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Cuando Milosevic se mira en el espejo de Pinochet

La mayoría de los yugoslavos cree que su ex dictador cometió crímenes de guerra y que debe ser procesado y, de hecho, podría ser detenido antes del 10 de marzo próximo.

Slobodan Milosevic, en sus últimos tiempos de poder.

Por Jorge Marirrodriga *
Enviado especial a Belgrado

Slobodan Milosevic será detenido, como muy tarde, el próximo 10 de marzo y acusado de asesinato, desaparición, fraude fiscal y malversación financiera, según anunció ayer en Belgrado un portavoz de la coalición DOS, que agrupa a los 18 partidos políticos que gobiernan Yugoslavia. La noticia se ha producido el mismo día en que se ha hecho público un sondeo según el cual la mayoría de los yugoslavos cree que Milosevic es culpable de haber cometido crímenes de guerra y que debe ser juzgado por ello. El ministro de Justicia serbio, Vladan Batic, ha asegurado que las investigaciones encaminadas a detener a Milosevic son en las últimas horas “muy intensas”.
Los delitos más graves con los que según la coalición DOS se pretende incriminar a Milosevic son el asesinato del editor Slavko Curuvija, cometido en abril de 1999, y la desaparición del ex presidente de Yugoslavia, Ivan Stambolic, quien había formado parte de su círculo de colaboradores hasta que cayó en desgracia. Hasta ayer, las pruebas más sólidas contra Milosevic eran las que lo vinculaban con delitos económicos pero, al parecer, algunos testigos clave pertenecientes a la cúpula del antiguo régimen estarían dispuestos a declarar contra quien fuera su protector.
Mientras llueven las acusaciones contra Milosevic, ayer se supo que el 60,3 por ciento de los yugoslavos considera que ha cometido crímenes de guerra, mientras un 16,6 por ciento de la población cree que es inocente. Los datos, suministrados por la empresa Argument, muestran también que una proporción del 60 por ciento piensa que el ex presidente debe ser juzgado, aunque las opiniones se dividen a la hora de determinar el lugar en el que debería celebrarse el proceso. Un 30 por ciento estima que Milosevic tendría que comparecer ante el Tribunal Internacional para los crímenes en la Antigua Yugoslavia en La Haya, pero de forma voluntaria. Mientras, un 31 por ciento opina que el juicio debería celebrarse en la misma Yugoslavia y un 12 por ciento es partidario de que no se juzgue a Milosevic a condición de que éste abandone el país inmediatamente.
Paralelamente, un juez de Belgrado sigue obteniendo información de sus interrogatorios al que fuera jefe de los servicios secretos de Milosevic, Rade Markovic, detenido la semana pasada. El magistrado interrogó durante más de cuatro horas a Markovic. Según ha trascendido de fuentes de la investigación, hasta ahora ya se ha probado hasta qué punto era íntima la relación entre los servicios políticos y el Partido Socialista de Serbia (SPS) de Milosevic y la Izquierda Unida Yugoslava (JUL), comandado por Mirjana Markovic, mujer del ex presidente. En ambos partidos había al menos una persona que, además de ejercer un cargo de responsabilidad en ellos, actuaba de enlace con la policía política. De hecho, el jefe del departamento de análisis de los servicios secretos, Uro Suvakovic, desempeñaba a la vez un cargo directivo en el SPS. Fuentes cercanas al gobierno serbio citadas por medios locales señalaron que el SPS tomó el control de la policía secreta después de lo cual uno de sus principales objetivos era el seguimiento de los políticos de la oposición, entre ellos el actual presidente Vojislav Kostunica. La avalancha de pesquisas y testimonios va encaminada a probar que los servicios secretos no movían un dedo sin el conocimiento y la autorización del propio Milosevic. Además, el detenido Markovic era un habitual de la familia Milosevic gracias a su amistad con Marja, la hija del ex presidente.

* De El País de Madrid, especial para Página/12.

 


 

LAS FF.AA. FUERON QUERELLADAS
Menos impunidad en Chile

“Dejaré actuar a los tribunales”. La fórmula siempre fue conveniente al presidente chileno Ricardo Lagos. A fin de cuentas, cuando la esgrimió al comienzo de su mandato, lo que estaba en juego era el futuro del ex dictador Augusto Pinochet. Si los tribunales no lo procesaban, Lagos haría gala de su constitucionalidad respetando la decisión; si lo hacían (como efectivamente sucedió), tanto mejor. Pero ayer la situación se le tornó mucho más incómoda: un tribunal aceptó una querella contra los jefes de las Fuerzas Armadas y de Carabineros por “obstrucción de la Justicia”.
“Esto es incomprensible, después del esfuerzo histórico que hicieron”, fue todo lo que atinó a decir el ministro de Defensa, Mario Ramírez, al enterarse de la decisión de la jueza María Inés Collin. Irónicamente, Ramírez fue uno de los responsables por lo sucedido. La querella atacaba las omisiones y errores en la información que los jefes militares entregaron a la Mesa de Diálogo. Este organismo había sido creado por el mismo gobierno chileno para revelar el destino de los desaparecidos y poner límite a los juicios. Ayer el resultado fue el opuesto. La abogada querellante Julia Urquieta enfatizó que la información presentada por los militares no contenía “ningún fundamento ni prueba” acerca de lo sucedido con los desaparecidos. Por eso, espera obtenerlos vía tribunales. La Mesa de Diálogo se transforma así en una Mesa de Querellas.

 

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