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EL SOCIALISMO ARRASARIA EN LOS COMICIOS MUNICIPALES EN FRANCIA
El día de gloria rosa está llegando

A 20 años del triunfo de Mitterrand en las presidenciales, el Partido Socialista del premier Lionel Jospin ganaría varias ciudades, entre ellas París, en las elecciones del 11 de marzo.

Lionel Jospin habla entusiasmado: es, sin dudas, su mejor momento.
En sus tres años en el poder, el socialismo no paró de crecer.

Por Eduardo Febbro
Desde París

Veinte años después del histórico mayo de 1981 que llevó al poder al socialista François Mitterrand, el PS francés parece contar con un estado de gracia electoral semejante que, además de poner en su bandeja la ciudad de París, lo coloca en una situación ideal para conquistar numerosas ciudades en las elecciones municipales del 11 y 18 de marzo próximo.
Sondeos de opinión, temperatura electoral y análisis de fondo coinciden en vaticinar una “nueva ola rosa” que sumirá a Francia de norte a sur. El dato más sorprendente e inédito de esta consulta local que se realiza con el telón de fondo de las presidenciales del 2002 es la situación en la capital francesa. Nunca como ahora París, ciudad conservadora y burguesa, estuvo tan cerca de ser administrada por la izquierda. La división de la derecha, empantanada en un barrial de corrupción, el retroceso de los ecologistas y los comunistas sumado a la estrategia del candidato socialista Bertrand Delanoé componen un tablero electoral sumamente provechoso para los socialistas.
“París no es toda Francia, pero apasiona a los franceses”, afirmaba hace unos días el semanario Le Nouvel Observateur señalando así el “efecto de arrastre” que la anunciada victoria de la izquierda en la capital produce en las demás localidades del país. Lenta, pero implacablemente, la izquierda francesa fue conquistando un terreno que figuraba siempre como un coto reservado de los conservadores. En las elecciones municipales de 1995, la izquierda ganó seis distritos de los 20 que componen París. En las legislativas del ‘97 la cifra pasó a nueve y en las europeas del ‘99 el PS y sus aliados comunistas y ecologistas obtuvieron 14 distritos. 2001 promete un resultado todavía más cómodo.
Los observadores hablan incluso de “derrota inexorable de la derecha”. Hace apenas cuatro meses el PS contaba con conservar los seis distritos ganados en el ‘95 y sumarle tres más. Sus ambiciones de entonces se ven sobrepasadas por previsiones más que confortables. A los nueve esperados se le agregan otros seis que le darían una margen amplísimo en el Consejo de París. El PS atraviesa un período de frenesí tal que incluso ha crecido en los barrios más conservadores de París: el 5, 6, 7, 8, 15 y 16. El distrito 15 figura en la lista de los barrios más de derecha que podrían pasar a manos socialistas. El detalle vale su peso en oro cuando se sabe que el líder político de ese barrio no es otro que Edouard Balladur, el ex primer ministro ultraliberal francés –1993.1995– que hizo del distrito 15 su territorio cautivo.
Si la sondología se cumple, la izquierda francesa se apoderaría de un bastión de la derecha al tiempo que daría un golpe mortal al actual presidente neogaullista de Francia, Jacques Chirac. París y Chirac son sinónimos de una simbiosis que remonta a un cuarto de siglo atrás. Chirac fundó el partido RPR casi al mismo tiempo en que conquistaba la Municipalidad de París. Un cuarto de siglo después de un reino ininterrumpido que le sirvió de trampolín para acceder a la presidencia, la capital se rinde a la ola rosa con más entusiasmo que lamentos o nostalgia.
Lo más asombroso y humillante para la derecha radica en que los electores dejan de lado la recurrente costumbre de sancionar en las municipales al partido gobernante. Lionel Jospin, que llegó al poder en 1997 tras la errada disolución anticipada de la Asamblea Nacional decidida por Jacques Chirac, en vez de enfrentar un voto sanción sale premiado con un espaldarazo. De allí que la vitrina de París se vuelva un efecto quepuede generalizarse en muchas ciudades importantes que las previsiones también prometen como ya ganadas por la izquierda. Tal es el caso de Toulouse, la siempre discutida patria natal de Gardel que hoy se encuentra a un paso de amanecer con una rosa en la mano.
En definitiva, el 2001 se presenta como una odisea de la izquierda que avanza hacia el centro del planeta nacional: “París est à nous”.

 


 

MAL AUGURIO PARA LA EXTREMA DERECHA FRANCESA
El sueño de Le Pen terminó

Por E.F.

La extrema derecha francesa espera las elecciones del 11 y de 18 de marzo próximos con un cirio en una mano y el libro de los milagros en la otra. El “efecto Jospin”, el descenso del desempleo, la mejor aceptación de la idea de Europa y la división en dos ramas enemigas del partido neonazi Frente Nacional no anuncian un panorama alentador para un movimiento que en sus mejores momentos llegó a contar con la complicidad del 15 por ciento del electorado nacional. De las cuatro ciudades conquistada por el Frente Nacional en 1995 y 1997, Toulon, Marignane, Orange y Vitrolles, sólo Orange y Marignane pueden permanecer administradas por este movimiento.
Sin embargo, en estas dos ciudades los respectivos intendentes han puesto sus etiquetas políticas en el bolsillo y prefirieron ser juzgados “por los hechos” y no por el partido al que pertenecen. Las otras dos, Toulon, más de 100.000 habitantes, y Vitrolles se encuentran en una situación inestable en la que precisamente los electores se aprestan a sancionar “los hechos” de quienes los administraron durante varios años. Toulon y Vitrolles son además dos perfectos laboratorios transparentes de lo que extrema derecha es capaz de hacer. En ambos casos, sus respectivos Intendentes, Jean-Marie Le Chevallier y Cathérine Mégret, llevaron a la práctica la famosa “preferencia nacional”, es decir, Francia para los franceses. Cierre masivo de bibliotecas y centros culturales, recorte de subvenciones a muchas asociaciones libres y ciudadanas, compra de libros de contenido dudoso y prohibición de adquirir otros, selección implacable a la hora de entregar subsidios a las personas... la lista de horrores acumulados durante la gestión es interminable. Tal vez, el más sintomático de ellos sea la decisión tomada por la intendente de Vitrolles, Cathérine Mégret, de entregar un “subsidio de nacimiento” de 900 dólares a todas las parejas que hayan tenido un hijo, pero a “condición de que uno de los padres sea francés o de origen europeo”. Anulada por el Tribunal administrativo de Marsella, esa “distinción” revela no obstante que si bien el monstruo se pone corbata no ha cambiado sin embargo sus costumbres.
Con todo, por más negro que sea su panorama electoral, por más que haya bajado al 11 o 12 por ciento de intenciones de voto, la victoria de las huestes de Jean-Marie Le Pen y Bruno Mégret está en las conciencias. En la Francia de hoy la segregación racial es una realidad inocultable. Hace un par de semanas, el semanario Le Nouvel Observateur publicó un reportaje sobre las constantes discriminaciones que sufren los extranjeros. Este corresponsal hizo su propia experiencia buscando departamento en París. De 10 avisos de departamentos en alquiler consultados por teléfono, sólo tres estaban “aún libres”. El acento, claro está, es disuasivo. Cuando 10 minutos después fue un francés el que llamó, de los 10 avisos 8 podían visitarse. No es raro tampoco ver en la prensa anuncios como éste: “Se busca empleado de cocina. OA”. OA quiere decir “ojos azules”. La extrema derecha ganó allí, en la urna silenciosa de la conciencia.

 

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