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el Kiosco de Página/12

Carnes
Por Rodrigo Fresán

UNO Hola. Ayer fui a la carnicería de luxe de El Corte Inglés a ver de cerca un pedazo de carne argentina. Carne de exportación para ustedes y de importación para mí. Era cara. Muy. La miré fijo durante un rato y volví a casa a comer lechuga. Más de dos meses sin comer carne. Un neurólogo dijo que para el 2005 aparecerán en Europa unos 90 mil enfermos del mal de la “vaca loca”, que en la actualidad se encuentra incubando su alien y algunos –pobres, demasiado tarde– hasta dejan de comer carne.

DOS Más problemas con la carne de importación para mí y de exportación para ustedes. Jugadores de fútbol sudacas paseándose por Europa con pasaportes truchos del Mercado Común para que así clubes y cracks gocen de los beneficios de ser locales y no visitantes. Actitudes poco deportivas que no causan mucha gracia si se tiene en cuenta el trato recibido por inmigrantes ilegales que no juegan a la pelota porque la pelota son ellos. El otro día lo vi por televisión a Martín Palermo –uno con pasaporte sospechoso, dicen– recitando uno de esos típicos parlamentos líricochantas que distinguen a nuestra mejor carne viajera y que tanto fascinan a los que no están acostumbrados a su sabor: “Todavía no me encontré con el gol, pero falta poco y va a ser lindo”, dijo El Loco con cara de extrañar vacas cuerdas. Algo así.

TRES Y me pregunto –en estos días de veda y rosas–, ¿qué significará el haberme cruzado por una calle de Barcelona y en menos de cien metros con Valeria Mazza y Christopher Lee? La modelo es, seguro, la perfecta presa carnal para el sanguíneo conde europeo. Más carne argentina para dentaduras hambreadas y, recuerden, falta menos para que se estrene Hannibal versión fílmica de la novela en la que el buen caníbal Lecter termina viviendo en Buenos Aires y –Dios le da carne a quien sí tiene dientes– masticando unos churrasquitos de aquellos.

CUATRO Nacha Guevara presenta en España su libro de consejos para las chicas de 60 y, al fin, reconoce que se ha hecho la cirugía plástica en sus carnes –”pero con responsabilidad”, aclara– y que no es que se mantiene así por ser vegetariana y todo eso. Nacha parece una mezcla de Valeria Mazza y Christopher Lee. Más Lee que Mazza...

CINCO ...y ya que estamos en tema, parece que ahora también están en peligro las aves de rapiña de este Viejo Continente: al incinerarse toda la carne tirada por ahí, claro, los plumíferos carroñeros no tienen nada que comer. Que aprendan, que se hagan vegetarianos como uno, como Nacha y como los toreros que cortan oreja pero que, al final de la corrida, están obligados a devolverla enseguida para que la quemen y olé. Carne y arena. Carne y circo.

SEIS Y una exposición recorre Europa: los cadáveres plastificados de Günther von Hagen. Ahora están en Berlín y la gente no se cansa de ver a estos muertos a los que el artista drenó de líquidos orgánicos para sustituirlos por una solución plastificadora que permite, ahora, observar hasta el último capilar y músculo y nervio. Las “obras” fueron “donadas” a Von Hagen por sus propios “dueños” antes de morir y ahí están ahora en diversas posiciones: jugando al ajedrez, corriendo, lanzando un disco. Ya los vieron 6 millones de personas, las colas para ver carne y hueso dan la vuelta a la manzana mientras, aquí, las carnicerías cada vez más vacías. Ayer, en una a la vuelta de mi casa, pusieron un cartel donde se lee: “Tenemos carne de avestruz, canguro y potro”. Ganas de probarlas, de recordar qué gusto tiene la carne y dame un bife, ¿sí?

REP

 

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