Por Eduardo Febbro
Desde
París
Veinte años después
del histórico mayo de 1981 que llevó al poder al socialista
François Mitterrand, el PS francés parece contar con un
estado de gracia electoral semejante que, además de poner en su
bandeja la ciudad de París, lo coloca en una situación ideal
para conquistar numerosas ciudades en las elecciones municipales del 11
y 18 de marzo próximo.
Sondeos de opinión, temperatura electoral y análisis de
fondo coinciden en vaticinar una nueva ola rosa que sumirá
a Francia de norte a sur. El dato más sorprendente e inédito
de esta consulta local que se realiza con el telón de fondo de
las presidenciales del 2002 es la situación en la capital francesa.
Nunca como ahora París, ciudad conservadora y burguesa, estuvo
tan cerca de ser administrada por la izquierda. La división de
la derecha, empantanada en un barrial de corrupción, el retroceso
de los ecologistas y los comunistas sumado a la estrategia del candidato
socialista Bertrand Delanoé componen un tablero electoral sumamente
provechoso para los socialistas.
París no es toda Francia, pero apasiona a los franceses,
afirmaba hace unos días el semanario Le Nouvel Observateur señalando
así el efecto de arrastre que la anunciada victoria
de la izquierda en la capital produce en las demás localidades
del país. Lenta, pero implacablemente, la izquierda francesa fue
conquistando un terreno que figuraba siempre como un coto reservado de
los conservadores. En las elecciones municipales de 1995, la izquierda
ganó seis distritos de los 20 que componen París. En las
legislativas del 97 la cifra pasó a nueve y en las europeas
del 99 el PS y sus aliados comunistas y ecologistas obtuvieron 14
distritos. 2001 promete un resultado todavía más cómodo.
Los observadores hablan incluso de derrota inexorable de la derecha.
Hace apenas cuatro meses el PS contaba con conservar los seis distritos
ganados en el 95 y sumarle tres más. Sus ambiciones de entonces
se ven sobrepasadas por previsiones más que confortables. A los
nueve esperados se le agregan otros seis que le darían una margen
amplísimo en el Consejo de París. El PS atraviesa un período
de frenesí tal que incluso ha crecido en los barrios más
conservadores de París: el 5, 6, 7, 8, 15 y 16. El distrito 15
figura en la lista de los barrios más de derecha que podrían
pasar a manos socialistas. El detalle vale su peso en oro cuando se sabe
que el líder político de ese barrio no es otro que Edouard
Balladur, el ex primer ministro ultraliberal francés 1993.1995
que hizo del distrito 15 su territorio cautivo.
Si la sondología se cumple, la izquierda francesa se apoderaría
de un bastión de la derecha al tiempo que daría un golpe
mortal al actual presidente neogaullista de Francia, Jacques Chirac. París
y Chirac son sinónimos de una simbiosis que remonta a un cuarto
de siglo atrás. Chirac fundó el partido RPR casi al mismo
tiempo en que conquistaba la Municipalidad de París. Un cuarto
de siglo después de un reino ininterrumpido que le sirvió
de trampolín para acceder a la presidencia, la capital se rinde
a la ola rosa con más entusiasmo que lamentos o nostalgia.
Lo más asombroso y humillante para la derecha radica en que los
electores dejan de lado la recurrente costumbre de sancionar en las municipales
al partido gobernante. Lionel Jospin, que llegó al poder en 1997
tras la errada disolución anticipada de la Asamblea Nacional decidida
por Jacques Chirac, en vez de enfrentar un voto sanción sale premiado
con un espaldarazo. De allí que la vitrina de París se vuelva
un efecto quepuede generalizarse en muchas ciudades importantes que las
previsiones también prometen como ya ganadas por la izquierda.
Tal es el caso de Toulouse, la siempre discutida patria natal de Gardel
que hoy se encuentra a un paso de amanecer con una rosa en la mano.
En definitiva, el 2001 se presenta como una odisea de la izquierda que
avanza hacia el centro del planeta nacional: París est à
nous.
MAL
AUGURIO PARA LA EXTREMA DERECHA FRANCESA
El sueño de Le Pen terminó
Por E.F.
La extrema derecha francesa
espera las elecciones del 11 y de 18 de marzo próximos con un cirio
en una mano y el libro de los milagros en la otra. El efecto Jospin,
el descenso del desempleo, la mejor aceptación de la idea de Europa
y la división en dos ramas enemigas del partido neonazi Frente
Nacional no anuncian un panorama alentador para un movimiento que en sus
mejores momentos llegó a contar con la complicidad del 15 por ciento
del electorado nacional. De las cuatro ciudades conquistada por el Frente
Nacional en 1995 y 1997, Toulon, Marignane, Orange y Vitrolles, sólo
Orange y Marignane pueden permanecer administradas por este movimiento.
Sin embargo, en estas dos ciudades los respectivos intendentes han puesto
sus etiquetas políticas en el bolsillo y prefirieron ser juzgados
por los hechos y no por el partido al que pertenecen. Las
otras dos, Toulon, más de 100.000 habitantes, y Vitrolles se encuentran
en una situación inestable en la que precisamente los electores
se aprestan a sancionar los hechos de quienes los administraron
durante varios años. Toulon y Vitrolles son además dos perfectos
laboratorios transparentes de lo que extrema derecha es capaz de hacer.
En ambos casos, sus respectivos Intendentes, Jean-Marie Le Chevallier
y Cathérine Mégret, llevaron a la práctica la famosa
preferencia nacional, es decir, Francia para los franceses.
Cierre masivo de bibliotecas y centros culturales, recorte de subvenciones
a muchas asociaciones libres y ciudadanas, compra de libros de contenido
dudoso y prohibición de adquirir otros, selección implacable
a la hora de entregar subsidios a las personas... la lista de horrores
acumulados durante la gestión es interminable. Tal vez, el más
sintomático de ellos sea la decisión tomada por la intendente
de Vitrolles, Cathérine Mégret, de entregar un subsidio
de nacimiento de 900 dólares a todas las parejas que hayan
tenido un hijo, pero a condición de que uno de los padres
sea francés o de origen europeo. Anulada por el Tribunal
administrativo de Marsella, esa distinción revela no
obstante que si bien el monstruo se pone corbata no ha cambiado sin embargo
sus costumbres.
Con todo, por más negro que sea su panorama electoral, por más
que haya bajado al 11 o 12 por ciento de intenciones de voto, la victoria
de las huestes de Jean-Marie Le Pen y Bruno Mégret está
en las conciencias. En la Francia de hoy la segregación racial
es una realidad inocultable. Hace un par de semanas, el semanario Le Nouvel
Observateur publicó un reportaje sobre las constantes discriminaciones
que sufren los extranjeros. Este corresponsal hizo su propia experiencia
buscando departamento en París. De 10 avisos de departamentos en
alquiler consultados por teléfono, sólo tres estaban aún
libres. El acento, claro está, es disuasivo. Cuando 10 minutos
después fue un francés el que llamó, de los 10 avisos
8 podían visitarse. No es raro tampoco ver en la prensa anuncios
como éste: Se busca empleado de cocina. OA. OA quiere
decir ojos azules. La extrema derecha ganó allí,
en la urna silenciosa de la conciencia.
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