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ARCHIVOS DE PEREL CUENTAN LA MECANICA DE LAS OPERACIONES FINANCIERAS ILEGALES
Todos los caminos para el dinero sucio

Con lujo de detalle, Perel explicó en cartas a su familia maniobras que habría realizado el Banco Mercurio a través de dos bancos off shore: evasión de montos millonarios, movimientos con cheques voladores, operaciones para �dibujar� pérdidas o ganancias. La información, develada por la Procuración de la Corte Bonaerense, no incluyó los nombres de las empresas involucradas.

Por Cristian Alarcón
y Raúl Kollmann

Los movimientos ilegales de lo que el propio Mariano Perel llamó “la guita negra” aparecieron reflejados en la investigación de su muerte. La documentación encontrada en los archivos secretos del financista –una larga carta escrita por él a su familia y otros papeles que confirman datos incluidos en ella– muestra con detalles las operatorias realizadas, según Perel, por el Banco Mercurio, con dos bancos off shore, ubicados uno en Uruguay y otro en Bahamas. El texto, escrito en 1996, fue divulgado ayer por la Procuración General de la Suprema Corte bonaerense. Bajo la sospecha de que algo podría ocurrirle, Perel cuenta la ruta del dinero sucio para darle a su familia un arma que le permitiera recuperar “toda la plata en negro que tienen nuestra y de nuestros amigos”. “Alguien muy capaz tiene que asesorarlos acerca de cómo apretarlos para que no se hagan los giles”, les dice. Página/12 había adelantado una carta en la que Perel extorsionaba al Mercurio por 800 mil pesos en 1998. Aunque no existen aún pruebas concretas que liguen esta vieja estrategia con su muerte en Cariló, los investigadores creen que están más cerca de una solución del caso. Sin embargo, la compleja trama Perel sigue repleta de posibilidades. Nada baja de cartel la larguísima lista de sus enemigos.
Una semana atrás entre los papeles de la oficina “paralela” de la calle Perón 935 –frente a las de Antfactory– los peritos contables dieron con una carta de 50 páginas, firmada por el empresario. “Desde que comenzó el 16 de octubre la investigación cada día ha ido creciendo en mí la idea de que existen intereses y designios en mi contra”, comienza. La fecha se corresponde con el punto más álgido de la investigación del juez en lo penal económico Julio Cruciani, quien tuvo entonces al banco y a Perel como su director, contra las cuerdas. El financista estuvo imputado por contrabando, pero todos los directivos terminaron siendo sobreseídos y desvinculados de la causa. Así lo recordó ayer el Banco Mercurio en un comunicado que hoy se publica en numerosos medios.
A lo largo de la carta Perel abunda en “el miedo” que le da estar en el fuego cruzado del negocio financiero. “Le manifesté varias veces a Rosita (Golodnitzky) mi creciente temor (...). Me preguntó si llegaba a que yo temiera por mi vida o por la de ellos. Calmé los temores de ella, pero fui acrecentando los míos”, explica en los primeros párrafos. “Tengo mucho miedo que bajo alguna trampa nueva o alguna maniobra que en este momento no puedo vislumbrar cómo vendrá, me hagan detener”, dice. Perel estuvo a punto de ir preso cuando se negó a declarar en la causa por contrabando. De hecho se terminó yendo de Mercurio con acusaciones mutuas. Sus allegados le dijeron a este diario que él sostenía que lo habían “dejado solo”, mientras que desde el banco se divulgaba que los negocios sucios los había hecho por su propia cuenta y beneficio. Perel imagina en la carta: puede que “simulen algún accidente en prisión, o fuera de ella si sigo como hasta ahora, o hagan aparecer que me estoy suicidando, cosa que está muy lejos de mis intenciones”.
Obsesivo, workoholic, operador de inteligencia, Perel no se quedaba a la espera. Después de ilustrar su miedo explica desde lo que ganaba –diez mil dólares por mes más el 5 por ciento de las utilidades del grupo–, hasta el manejo de “decenas de millones de dólares de inversiones en negro”. Allí arma el cuadro de situación de Mercurio: “La contabilidad de todo se lleva en las oficinas de Intercontinental Bank Uruguay (IBU) y en American Bank & Trust Co. (ABT) en Montevideo”, los dos bancos off shore. Y aclara que los “fondos negros de los directores y de las propias empresas” (además de algunos amigos) se manejan “a través de lo que en la jerga llamamos Fondo A y Fondo B (...) dos series distintas de un fondo común organizado en Bahamas”.
La conformación del grupo, según Perel, es la de un mecanismo perfecto. Por un lado, la central de Mercurio en Buenos Aires, por el otro en Uruguay, ABT, a su vez “el único accionista de IBU”. Por su parte el IBU,cuyo presidente dice que “es el cuñado del dueño de Mercurio”. Advierte entonces que “el Banco Central de Bahamas tiene un registro donde consta que los propietarios del Mercurio son dueños del ABT”. El financista explica que “varias computadoras en Buenos Aires tienen acceso directo al sistema de computación de Uruguay” a través de un canal de fibra óptica que transmite voz y datos. “Cuando cualquiera de las personas toca una determinada tecla, automáticamente se desconecta y desde aquí no se ve nada de la información”, dice. “Los que pueden desconectar son un montón, así que nunca un allanamiento puede tener éxito”.
Luego de dejar en claro la estructura, Perel le da curso a las operaciones. Así aparecen explicadas la utilización de tarjetas de crédito Gold emitidas en Uruguay y usadas para evadir millonariamente impuestos; los arreglos que él mismo hizo con la DGI coimeando con 100 mil pesos al contado y 120 mil en cuotas, más una Gold, a un funcionario y su jefe. Luego agrega detalles sobre movimientos con “cheques voladores” –Omega Seguros– y con la “cesión onerosa” de cupones de tarjetas (ver aparte).
Los nombres de las empresas involucradas no fueron revelados a la prensa por la Procuración, que los entregó a la Justicia nacional.
En la causa Perel existe un paper en el que detalla que pretende cobrar 5.200.000 pesos a Mercurio: 2 millones, que dice que le debían, y tres más por daños morales, abogados y pérdida de clientes. Este diario accedió hace una semana a una carta extorsiva de 1998 en el que amenazaba: “Si me dan 800 mil pesos el imperio continúa. Si yo hablo, el imperio se cae”. Una fuente allegada a la familia señaló que en el ‘99 consiguió un arreglo por 900 mil y no descarta que la desesperación lo llevara a más. Pero ese monto para un grupo que se calcula que posee 500 millones, no parece motivo para un crimen que puede terminar con fortuna semejante. Sin contar que sería aumentar el peligro de quedar al descubierto. Perel se despide, en la carta del escándalo, advirtiendo: “Esta información vale una fortuna que ni siquiera se puede calcular. Tiene valor mientras no se da a la luz. Una vez que sale no vale más. Hay que cobrar antes”.

