Hoy temprano, el presidente Fernando de la Rúa visitará
el remozado recinto del Congreso para inaugurar las sesiones ordinarias
con un discurso en el que hará eje en un par de ítem que
considera los mejores momentos de su gestión: la obtención
del blindaje financiero que llevó oxígeno a la situación
económica y el consenso logrado en torno a la reforma política
que transparentará los gastos de la próxima campaña
electoral. Al lado de De la Rúa habrá un hueco difícil
de disimular: a diferencia del año pasado, no estará el
ex vice, Carlos Chacho Alvarez, para defender su discurso.
Por eso, el Presidente hará uso de la primera persona del singular
cuando quiera dar énfasis a algún párrafo, colocándose
como garantía de las promesas que se cumplirán este año.
El Presidente no tiene elementos contundentes para demostrar que su administración
es un suceso. Ni baja del índice de desempleo, ni reactivación
económica, ni disminución de impuestos. Sólo las
perspectivas optimistas que permitió la ayuda financiera de 40
mil millones habilitada por los organismos de crédito. De la Rúa
le dará carácter de logro, dado que dirá que fue
otorgada gracias a las garantías de mantenimiento de las variables
económicas que dio su gestión. De paso, el Presidente insistirá
en que no se cambiarán las reglas del juego y que se mantendrá
la convertibilidad, sea quien sea el titular del Banco Central.
De la Rúa también está contento con la reforma política
que, según explicó el martes ante legisladores de la Alianza,
entiende que le permitirá cumplir con la promesa electoral acerca
de que el ajuste también lo hará la política. Otro
punto que destacará será el de la puesta en marcha de un
millonario plan de obras públicas que supone será el motor
de arranque de la economía, que aún se resiste a dar señales
de recuperación pese al blindaje.
Como es costumbre en este tipo de discursos, habrá una parte dedicada
al resumen de lo actuado con detalle de cifras, y otra con las expectativas
para este año. El Presidente dedicó casi íntegro
la jornada de ayer a escribir su discurso en el que estuvo trabajando
desde el fin de semana. Según sus colaboradores, lo hizo en la
computadora que tiene en su despacho, requiriendo informes cuando necesitaba
precisar algún dato. Por ejemplo, anoche estaba con el ministro
de Economía, José Luis Machinea, elaborando las perspectivas
de crecimiento económico para el próximo ejercicio. El discurso
ya tenía unas 30 carillas escritas a doble espacio, por lo que
calculaban que duraría alrededor de una hora.
A De la Rúa lo esperará una Asamblea Legislativa que sabe
que no tiene que esperar grandes anuncios o anuncios simplemente
y con cierta hostilidad en el justicialismo que quiere enarbolar la protesta
por la nueva modalidad del Presidente de hacer públicas firmas
masivas de decretos, descartando la vía legislativa.
Ibarra abre en la
ciudad
El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Aníbal
Ibarra, inaugurará hoy a las 12 el cuarto período
de sesiones ordinarias de la Legislatura porteña. La
educación, el sur y el desarrollo económico serán
el eje de su discurso en lo que tiene que ver con la gestión,
adelantó a Página/12 un funcionario que anoche trabajaba
en el retoque final del texto. Ibarra hablará de su plan
para terminar con las inundaciones, de sus proyectos para desarrollar
el sur de la ciudad y futuras inversiones, como la prevista para
la ampliación de la red de subterráneos. Es
la inversión estatal más alta en toda América
latina, destacará al respecto. En el plano político,
el jefe de gobierno comentará su idea de reforma política
y convocará a los partidos políticos a discutir una
ley de regulación y financiamiento de la actividad. Además
de los legisladores estarán en la Legislatura los secretarios
del gabinete, los senadores y diputados de la Ciudad y los miembros
del Tribunal Superior de Justicia.
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HOY
REUNION DAER-COLOMBO HOY
El fin del secreto
Por Diego Schurman
El bendito llamado llegó
en una tarde de sopor. Rodolfo Daer atendió y respiró aliviado.
Un día después de oficializarse el levantamiento del paro
general de 36 horas, Chrystian Colombo cumplió con su promesa:
ayer se comunicó con el líder de la CGT para mantener un
encuentro secreto, fuera de despachos oficiales y sindicales, en algún
momento del día de hoy. Buscarán acordar los temas a conversar
la próxima semana con el presidente Fernando de la Rúa y
la forma de pago de los 37 millones de deuda que el Ejecutivo mantiene
con las obras sociales.
No será la primera reunión furtiva en la que participará
Colombo. A principios de semana también organizó otra con
la cúpula sindical para presionar por el levantamiento del paro.
Al Gobierno le disgustó la demora de la CGT en deponer su actitud
belicosa, que se prolongó aun luego de la reunión del viernes
en la que De la Rúa los legitimó ofreciéndoles sillas
en una mesa de diálogo.
Finalmente, con la suspensión de la medida de fuerza conocida el
martes, el tono de las conversaciones entre las partes mejoró ostensiblemente.
De hecho, Colombo y Daer buscarán fijarán hoy la agenda
temática que abordarán con De la Rúa y los
empresarios en la apertura formal de la mesa de diálogo prevista
en principio para el lunes en Olivos.
Los jefes cegetistas también introducirán otro tema de preocupación:
la deuda de 37 millones de pesos que el Gobierno se comprometió
a saldar con las obras sociales sindicales. Ya existen listados sobre
la cantidad que debe recibir cada gremio. No está claro, sin embargo,
el modo y el tiempo en que el Presidente honrará el compromiso.
En las negociaciones con la CGT oficial también tuvo un papel protagónico
Patricia Bullrich. En los últimos días la ministra de Trabajo
mantuvo varios contactos fuera de agenda con Daer. Se produjeron en Ginebra,
cuando ambos viajaron para entrevistarse con las autoridades de la Organización
Internacional de Trabajo.
Luego de varios cuestionamientos, en los que la CGT destacaba el cambio
de camiseta de la funcionaria que supo militar en la Juventud Peronista-,
llegó la calma y ahora los gremialistas destacan la ejecutividad
de Bullrich y, junto a Colombo, la ponen en un lugar de privilegio a la
hora de considerar al gabinete de la Alianza.
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