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UNA NUEVA FUGA DE MENORES, LA QUINTA EN 40 DIAS
Los guardias bajo sospecha

Cinco chicos del instituto Agote, donde el lunes hubo un motín, fugaron ayer a la madrugada. Cuatro custodios fueron detenidos por facilitar la evasión. El Agote será cerrado en quince días.

La seguidilla de fugas de chicos obligó a Graciela Fernández Meijide a salir a dar explicaciones.

Por Horacio Cecchi

Cinco internos del instituto de menores Luis Agote protagonizaron ayer una fuga que, por primera vez, derivó en la detención de cuatro guardianes. Dos días antes, los cinco prófugos se habían amotinado junto a cinco compañeros, en reclamo de mejores condiciones de detención. La jueza que intervino en aquella ocasión, María Salgueiro, ordenó clausurar el pabellón y trasladar a los diez jóvenes a una sala de teatro del instituto. Se tomaron medidas de seguridad: cuatro celadores montaron guardia sobre los diez disconformes, o sea, un custodio por cada dos jóvenes y medio. Pero ayer, por la madrugada, cinco de ellos decidieron que el recurso de los motines ya no era procedente: abrieron candados y puertas, corrieron a través de pasillos, anudaron cuerdas, treparon altos muros y, sin tocar un pelo ni llamar la atención de sus custodios, fugaron como murciélagos al abrigo de la oscuridad nocturna. Por la tarde, la ministra de Desarrollo Social y Medio Ambiente, Graciela Fernández Meijide, cargó las tintas sobre el sistema de celadores y puso fecha al agote del Agote: en 15 días será clausurado. Por su parte, los cuatro atribulados vigilantes terminaron procesados y tras las rejas, bajo la sospecha, como mínimo, de haber prestado una manita.
La de ayer no fue la primera fuga de un instituto de menores, pero sí la primera vez en que la Justicia ordenó la detención de celadores sospechados de haber tenido alguna participación en el caso. Hace 18 días, 21 guardias de seguridad del Aráoz Alfaro fueron denunciados penalmente por la salvaje represión desatada sobre 17 internos (ver aparte). Página/12 publicó las fotos de sus espaldas, cruzadas con marcas provocadas con caños de hierro, imágenes que la Justicia utiliza como prueba.
El lunes pasado, promediando la mañana, nueve adolescentes del pabellón San Martín, del Agote, se amotinaron, arrastrando al décimo interno que permanecía en el lugar. Las curiosidades del sistema hicieron que entre esos diez internos del instituto de menores, cuatro fueran mayores. Sus reclamos se concentraban en las condiciones de detención, a la vista deplorables. Pero en algún punto, las causas del motín no cerraban. “Todo lo que piden ya lo tienen”, deslizó el lunes a este diario una fuente del Consejo.
Un día después, la jueza de menores María Salgueiro ordenó la clausura del pabellón San Martín por inhabitable, y el traslado de los diez internos a una sala anfiteatro, donde acomodaron sus colchones en forma provisoria. Se dispuso una fuerte custodia: cuatro guardias por turno permanecerían noche y día de vigilancia casi personalizada, a razón de un celador por cada 2,5 internos. Pero no llegaron al día, porque a las 3 de la madrugada, mientras los cuatro celadores duplicaban su atención sobre cinco de los internos, los cuatro menores pero mayores (tres de 20 años y uno de 18), y un menor propiamente dicho (17) aprovecharon para escapar.
Tras abrir puertas y candados, atravesar el edificio y un patio interno, sortearon un muro de más de cuatro metros de altura con la ayuda de sogas, y saltaron a un baldío que da sobre la calle Oro al 2200. Uno de los tres policías de custodia externa descubrió la evasión y los persiguió inútilmente. Durante toda la mañana, fueron buscados por patrulleros de las comisarías 23ª y 25ª, y un helicóptero. Por la tarde, curiosamente, dos de los prófugos se entregaron por sí solos.
La fuga del Agote terminó por cerrar el círculo. Ayer, a las 17, Meijide en conferencia de prensa, secundada por el secretario de Desarrollo Social, Gerardo Morales, y la presidenta del Consejo, María Orsenigo, anunció que en 15 días el Agote sería clausurado. “Hay intereses que se oponen a que los menores sean tratados según la Convención de los Derechos del Niño”, fustigó Meijide. Orsenigo, sin mencionar a Atilio Alvarez, asoció fugas y motines a gestiones anteriores, “a las que ya denunciamostres veces por corrupción. No pusieron un ladrillo ni movieron un clavo para que los institutos mejoren”.
Entre tanto, el sistema de celadores y guardias de seguridad del Consejo dio un paso más hacia el lado de la Justicia: con los cuatro de ayer, los 21 denunciados por la salvaje represión del Alfaro, y otros 15 que estaban de turno en otras tres fugas desde que se inició el 2001, suman ya 40 procesados o sumariados sobre un plantel de 220.