Hacia otra investigación
La Unidad Fiscal de Investigación de Delitos Tributarios y Contrabando (Ufitco) buscará que se abra una nueva investigación judicial sobre las maniobras del Banco Mercurio cuando el empresario Mariano Perel formaba parte de su directorio. El equipo de contadores, abogados y fiscales que dirige Maximiliano Rusconi terminará hoy de analizar, a pedido del procurador general de la Nación, Nicolás Becerra, la documentación que pone al descubierto una posible trama de lavado de dinero con la participación del banco que integraba Perel, entidades uruguayas y financieras de las Bahamas.
El material revelado ayer por el procurador bonaerense, Eduardo de la Cruz, podría derivar en una nueva denuncia judicial diferente de la pesquisa que ya hizo el juez en lo Penal Económico, Julio Cruciani. Este magistrado procesó y luego sobreseyó a Perel en una causa en la que se investigaba al Mercurio por giros indebidos al exterior, evasión y un fraude millonario. “El recuerdo que tengo de él es que no era un nene de pecho, pero tenía dejos de sinceridad”, dijo días atrás Cruciani para describir al financista muerto en Cariló. Ahora aparecen nuevos personajes, nuevos hechos y nuevas sospechas.

COMO ERAN LAS MANIOBRAS FINANCIERAS ILEGALES
Las operaciones secretas

“El Grupo Mercurio maneja muchas decenas de millones de dólares de inversiones en negro de sus clientes”, dice la carta de Mariano Perel que se difundió ayer. Allí se describen minuciosamente seis maniobras que realizaba el banco para ocultar transacciones de sus clientes con dinero negro.
En primer lugar, Perel aseguró que el Banco Mercurio tenía dos off-shore en Uruguay: Intercontinental Bank Uruguay (IBU) y American Bank & Trust Co. (ABT). Según Perel, ABT “no es más que un sello de papel, manejado por Delloite & Touche”, conocido estudio de auditorías contables. El Banco Central no tiene registrados a ninguno de las dos bancos como subsidiarios del Mercurio en el exterior. En cambio, Perel puntualizó que “el Banco Central de Bahamas tiene un registro secreto donde llevan la verdadera identidad de los dueños de cada banco”.
Una vez que estableció las conexiones, Perel explicó las maniobras ilegales que practicaban:
Fondos. La primera maniobra se refiere al manejo de “fondos negros de los directores y de las propias empresas, además de algunos amigos”. Todo ese dinero se manejaba “a través de lo que en la jerga llamamos Fondo A y Fondo B, que son dos series distintas de un fondo común de inversión organizado en Bahamas”.
Evasión. En octubre de 1994, la DGI le pidió al Mercurio una rectificación de la declaración jurada del Impuesto a las Ganancias del año 1989, por la cual tenía que pagar “17 o 19 millones de dólares”. “Lo que la DGI descubrió fue que se había mezclado el negocio negro de esa época, haciéndolo pasar por una cuenta del Republic National Bank de Nueva York por donde pasaban las operaciones blancas” de una vinculada del grupo, Inteco. “Yo terminé inventando una cantidad de explicaciones que no convencían a nadie, pero los de la DGI terminaron ‘aceptando’.” Perel afirma que a pesar de pagar coimas, tuvo que esforzarse para que la DGI no descubriera otros aspectos de la maniobra “porque si sospechaban solamente me llevaban la coima a millones de dólares”.
Off-shore. Con sociedades off-shore uruguayas se armaban supuestas operaciones financieras para generar pérdidas o ganancias de empresas argentinas, a fin de justificar contablemente entradas o salidas de dinero. “Las ganancias o pérdidas se hacían figurar como diferencias de cotización en la compraventa de títulos públicos argentinos, y se hacían aparecer como operaciones hechas el mismo día en alguna de las sociedades off-shore” del Mercurio en Uruguay. El Mercurio ganaba 150 mil dólares mensuales, cobrando el 1 por ciento de comisión por el dinero justificado.
Tarjetas. El IBU uruguayo emitía tarjetas de crédito para clientes que querían ocultar consumos a la DGI, a fin de evadir impuestos. “Hay unos 1000 ricos y famosos que usan estas tarjetas con consumos en negro inmensos”, indicó Perel. Los resúmenes de cuenta se emitían sin nombre ni dirección, utilizando sólo el número de cuenta o de tarjeta.
