químicas y misiles, a pesar de las sanciones,
porque hace dos años y medio que no hay inspecciones de las Naciones
Unidas. Es probable que las sanciones impidan la adquisición de
algún tipo de armas, pero el régimen puede adquirir el equipamiento
militar que necesita por otros canales privados.
¿Hay algún medio de impedir que vuelva a poseer esas
armas?
Es muy difícil. Si hace unos cinco años hubiera habido
sanciones más específicas contra el régimen, en vez
de un castigo indiscriminado contra el conjunto de la población,
probablemente habrían tenido el apoyo de todos los gobiernos regionales.
Ahora, debido a la situación palestino israelí, el apoyo
a las sanciones es prácticamente nulo.
Actualmente Gran Bretaña es prácticamente la única
aliada de Estados Unidos en la política hacia Irak. ¿Continuará
esta alianza o habrá cambios?
Por el momento la política seguirá como ahora. Tony
Blair hará todo lo posible para que la llamada relación
especial entre ambos países continúe por lo menos hasta
las elecciones británicas, que casi seguro tendrán lugar
en mayo. Pero es posible una división posterior. El Foreign Office
ha dado algunas señales que parecerían indicar un replanteo
del tema sanciones. No creo que se eliminen las sanciones por completo
pero es factible que Gran Bretaña favorezca la sustitución
del actual régimen por otro que afecte directamente a la elite
y que Estados Unidos sea el único que continúe realizando
operativos militares contra objetivos iraquíes.
¿Qué efectividad real tienen estos operativos militares?
Muy poca. Los iraquíes tienen sistemas defensivos que les
permiten ocultar sus posiciones estratégicas. Para atacarlos se
necesitarían operativos extremadamente costosos. Por el momento
la política seguida por Estados Unidos ha sido de agresiva contención
para limitar la capacidad de rearme de Saddam Hussein.
¿No está seriamente condicionada esta política
por el deseo de George W. Bush de proyectarse como un líder fuerte?
Sí. Pero Estados Unidos tiene también intereses estratégicos
muy importantes en la zona. La seguridad del Golfo Pérsico se ha
vuelto fundamental para Estados Unidos, que depende enormemente de la
importación de petróleo. De modo que si bien hay un indudable
componente doméstico en esta política, también hay
un factor geoestratégico.
El Medio Oriente como región está pasando por uno
de sus momentos de mayor inestabilidad en los últimos años.
¿Le parece posible que estos ataques provoquen una escalada regional?
Cada vez que Estados Unidos ataca Irak, la opinión pública
árabe se vuelve más antiamericana. Si a esto se le suma
el conflicto palestino israelí, es claro que la región entera
tiene el potencial para convertirse en un polvorín.
HAMID
AL BAYATI, DE LA GUERRILLA CHIITA
EE.UU. actuó como un cowboy
Por M. J.
Desde
Londres
Disgregada y dividida, la oposición
iraquí mantiene dos pilares en la lucha contra el gobierno de Saddam
Hussein: la resistencia kurda en el norte del país y la chiíta
en el sur. Hamid Al Bayati, representante en Londres del Consejo Supremo
de la Revolución Islámica, principal fuerza guerrillera
en el sur del país, dialogó con Página/12 sobre los
ataques militares estadounidenses, el futuro del régimen y la enfermedad
de Saddam, que podría acortar sus días al frente de Irak.
¿Cuál es su posición ante la escalada militar
estadounidense contra el régimen de Saddam Hussein?
La política respecto a Irak debe guiarse por el derecho internacional,
es decir, realizarse a través de Naciones Unidas. Estados Unidos,
Gran Bretaña o el resto del Consejo de Seguridad tienen que presionar
a Saddam para que cumpla con las resoluciones de la ONU. Esto no se ha
hecho porque Estados Unidos ha preferido seguir su propia política
en la región, sin respetar la voluntad de la comunidad internacional.
Pero precisamente una de las debilidades más grandes de las
resoluciones de la ONU son los problemas que hay para implementarlas.
La resolución 687, que se refería a la eliminación
de las armas de destrucción masiva, fue implementada durante mucho
tiempo. Esto demuestra que es posible. Ahora hay mucha presión
para que Saddam vuelva a aceptar el ingreso de los inspectores de Naciones
Unidas como lo especifica la resolución 1284. Es una cuestión
de voluntad política.
