Ariel Sharon fue electo aplastantemente como primer ministro israelí
prometiendo seguridad ante el levantamiento palestino. Nunca
se detalló exactamente qué haría este súper-halcón
en materia de represión que no hubiera hecho ya su predecesor laborista
Ehud Barak. Ayer la pregunta seguía sin respuesta, pero el ejército
israelí dejó muy en claro que ya tiene planes para ampliar
el uso de fuerza contra los palestinos. Esto es una guerra: vamos
a intensificar nuestra respuesta y combatiremos al terrorismo con todas
nuestras fuerzas, enfatizó el general Shaul Mofaz, jefe del
Estado Mayor, a la radio militar. El líder palestino Yasser Arafat
se mofó poco después: ¿Qué nos van a
hacer, tirar la bomba atómica?.
La bravuconada de Arafat no lograba ocultar su inquietud ante la consolidación
de las fuerzas políticas israelíes detrás de Sharon.
Su esperanza de que se producieran quiebres con el laborismo, nunca muy
probable, fue definitivamente rebatida el viernes cuando ese partido votó
por sumarse a la coalición de Sharon con Shimon Peres como su canciller
y Benjamin Ben Eliezer (del ala dura del partido) a cargo de Defensa.
Con los laboristas a bordo, sólo queda sumar a los partidos de
derecha. Sharon buscó su apoyo reafirmando explícitamente
las posiciones que antes de las elecciones ya le habían ganado
la reputación de súper-halcón.
El partido ultranacionalista de Israel Beitenu, por ejemplo, se sumó
a la coalición de Sharon luego de que el premier electo les enviara
una carta donde aseguraba que las ideas planteadas en (las cumbres
de paz de) Camp David, Washington y Taba no serán vinculantes para
el próximo gobierno israelí. En esos acuerdos, el
gobierno del laborista Barak realizó concesiones sin precedentes
a los palestinos, ofreciendo un Estado Nacional Palestino con el 95 por
ciento de Cisjordania, el 100 por ciento de la Franja de Gaza y Jerusalén
Oriental como su capital. Ahora, estas ofertas no sólo fueron eliminadas
como base de negociación, sino que incluso lo que ha actuado como
consenso mínimo en las conversaciones de paz, los Acuerdos de Oslo
de 1993, está puesto en duda. Sharon explicó en su carta
que desde el punto de vista internacional, los Acuerdos de Oslo
son válidos siempre que se cumplan sus condiciones, y los palestinos
no lo hacen. Es por esto que Arafat afirmaba nerviosamente ayer
que cualquier negociación debe respetar todo aquello sobre
lo que se alcanzó un acuerdo en Taba, Sharm el Sheikh, Washington
y El Cairo. Ayer las tentativas de Sharon habían encontrado
oposición desde el partido ultraortodoxo Shas y el de los inmigrantes
rusos, pero el único cambio que podría resultar de estas
dificultades sería endurecer aun más la posición
de Sharon.
En este contexto, era natural que el aspecto militar estuviera cobrando
cada vez más prominencia en las declaraciones de ambas partes.
Es cierto que este aspecto nunca podía estar muy ausente de las
declaraciones del jefe del Estado Mayor israelí Shaul Mofaz. Pero
lo notable ahora es que el militarismo del general resulta mucho menos
excepcional dentro del contexto político israelí. Hace unas
semanas, cuando calificó a la Autoridad Palestina como una
entidad terrorista, todavía sobrevivían suficientes
resabios como para causar cierta incomodidad. Al decir ayer que si
Arafat no hace nada para detener la escalada de violencia, ampliaremos
nuestro campo de intervención, nadie en el emergente gobierno
de Sharon pensaba muy distinto. De hecho, las declaraciones de Mofaz son
probablemente una descripción fidedigna de la posición futura
israelí: Haremos todo lo posible para impedir una escalada
del conflicto, pero la clave no está en nuestras manos; y esto
no terminará en unas semanas.
Desde el otro lado, el grupo terrorista palestino Hamas respondió
a las palabras de Mofaz amenazando con lanzar una ola de atentados suicidas
después de que asuma Sharon. Ya hay diez de nuestros hombres
que están dispuestos a sacrificarse para lanzar operaciones militares
en territorio israelí, y ello no tardará en producirse,
subrayó un comunicado emitido en Gaza. En estos momentos, al menos,
la violencia no se está cobrando más víctimas que
su promedio diario: ayer tres palestinos (incluyendo unamujer) fueron
muertos en Cisjordania, luego de que el día anterior dos niños
fueran abatidos por las tropas israelíes.
Claves
Ilustrando la actitud
del gobierno que está formando Ariel Sharon, el jefe del
Estado Mayor israelí, Shaul Mofaz, enfatizó ayer que
si Arafat no hace nada por detener la violencia, responderemos
con todas nuestras fuerzas. Arafat respondió que era
imposible subir el actual nivel de represión.
Esa represión
se cobró a tres palestinos ayer, más dos niños
que fueron baleados el viernes a la noche.
|
HOY
ES EL CONGRESO INDIGENA
Zapatour bajo examen
La larga marcha zapatista está
pasando por su prueba de fuego: el III Congreso Nacional Indígena,
que se realiza hasta hoy en Nurio, estado de Michoacán, y adonde
los 23 comandantes del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN) y el subcomandante Marcos llegaron en la mañana
del sábado. En este Congreso, los zapatistas esperan conseguir
el apoyo de todas las comunidades indígenas del país (12
millones de habitantes) para coronar el arrastre que tuvieron desde su
salida de Chiapas, el lunes pasado, y negociar desde una posición
más fuerte ante el Congreso la aprobación de la ley de derechos
indígenas.
El presidente mexicano Vicente Fox parece bastante consciente de la encrucijada
que se está planteando con los zapatistas. Muchos analistas políticos
mexicanos consideran que Fox se está jugando buena parte de su
capital político, ya que sectores de la derecha a la que él
pertenece le están endilgando la libertad de los zapatistas para
salir de Chiapas y acumular, ellos también, un capital político
considerable. El presidente mexicano trató de limitar al mínimo
la fricción con Marcos (cuyas declaraciones en contra de Fox aumentaron
con el transcurrir de la marcha), pero se acerca el momento de las definiciones.
En primer lugar, Fox dijo que el Congreso Indígena de Nurio de
ninguna manera es todavía una representación nacional
de los indígenas mexicanos, buscando restar de antemano el apoyo
que los zapatistas podrían obtener allí. Luego, el presidente
mexicano especificó ayer que el proyecto de ley de los derechos
indígenas, elaborada por la Comisión legislativa de Concordia
y Pacificación (Cocopa), debe ser discutida. Fox se refería
especialmente a la autonomía de los pueblos indígenas, que
puede establecerse siempre y cuando se respete la integridad y soberanía
del Estado mexicano. El lunes se sabrá si los zapatistas
salen con todo el apoyo indígena hacia el Distrito Federal, adonde
llegarán el próximo domingo.
|