Mi primer
contacto con la real historia de Alice Domon lo tuve en Buenos Aires
en el otoño de 1995, de la boca del infatigable y excepcional
Horacio Méndez Carreras. Yo estaba de paso en Buenos Aires
en el momento de las declaraciones del ex capitán Scilingo:
nunca me voy a olvidar, estaba esperando una pizza en un boliche,
cuando aparece ese tipo en la tele, en pleno prime time con pinta
de oficinista cansado, haciéndose cargo personalmente de
haber tirado al mar a 30 detenidos de la ESMA. La terrible imagen
de esas mujeres y hombres cayendo al mar, cuerpos desnudos, inertes,
muertos a espaldas de todos, anónimos, martillaba mi cabeza.
Scilingo esa noche, como todos las noches, impune (como todos los
otros asesinos de la ESMA), volvería a dormir a su casa.
Yo había decidido volver a París con la idea de hacer
un film con el claro objeto de alertar (gritar) la insoportable
situación de impunidad que se vivía en Argentina respecto
de los crímenes de la dictadura y sobre todo de los desaparecidos.
Alice Domon y Léonie Duquet habían estado detenidas
en la ESMA. Alfredo Astiz, condenado en Francia a perpetuidad, gozaba
en Argentina de una total libertad y el caso nunca había
sido resuelto, ni siquiera juzgado. En Francia no podrían
desentenderse de esta historia y Alice daría voz a las decenas
de miles de desaparecidos. Antes de salir para París, Horacio
Méndez Carreras me habló de ella. El, como abogado
de las familias de desaparecidos franceses en Argentina, sabía
bastante sobre la vida de Alice Domon. Yo no podía saber
que la puerta que Horacio me abrió en ese momento sería
la primera de una larga serie en el conocimiento de Alice Domon.
Fue el comienzo de más de dos años de una apasionante
investigación: seguir paso a paso su vida no sólo
me llevó a descubrir (en ella) a una persona extraordinaria
que llegué realmente a amar, sino que remontando la trayectoria
de Alice en Argentina de 1967 a 1977, conociendo la gente que había
compartido con ella luchas, penas y alegrías, fue también
una forma de volver sobre una época que sin saberlo se encontraba
profundamente enterrada en mi memoria. Hoy no puedo decir que esta
película hable por los miles de personas desaparecidas de
Argentina. En todo caso, creo que habla de lo que yo sentí
por una de ellas, Alice Domon, y quisiera que lo que haya conseguido
reflejar este film sobre su historia resuene en nuestras historias
y en nuestra Historia. Y mas allá de la denuncia, espero
que este film pueda rescatar algo de esa historia que los milicos
han querido borrar de las memorias con tantas muertes.
* Director de Yo, Sor Alice.
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