Pero también es un problema de poder. Hace dos años
y medio que los inspectores de Naciones Unidas no pueden ingresar en Irak.
¿No demuestra esto que la política fracasó?
Fracasó porque hubo duplicidad en la aplicación. Estados
Unidos no actuó respetando el derecho internacional. Actuó
como un cowboy, bombardeando Irak cuando le convenía por razones
internas y presionando para que se cumplan las resoluciones que tenían
que ver con la eliminación de las armas de destrucción masiva,
pero no las que exigían el respeto a los derechos humanos de los
iraquíes, como la resolución 688.
¿Qué opina de las sanciones económicas contra
Irak?
También hubo duplicidad. Desde la invasión a Kuwait
se aprobaron las resoluciones 706, 712 y 986 de intercambio de petróleo
por alimentos. Y, sin embargo, se permitió que Saddam se negara
a vender petróleo hasta 1996. En la posición de debilidad
en que se encontraba, se lo podría haber obligado a cumplir con
las resoluciones evitando así la catástrofe humanitaria
que ocurrió en Irak.
¿Qué le parece la política de exclusión
aérea que rige para el norte y sur de Irak?
Es una política que tiene muchos resquicios legales por los
que el régimen puede continuar con su política represiva.
Saddam no puede sobrevolar el norte o el sur del país, pero ¿qué
pasa con el centro?, ¿qué pasa con las fuerzas de tierra?
En el norte no sólo no puede atacar por aire, tampoco puede hacerlo
por tierra. La zona de exclusión aérea del sur del país,
donde opera el Consejo Supremo de la Revolución Islámica,
no abarca a las fuerzas terrestres, de modo que lo que no puede hacer
Saddam por aire lo hace por tierra. No tiene sentido.
¿Qué política esperaría de Occidente?
Queremos que se castigue al criminal, no a la víctima. Muchas
de las resoluciones castigan a las víctimas. Y otras están
implementadas de modo tal que el más perjudicado es el pueblo iraquí
y no el régimen. Esta situación debe invertirse. Queremos
que las resoluciones sean un castigo para el gobierno y no para el pueblo,
que se hagan cumplir todas las resoluciones y no sólo algunas,
y que se ponga fin a la represión del pueblo iraquí. Creo
que nosotros mismos, los iraquíes, podremos terminar con el régimen.
La única ayuda que necesitamos de la comunidad internacional es
que haga cumplir las resoluciones aprobadas por las Naciones Unidas.
Pero ustedes están luchando contra el gobierno desde hace
30 años y, sin embargo, Saddam Hussein sigue en el poder.
En marzo de 1991, al final de la Guerra del Golfo, el pueblo iraquí
llegó a liberar 14 de las 18 provincias del país. Saddam
Hussein habría caído si no hubiera sido por el apoyo de
Estados Unidos, que le suministró el combustible que necesitaba
para sus helicópteros y vehículos. En ese momento prevaleció
la idea estadounidense que prefería una dictadura porque sentía
que era una garantía mayor para la estabilidad de la región
que un gobierno democrático.
El problema es que ese fue quizás el momento de mayor debilidad
de la carrera política de Saddam Hussein.
Continuaremos luchando hasta terminar con este régimen. Saddam
no es eterno. Tiene 63 años y está enfermo. Tenemos información
confirmada de que tiene cáncer linfático. Hay gente que
dura mucho tiempo hoy con cáncer, pero una enfermedad de este tipo
suele precipitar todo tipo de lucha interna por el poder. Esto se viene
notando desde hace tiempo. Hay una descomposición interna del régimen
marcada por las luchas por la herencia entre los hijos de Saddam y otros
familiares. Y además, el control que Saddam ejerce hoy sobre la
población no es el que solía tener.
¿Qué tipo de gobierno desea el Consejo Supremo de
la Revolución Islámica?
Un gobierno de unidad nacional con el resto de los grupos de oposición.
Aunque somos una fuerza islámica, impulsamos la formación
de una democracia parlamentaria en el marco de un Irak unido.
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