Por Horacio Cecchi
Néstor Flash
y Luis Ojitos Claros estaban en la mira de los federales de
la División Análisis Delictivo. La jueza de menores, Cecilia
Maiza, había solicitado que ambos fueran investigados, bajo la
sospecha de que eran el vértice de una organización de prostitución
infantil. Después de más de dos meses de seguimiento e investigación,
los federales consideraron que habían reunido las suficientes pruebas
y arremetieron con los allanamientos: tres en Floresta, Versailles y Caballito.
El cuarto, en una casa quinta de la localidad bonaerense de Merlo. El
resultado fue más que positivo: Flash y Ojitos Claros cayeron sin
chistar. Junto a ellos, los policías hallaron a seis víctimas:
dos chicas de 15 y 16 años, y otras cuatro de entre 18 y 22. Una
séptima, menor y también de 16, es intensamente buscada
por el juzgado. En los allanamientos fueron secuestradas 250 películas
de sexo explícito, la mayor parte de ellas tomadas con una cámara
de video fija y destinadas según se sospecha a chantajear
a los clientes.
Flash, de 45 años, y Ojitos Claros, de 41, aparecieron en el mercado
-al menos, el primer registro del que toma noticia la justicia a
través de la publicación de avisos clasificados durante
el 99. Se solicita modelo para publicidad y Chica
joven con cama adentro, era el texto de los pedidos, citando la
dirección. Respondió una infinidad de interesadas, pero
sólo unas pocas fueron seleccionadas según los requerimientos:
Buscaban adolescentes indocumentadas o del interior, que no tuvieran
familiares cercanos reveló el jefe de Análisis Delictivo,
comisario Francisco Coppola, a Página/12. Los avisos los
dirigían a dos perfiles: uno a chicas para tareas domésticas,
de un sector más bajo. El otro a chicas con pretensiones de modelaje.
Pero todas tenían en común que no estaban a cargo de nadie,
lo que impedía que un familiar obstaculizara la actividad.
Coppola aclaró que no las mantenían en un estado de esclavitud.
No estaban encadenadas ni nada por el estilo. Les hacían
difícil salir reteniéndoles los documentos, y hasta terminaban
convenciéndolas de la conveniencia. Primero las ponían a
trabajar en la limpieza, en contacto con las chicas que ya trabajaban
en la prostitución. De esa forma, escuchaban comentarios sobre
la actividad y que ganaban más que ellas. Eso hacía que
tomaran la prostitución como algo más natural. Después
las ponían en contacto con los clientes. Les pagaban pero no lo
suficiente como para que se independizaran.
A partir de datos aportados al juzgado de menores de Cecilia Maiza, a
mediados de diciembre pasado la magistrada ordenó el seguimiento
del dúo. La semana pasada, entre jueves y sábado, Coppola
consideró que la investigación había madurado y,
con orden judicial, se iniciaron los allanamientos. En Floresta cayó
Flash. Ojitos Claros en Merlo. La causa fue caratulada por Maiza como
Facilitación y promoción de la prostitución
de menores, delitos no excarcelables.
Lo que nos llamó la atención agregó Coppola
fue la cantidad de casetes que tenían con imágenes de sexo
explícito: alrededor de 250. Algunas tenían el formato de
una producción más comercial, como si los protagonistas
supieran que los estaban filmando, incluso miraban a la cámara.
Pero en la mayor parte, los protagonistas aparentaban no estar enterados
de que los filmaban.
La hipótesis más firme que trabajan los investigadores es
que con los videos chantajeaban a sus clientes. Una cámara de video
fija con un objetivo semejante al de las cámaras ocultas, secuestrada
de uno de los departamentos allanados, sobre la avenida Juan B. Justo
y San Martín, sostiene la hipótesis del chantaje.
En ese departamento, por módicos 200 pesos, organizaban encuentros
de swingers, y un menú de actividades tituladas: Todos contra
todos, El sorteo, El trencito, sesiones
lésbicas y la Ruleta fatal, en la queel cliente que
perdía era sodomizado por otro. Entre los títulos de la
videoteca del dúo, figuraban La pícara estudiante,
Secretaria completa, Garganta de oro, Dolores
y placeres y El clarinete desafinado. Por otro lado,
las menores también eran obligadas a ejercer la prostitución
callejera.
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