Tres muertos, calles y rutas inundadas, comercios pasados por agua y protestas
vecinales fueron el resultado de la tormenta registrada ayer, cuyo pico
fue entre las 6 y 7 de la mañana. El secretario de Obras Públicas
porteño, Abel Fatala, cubierto con su impermeable amarillo patito,
señaló que en 55 minutos habían caído 33 milímetros,
tres más de los que admite el sistema pluvial de la ciudad actualmente
y, según la versión oficial, suficientes para que Cabildo
y Blanco Encalada volviera a ser un gran piletón, la Boca recordara
su proximidad al Riachuelo, y Villa Crespo se resignara al metro de profundidad.
La tormenta de ayer parece señalar que los milímetros pluviales
siguen siendo tema de pesadilla para el gobierno. El propio Aníbal
Ibarra, en su apertura de las sesiones ordinarias de la Legislatura, incluyó
el tema dentro de su discurso de inauguración. Como después
de la inundación del 24 de enero pasado, Fatala insistió
en que recién en el 2002, cuando esté terminada la
mayor parte de las obras, el sistema va a aceptar 60 milímetros
por hora y explicó la inundación de ayer como un
efecto de la tropicalización del clima.
La tormenta se desató aproximadamente a las 6 de la mañana
y, durante una hora, arreció junto a pronósticos desalentadores
de comerciantes y vecinos, compuertas en las entradas de los negocios
y bombas de achique en los sótanos. El gobierno porteño
decidió esta vez anticiparse a los hechos: Fatala, cubierto con
un piloto de color para la ocasión, salió desde temprano
a recorrer las calles de la ciudad. También lo hizo el director
nacional de Defensa Civil, Víctor Capilouto, y 200 hombres de la
guardia de emergencias del gobierno, que se dedicaron a destapar sumideros.
En la recorrida se encontraron con escenas típicas: según
Capilouto, desde ayer que teníamos un alerta meteorológico.
La zona más afectada es Belgrano, también Palermo, Villa
Crespo, cercana a la avenida Juan B. Justo, y algunas partes de la Boca
alrededor de la calle Necochea y 20 de Setiembre. Curiosamente,
también se inundó un puente, el que cruza las vías
del Sarmiento sobre la calle Yatay.
La eterna historia de los sumideros tapados y los caudales de agua superiores
a la capacidad de desagote del sistema provocaron cortes de tránsito
en la General Paz, el acceso a la autopista 25 de Mayo, el clásico
Blanco Encalada y Cabildo, Juramento y Tronador, Freire y Olazábal,
Mendoza y Superí, Crámer y Virrey del Pino, Mendoza y Washington,
y J.B. Justo y Camargo donde se registró un metro de agua
al nivel de la calzada. También, en el Aeroparque Jorge Newbery
hubo congestionamientos de público: las partidas fueron espaciadas
cada 10 minutos por razones de seguridad y, desde las seis, sólo
fue permitido un aterrizaje hasta que finalizó el temporal, desviando
todos los arribos al Aeropuerto de Ezeiza.
Según Capilouto, entre las seis y las siete de la mañana
cayeron 39 milímetros. Fatala sostuvo que fueron 33 en 55 minutos.
El secretario de Obras Públicas insistió en una explicación
sobre la crecida porteña, y arriesgó una teoría climática:
Toda la situación de los arroyos del norte se solucionará
cuando terminemos las obras, en febrero de 2002, cuando tengamos una capacidad
para captar y conducir agua de 60 milímetros horarios, fue
la explicación. Su teoría hizo eje en el efecto de
la tropicalización, que no sería otra cosa que un
cambio climático general que modificó el régimen
de lluvias, elevando quizás sorpresivamente los promedios
pluviométricos.
Hoy, a las 11, Fatala realizará una inspección ocular en
la línea D del subte, a la altura de Cabildo y Monroe, para determinar
si es cierto, como sostienen los vecinos, que los efectos de las inundaciones
empeoraron a partir de las obras del subte.
La tempestad también tuvo su costado trágico: un hombre
de entre 30 y 35 años, que a las 9 de la mañana aguardaba
junto a su esposa el cambio de semáforo, sobre la esquina de las
avenidas Antártida Argentina y Castillo, frente a la terminal de
micros de Retiro, murió atropellado por un camión que perdió
su control. A las 7, en plena tormenta y a cien metros de laCapital, en
Ciudadela, partido de Tres de Febrero, Antonio García murió
electrocutado al intentar cruzar un paso a nivel del Sarmiento.