 

La llamativa seguidilla

“Nosotros nos hicimos a fuerza de cuartelazos y motines”, deslizó hace pocos días un jefe de seguridad a María Orsenigo. Coincidencias casuales parecen darle la razón: el 29 de diciembre pasado fue sancionada la ley provincial 12.607, que propone modificaciones al sistema de minoridad. La ley es polémica pero, según fuentes consultadas, más allá del debate entre especialistas, provoca resquemores en la vieja guardia. El 18 de enero, nueve días antes de que fuera promulgada la ley, fugaron cinco internos del Agote. El 9 de febrero, 10 del Rocca. Al día siguiente, 43 sobre 60 del Aráoz Alfaro –provincial pero administrado por Nación–, seguido por una feroz represión sobre los 17 que quedaron dentro. El 14, 21 del San Martín. El lunes pasado se produjo el motín del Agote. Y ayer cinco de sus internos saltaron los muros. En cada fuga, guardias y celadores fueron sumariados o procesados –como en el caso del Alfaro–. Fueron 84 prófugos en un mes y diez días, cuando durante el primer año de la actual gestión no se habían producido hechos semejantes. Por el momento, suman 40 guardias apartados de sus funciones. Los antecedentes parecen evidenciar que el Consejo Nacional del Menor y la Familia transita el umbral de una elección decisiva: o se quedan sin el equipo de custodios, o se quedan sin menores que custodiar.

 

SE POSTERGO LA DECISION SOBRE SU PENA DE MUERTE
La larga espera de Saldaño

Por Alejandra Dandan

El proceso en Houston contra Víctor Saldaño podría revertir el fallo inicial que lo condena a muerte. El joven cordobés, condenado en el ‘96 por el estado de Texas a la máxima pena, estuvo ayer frente a la Corte de Apelaciones que decidirá en los próximos días si ratifica el fallo o lo desecha, para dar lugar a un nuevo juicio. Esa última opción fue la defendida en los alegatos centrados en las características racistas que mantuvo tanto el proceso como el fallo final. La presión de la comunidad latinoamericana y la solidez de los alegatos fue tan contundente, dijeron los funcionarios argentinos presentes, que existen ahora grandes expectativas sobre la revisión del caso. Pero además de la audiencia, ayer existió una presentación frente a la OEA que presionará, se cree, a la hora de la decisión final. El caso Saldaño fue el primero aceptado por la OEA contra los Estados Unidos en base a una denuncia de un no americano.
La presentación ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) como instancia supranacional fue hecha por Juan Carlos Vega, uno de los dos abogados argentinos de Saldaño y presidente aquí del Servicio por los Derechos Humanos. El reclamo fue atendido por un representante de la OEA y tres abogados del Departamento de Estado en Washington. Vega no cuestionó allí sólo la condena sino todo el proceso considerado discriminador: “No pusimos en discusión la pena de muerte sino el derecho a un proceso regular sin discriminación racial”, explicó después de la audiencia a Página/12. Para el abogado, la comisión quedó convencida de la validez jurídica de los argumentos pero “sabe que debe sentarse a discutir con uno de los estados más poderosos de la tierra”.
Ese estado es el de Texas, punto de partida en el ‘95 del proceso que fue denunciado por organismos de derechos humanos de todo el mundo, por las irregularidades procesales. Víctor Saldaño tiene ahora 29 años y en el ‘96 fue condenado a muerte por el crimen a un vendedor de Texas. Durante el juicio, el procurador general lo llamó, en modo despectivo, “hispano”. Ese fue el antecedente con el que hace un año la Corte Suprema suspendió la sentencia, la ejecución prevista para abril del 2001 y pidió la revisión del fallo a la Corte de Apelaciones de Houston que ayer oyó los alegatos.
Aquel procurador dio su testimonio a través de un representante y su testimonio fue uno de los más importantes para la defensa de Saldaño. “Como lo había hecho ante la Corte, ayer volvió a reconocer el error de su postura”, dijo a este diario Horacio Wanba, cónsul argentino en Houston. Esa presentación, como los enérgicos alegatos de los dos abogados americanos a cargo de la defensa y la presencia contudente de la comunidad latina que hizo estallar la sala, fueron las variables que permiten ahora pensar en que todo puede volver a empezar. “Fue tan fuerte la argumentación en contra de todo el proceso teñido de racismo, que los jueces no tuvieron ninguna posibilidad de oponerse”, evaluó el cónsul considerando ahora cercano el comienzo del nuevo juicio pedido para Saldaño donde se excluya definitivamente la muerte.

 

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