Omega. La desaparecida compañía de seguros cobraba pólizas con cheques voladores, que no le servían para demostrar su responsabilidad patrimonial ante la Superintendencia de Seguros. Por tanto, IBU tomaba los cheques y el Mercurio abría plazos fijo a nombre de Omega, con lo cual supuestamente tenía dinero en lugar de cheques a cobrar.
Cupones. Entre el IBU y el Mercurio se fraguaba contablemente la compra de cupones de tarjetas de crédito a grandes comercios.


El manual de instrucciones de Perel para extorsionar

Página/12 accedió a un insólito memo escrito por Perel con directivas para quien se presentara a �reclamar� dinero al banco. La amenaza era contar los secretos en la Justicia.

Por R. K.

“Sacarse el saco, para mostrar que yo no traigo grabador. Supongo que esta es una conversación entre caballeros y nadie está grabando a nadie.” Entre los papeles relacionados con el Banco Mercurio, Página/12 accedió en forma exclusiva a un memo increíble: un ordenado manual de instrucciones de dos páginas para hacer una reunión con los directivos del banco y extorsionarlos. Es un ayuda-memoria para quien iba a concurrir, mandado por Perel, al encuentro con los ejecutivos del Mercurio, tiempo después de haber escrito la carta instructiva para su familia conocida ayer. El objetivo era sacarle a la gente del banco unos 2.500.000 dólares, aunque allegados a Perel sostienen que en 1999 terminaron arreglando un pago de 900.000.
La instrucción básica al enviado es la siguiente:
“Nunca hablar ni admitir que ellos pongan la discusión en términos de una extorsión. Simplemente que cuando uno se equivoca y se casa con la persona equivocada, para terminar hay que ser práctico en el divorcio.”
En la reunión, el enviado debía fingir que no era enviado sino una especie de mediador, preocupado porque Perel estaba enloquecido y dispuesto a hacer un desastre. El archivo se denomina letra.doc, o sea que estaba destinado a darle la “letra” de lo que debía decir su enviado fingiendo preocupación:
“Estamos preocupados por Mariano, no por ustedes. Si hace cualquier cosa, va a arrastrar a su familia, pero también a las de todos ustedes. No hay peor cosa que un tipo acorralado contra el rincón y sin salida.”
“Hasta ayer estaban a tiempo de acordar con él una salida elegante para todos. El se presentaba al juzgado y asumía absolutamente todo” (o sea que se hacía cargo de la culpabilidad por una investigación de contrabando que llevaba adelante el juez Julio Cruciani).
“Esto lo sabe Gonzalo Vergara y Martín Pou (ejecutivos del banco), quienes de nuevo ayer a las 19 le manifestaron a Jorge Anzorreguy (abogado de Perel) que estaban de acuerdo. Sin embargo, ustedes no hacen ninguna oferta.”
“Ahora ya no le importa negociar nada. Sólo se mueve al impulso del odio. Tiene amigos muy poderosos y los quiere usar para que tengan otro caso Coppola durante los próximos dos meses. Para cuando termine, va a importar muy poco quién tenía o no tenía razón. Todos van a estar hechos bolsa.”
“Mariano (Perel) ya se le escapó hasta a su propio abogado y preparó un escrito de 100 páginas de testimonio más no sé cuántas pruebas y le está haciendo llegar el mensaje al juez (Cruciani), al ministro de Economía (Roque Fernández) que es íntimo amigo de él de Campo Chico, al Presidente (Carlos Menem) y a no sé cuántos más, de que se quiere presentar ya mismo a declarar todo lo que sabe.”
“Ya que él no pone inteligencia, por qué no la ponen ustedes que lo han estado manipulando de manera poco inteligente.”
Este documento refleja a las claras la personalidad del financista, que todos consideran –incluso sus amigos– era la de un psicópata. La extorsión al Banco Mercurio era apenas una de las maniobras en las que estaba metido, aunque lo cierto es que no hay ningún elemento que permita vincular ese apriete con la muerte del matrimonio. Más allá de si Perel se suicidó o lo asesinaron, la vida oculta del financista permite echar una mirada al mundo de la plata sucia.


