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La pareja Ibarra-Felgueras sigue junta pero muchísimo más distante

En un año electoral, el jefe de Gobierno porteño apostó a un diálogo directo con los popes radicales. Felgueras mira.

Por Santiago Rodríguez

Aníbal Ibarra retomó en las últimas semanas un esquema de relación con sus socios de la Alianza que ya había puesto en práctica en los días que mediaron entre su elección como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y su jura en ese cargo: el diálogo directo con los jefes de las distintas líneas internas del radicalismo porteño. La vuelta a ese modo de vinculación –después de un período en el que Cecilia Felgueras fue su principal interlocutora radical– tiene que ver con la intención de optimizar la gestión de cara a las elecciones de octubre próximo. La reunión que Ibarra mantuvo el martes pasado a solas con Fernando de la Rúa refleja su decisión de establecer una comunicación inclusive con el presidente de la Nación sin intermediarios, ni de la UCR ni del Frepaso.
El reestablecimiento de los lazos directos entre Ibarra y los caciques del radicalismo porteño responde a un conjunto de factores y no se limita a los problemas de relación que a lo largo del verano surgieron entre el jefe de Gobierno y su vice. Por el contrario, el cambio está dado en buena medida por las necesidades que impone el año electoral: con las elecciones en ciernes, Ibarra necesita a todos tirando parejo del carro de la gestión de una ciudad que es por excelencia la vidriera del país. Le conviene a él para fortalecerse políticamente y también a la Alianza y a De la Rúa. De ahí que ambos hayan acordado a principios de esta semana dar impulso a una serie de acciones y obras en el distrito.
La consulta con los hombres fuertes del radicalismo en la ciudad fue el camino que Ibarra transitó para definir la integración de la primera línea de su gobierno. Ibarra conversó la elección final de los nombres para su gabinete mano a mano con Felgueras y le respetó la atribución de formular las nominaciones en nombre de la UCR, pero no llegó a esa instancia sin antes interiorizarse de las pretensiones de Enrique “Coti” Nosiglia, Jesús Rodríguez, Rafael Pascual y Rodolfo Terragno. El método le dio frutos en el frente interno y la prueba es que cuando presentó a sus secretarios nadie se quejó de nada y todos le reconocieron el “equilibrio” que había pesado a la hora de la elección.
Aun cuando Ibarra mantiene hoy el mismo nivel de diálogo con Felgueras y escucha sus opiniones, la pareja ya no funciona igual que en la luna de miel previa a la asunción: desde entonces a la fecha pasó casi medio año de gestión –con su lógico desgaste– y la ausencia de Felgueras durante la crisis que siguió al diluvio que inundó Belgrano y Urquiza exacerbó los rencores acumulados desde la jura, el 6 de agosto pasado.
Ibarra tiene, de todos modos, razones políticas más importantes que esos cortocircuitos para volver a aceitar sus contactos con todas las líneas del radicalismo: las internas de la UCR son tan centenarias como el partido mismo y fueron varias las veces –valga como ejemplo el caso de la Ley de Juego que sus socios votaron en contra– en que los radicales fueron a contramano de lo conversado con Felgueras.
En un año electoral, ése es un lujo que no se puede permitir, como tampoco demoras innecesarias e inexplicables en los temas de gestión comunes a la nación y la ciudad. En su encuentro con De la Rúa, el jefe de Gobierno consiguió avanzar en asuntos importantes, tal el caso del traspaso de la Policía Federal a la ciudad, y reimpulsar obras de magnitud, como el Proyecto Retiro, la construcción del tramo RetiroRiachuelo de la autopista ribereña y la Ciudad Judicial.
La consolidación de un buen equipo con los radicales resulta necesario para desarrollar y gestionar todos esos proyectos. Más de una vez a Ibarra lo han escuchado reconocer en la intimidad la actitud “cooperativa” que Nosiglia, por ejemplo, viene demostrando con su gestión. Lo mismo dice del resto de los jefes del radicalismo.
Nosiglia habla habitualmente por teléfono con Ibarra y después del conflicto con Felgueras se juntó a cenar con ambos para tratar de reencauzar la relación. Rodríguez figura también en agenda para una próxima reunión con el jefe de Gobierno, quien también ha puesto atenciónen la relación institucional con la cúpula del Comité Capital de la UCR y con la conducción del bloque de legisladores porteños del Frepaso. En ese contexto se inscriben también los contactos cada vez más fluidos que operadores políticos de Ibarra –como el jefe del bloque aliancista en la Legislatura, Ariel Schifrin, y el secretario de Gobierno, Raúl Fernández– tienen con los popes de la UCR porteña.

 

 

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