Los jueves a la noche, la cámara viajera de Canal 7 se convierte en una especie de locomotora televisiva que transita visualmente por distintos carriles. Allí viven personas que responden �bajo la imperiosa necesidad de poner un rótulo� a la categoría del �diferente� o del �exótico�. �En la vía�, el programa que se emite los jueves a las 22 por la pantalla estatal, une mundos distintos: el de las personas que narran su vida y el del televidente medio que puede llegar a sorprenderse de historias atípicas, que forman parte de una realidad alejada de lo cotidiano.
El ciclo que produce María Cabrejas se caracteriza por mostrar el �costado positivo� que pudieron encontrarle algunos a la marginación social, o bien a la falta de oportunidades para desarrollarse profesionalmente. Los dos programas emitidos hasta el momento mostraron una interesante galería de personajes: un taxista �ex estudiante de sociología� que practica la �taxilogía�, opinando sobre actualidad y política; Benito, dueño de un almacén-boliche que conserva los últimos rastros del Buenos Aires arrabalero y Roberto, alma mater de un desarmadero de elementos de electrónica que formó un verdadero museo de la tecnología con materiales de posguerra. Por el mismo carril, estuvieron los encargados del �Museo del Despojo�, un lugar creado por un grupo de personas que interpretan tango y ofrecen clases de baile en un espacio adornado con las cosas que los vecinos tiran, y también un matrimonio con cuarenta años de vida que lleva veinte bailando tango en las veredas.
Con un formato periodístico y una refinada estética documentalista, el ciclo comenzó a definir un estilo propio que roza visualmente lo cinematográfico. La estructura del programa se compone de cinco bloques en los que se desarrollan las cuatro o cinco historias elegidas. Estas son exhibidas fragmentariamente y, si bien en su esencia son distintas, se van enlazando a partir de disparadores temáticos que coinciden. En todos los bloques, el propio entrevistado es el encargado de relatar su historia de vida y cada uno de los fragmentos cuenta con separadores que simulan un recorrido en tren, metaforizando el viaje �hacia el otro lado�.
�En la vía� entra en la vida de las personas sin buscar un efecto telenovelesco. No cae en la tentación de ficcionalizar la realidad a pesar de que busca intimidad en el relato. El programa dirigido por Fernando Nogueira intenta borrar todo velo mediático que separe al entrevistado del televidente, y para ello se vale técnicamente de la narración del propio personaje, no utiliza la voz en off y pocas veces interviene un periodista ausente en la imagen.
En medio de los testimonios, la cámara filma a los personajes en su propia acción y en su propio escenario de vida: el taxista en el auto, el dueño del almacén atendiendo. Uno de los logros visibles de �En la vía� es el trabajo de cámara. Respondiendo al género documental, realiza numerosos paneos que derivan finalmente en planos detalle de los objetos que forman parte del mundo de las personas entrevistadas. De esta manera, el programa aporta dinámica visual al testimonio e incorpora una serie de elementos informativos que, sumados al reportaje y a los comentarios de los protagonistas, logran establecer una verdadera representación de la realidad que pretenden contar.
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