LA HISTORIA DEL MERCURIO, EL BANCO ACUSADO
Pionero en “exportar” capitales

Por Alfredo Zaiat

La ubicación del Banco Mercurio es todo un símbolo de un sistema financiero con deficiente control oficial y sospechado de facilitar el lavado de dinero. La única y central casa está localizada entre el edificio del Banco Central, que debe vigilar la operatoria de las entidades, y el de la Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), que cobija en su seno al ahora cuestionado Mercurio. En varias oficinas de su sede de San Martín 233, especialmente en las del subsuelo, con cámaras de video que vigilan la entrada y salida, se atienden a los clientes VIP que buscan refugio al dinero “negro”. En la city reconocen a Mercurio como los pioneros en “exportar” capitales en la década del 80, cuando el control de cambio no permitía la compraventa libre de dólares y mucho menos el giro de fondos al exterior. Así creció Mercurio siendo Casa de Cambio para subir a la categoría de banco en 1994.
Todos lo conocen como Jack, que es más presentable en la city que el bíblico Jacobo. Benadón, presidente del banco, distribuyó el capital accionario entre sus hijos. Mauricio Eduardo, de quien se dice que no le sale dos veces igual su firma generando más de un problema operativo en la entidad, tiene el 45 por ciento de las acciones. Silvio Daniel posee un porcentaje similar, y Daisy Leilani detenta el 10 por ciento restante.
Su patrimonio lo construyó cobrando elevadas comisiones a aquellos ansiosos clientes que buscaban enviar dinero a plazas alejadas de la mirada de Impositiva. Jack Benadón, a diferencia de Rubén Beraja y Alberto Spolzky, de los fallidos bancos Mayo y Patricios, respectivamente, se concentró en manejar los fondos de miembros de la colectividad judía de fortuna. También, en la década del 90, se relacionó con el corazón del menemismo, con contactos fluidos con Eduardo Bauzá y Carlos Corach, entre otros. Para esa tarea de aceitar relaciones con el poder político y económico cuenta con Claudia Navarro de Flommenbaun, empleada de su plena confianza y pretendida por más de un banco por su capacidad de estructurar operaciones financieras complejas.
A principios de 1993, Jack quería el traje de banquero. Ya había demostrado su habilidad como cambista y necesitaba la chapa de banco para seguir ampliando sus negocios. En pleno auge del menemismo compró la licencia para operar como banco. Como en esos momentos conseguir la habilitación del Banco Central no era tarea fácil, tuvo que desembolsar un millón de dólares para quedarse con la patente del Banco Inversora, cuyo principal accionista era Daniel Cardoni, socio del Banco Medefín, entidad que fue arrastrada por el efecto tequila, caída que está siendo investigada por la Justicia.
La información presentada sobre los manejos del Mercurio tiene la particularidad que se divulga estando el banco en funcionamiento, con 1448 cuentas operativas que reúnen depósitos por 27,1 millones y préstamos por 27,4 millones. Pero esos números publicados por el Banco Central en el libro mensual sobre las entidades financieras tienen poca importancia si se tiene en cuenta que en ese mismo volumen, en el rubro “localización en el exterior de filiales u oficinas de representación” está vacío cuando ahora se conocen las dos entidades off shore que, de acuerdo con la denuncia de la Procuración General de la Justicia bonaerense, actúan de corresponsales del Mercurio para el movimiento de dinero negro.

 

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