Siete kilómetros al noroeste de Chivilcoy, sobre la ruta 30, y
también coincidente con el temporal, un micro de Transportes La
Plata que se dirigía de la capital bonaerense a Lincoln se despistó
y se incrustó en una arboleda. El chofer murió, y su acompañante
y una pasajera sufrieron graves heridas. Entretanto, una veintena de autos
y camiones protagonizaron un choque en cadena, a las 6.40, sobre la autopista
Panamericana, a la altura de la ruta 202, en el partido bonaerense de
Tigre.
Los subsidios tienen
fecha
Si es cierto que el problema de las tormentas tropicales preocupa
al gobierno, ayer lo confirmó el mismo Aníbal Ibarra,
que reservó varios párrafos de su discurso de apertura
de las sesiones ordinarias de la Legislatura a las inundaciones.
Comprendemos la indignación de los vecinos damnificados,
hemos estado con ellos en sus barrios y sus casas escuchándolos
y prestándoles asistencia, y muchos de ellos reconocieron
que era la primera vez que un gobierno respondía a sus urgencias,
sostuvo. Por la tarde, pasada la lluvia y el discurso, el gobierno
puso fecha a los pagos de subsidios por la inundación del
24 de enero pasado. A partir del lunes y hasta el 15, 402 damnificados
serán notificados del pago. Se trata del 70 por ciento de
los reclamos formulados. En el 30 por ciento restante se detectaron
irregularidades que serán revisadas. El monto total de los
subsidios es de 1.300.000 mil pesos, con los que se pagará
el 100 por ciento de lo que los inspectores reconocieron como pérdida
real y que no necesariamente se corresponde con el monto reclamado.
También, a partir de mayo se descontará hasta el 80
por ciento del ABL.
|
EL
AGUA VOLVIO A ENTRAR EN ALGUNAS CASAS
En Belgrano llovió bronca
Cuando a
la mañana venía por Cabildo y veía a la gente sacando
agua de los negocios, sentía una impotencia enorme, y unas ganas
de llorar terribles. Sentada detrás del mostrador de su local,
en Blanco Encalada 2429, Luján intenta ponerle palabras a su bronca:
en poco más de un mes, su negocio de zapatos y ropa para mujer
ya se inundó dos veces. Perdimos menos mercadería
que la otra vez explica su esposo, Abel pero hasta que no
nos den el subsidio, va a ser difícil volver a arrancar.
La historia de Luján y Abel es sólo un ejemplo de lo que
la lluvia dejó en la zona norte de la Capital Federal: mercadería
arruinada que hay que rematar o tirar, pisos y muebles deteriorados, autos
inservibles. Ayer la tormenta volvió a visitar Belgrano, y aunque
no se repitió el cuadro del 24 de enero, igual hubo locales inundados
y bronca.
Las voces de los inundados del barrio mezclan resignación y paranoia.
Yo normalmente abro a las 10, pero con la lluvia de hoy (por ayer),
a las 7 ya estaba acá, cuenta Osvaldo, dueño de la
veterinaria Mascotas Belgrano. El y sus vecinos presentaron las declaraciones
juradas en el plazo convenido con el Gobierno de la Ciudad, pero aún
no recibieron la ayuda prometida. Recién ayer, el equipo de Ibarra
les puso fecha a los pagos: a partir del 5 de marzo (ver aparte). Hasta
a la rabia se han acostumbrado los habitantes del barrio: Aunque
nos paguen el subsidio, si las obras no avanzan, esto se va a seguir inundando...
Y en realidad, tampoco creo que con las obras solucionen demasiado,
agrega Osvaldo.
Domingo es otro de los que creen poco en las promesas del gobierno. Durante
la última inundación, parte de la mercadería de su
negocio una zapatería ubicada en Blanco Encalada 2426
quedó flotando en el agua que se juntó dentro de su local,
mezclada con hojas de árbol y con barro. No le quedó otro
remedio que liquidar todo. Yo no les creo nada, hasta que no tenga
la plata en el bolsillo no les creo nada, comenta, mientras enseña
un álbum de fotos con las imágenes del desastre.
Hay otro grupo, sin embargo, que no acepta resignarse. En ese grupo está
José, dueño de una cerrajería ubicada en Blanco Encalada
entre Cabildo y Vuelta de Obligado. Cuando en una situación
de guerra hay un altoel-fuego, la gente igual está pendiente,
a la espera del momento en que se reanudará la batalla dice.
Nosotros estamos en una situación similar. José integra,
junto con otros vecinos, la comisión que se reúne todos
los lunes para tratar el tema de las inundaciones. Esa misma comisión
convocó ayer a una reunión en Cabildo y Blanco Encalada:
Seguiremos protestando -dice José hasta tanto obtengamos
respuestas.
|