Pocos
egresados del Instituto de Formación Policial Juan Vucetich querrán
guardar los videos y las fotos de su graduación como recuerdo:
basado en ese tipo de documentación, y en testimonios aportados
por varias personas que participaron de la fiesta, 347 cadetes de la Policía
Bonaerense que protagonizaron la bochornosa cena del 15 de diciembre del
año pasado fueron procesados. El fiscal Luis Armella también
lleva adelante una investigación por incumplimiento de los
deberes de funcionario público, en la que intentará
determinar las responsabilidades de los agentes que tenían a su
cargo la seguridad en el polideportivo del instituto, donde se realizó
la escandalosa fiesta. Consultado por Página/12 sobre la decisión,
Santiago Fazzini, secretario de Formación y Capacitación
del Ministerio de Seguridad bonaerense, consideró que se trata
de una medida cautelar. Armella, en cambio, fue más
contundente: Tengo las pruebas suficientes para involucrarlos en
esta instancia.
Los egresados que permanecen sin nombramiento en la fuerza desde
mediados de diciembre, cuando estalló el escándalo
deberán presentarse a partir de hoy en las oficinas del fiscal,
en los Tribunales de Quilmes. El cargo por el que deberán responder
es el de daños y hurtos, y han sido citados en grupos
de a diez. Según indicó Armella a este diario, aún
no se ha considerado convocar nuevamente a las personas que denunciaron
robos o agresiones ocurridos durante la fiesta, entre ellos el disc-jockey
Luis Ceolato, la dueña de la empresa Carpas El Trébol, Marcela
Piombo, o el mozo Angel Alberto Ventura. En la investigación que
la fiscalía lleva adelante por el desempeño de los agentes
de la Bonaerense que debían cuidar la seguridad en la fiesta todavía
no hay procesados.
El escándalo que se convirtió en el karma para el gobernador
Carlos Ruckauf y su ministro de Seguridad, Ramón Orestes Verón,
nació el viernes 15 de diciembre: esa noche, los 635 miembros de
la promoción 2000 del Instituto Vucetich se preparaban para festejar
su graduación con una cena y un baile en el polideportivo de la
escuela, ubicado en Berazategui. Casi 2500 personas se habían reunido
en las tres carpas preparadas para el festejo. Poco después de
las 23, los invitados se sentaron a las mesas, dispuestos a disfrutar
el menú de la velada, que incluía vitel thoné, ensalada
rusa y pollo al champignon. El banquete nunca llegó: algunos participantes
del convite señalaron que la comida estaba en mal estado; incluso
el mismo Fazzini que estuvo en la fiesta contó a este
diario que algunos invitados declararon ante el Consejo de Disciplina
del ministerio (de Seguridad bonaerense) que habían visto cómo
los empleados del catering lavaban las presas de pollo con una mezcla
de cloro y vinagre antes de ponerles los champignones. Según
trascendió, los investigadores no pudieron comprobar que la comida
estuviera, realmente, en mal estado.
El caos explotó en los primeros minutos del sábado, cuando
se cortó la luz en el barrio del polideportivo. Furiosos, los invitados
arrasaron con cuanto encontraron a su paso: el disc-jockey Luis Ceolato
denunció una pérdida de 9000 pesos, entre los equipos que
le robaron y los que le rompieron. Marcela Piombo, que alquiló
la vajilla y la mantelería, perdió casi 29.000 pesos. Un
mozo resultó golpeado y una invitada denunció que le habían
robado la cartera. Una semana después, el ministro Verón
hizo rodar las cabezas de las autoridades del instituto, los comisarios
Gastón Pérez y Rodolfo Rucci; y, tras quince días,
la fiscalía encontró dos hieleras en casa de dos cadetes,
que fueron reconocidas por su dueño. Estas pistas, sumadas al testimonio
de otros egresados, son algunas de las piezas que Armella deberá
hacer encajar para determinar las responsabilidades de quienes participaron
en la fiesta inolvidable.
|