Por Martín
Pérez
Desde Nueva York
Vamos, hacé girar
la cabeza. Esa es la frase que Linda Blair asegura haber escuchado
más veces desde el estreno de El exorcista, el film que la inmortalizó
en el rol de Regan, la adolescente poseída por el demonio en el
film de William Friedkin que desde hace 28 años sigue siendo el
gran mito del cine de terror. Por eso siempre digo que lo mejor
que me pudo haber pasado en la vida fue la oportunidad de protagonizar
una parodia de El exorcista, se ríe Blair. Porque hasta
entonces no me podía reír libremente de todas esas cosas.
Pero a partir de entonces lo hago cada vez más, asegura la
versión adulta de aquella niña prodigio protagonista de
comerciales desde la edad de cinco años, que treinta años
atrás cambió Nueva York por California en busca del que
ella considera que es el sueño de todos: hacer una película.
Tengo que confesar que yo siempre soñé con estar en
un film de Disney. Así que cuando llegó la oportunidad de
actuar en una película, no la desaproveché. Claro que no
era precisamente la clase de film que imaginaba. Y me cambió la
vida para siempre.
La razón por la cual Linda Blair está tranquilamente sentada
en una habitación de un hotel de cinco estrellas de Nueva York,
hablando ante la prensa extranjera sobre el film que le marcó la
vida, pero que fue estrenado casi tres décadas atrás, es
porque finalmente William Peter Blatty se salió con la suya. El
autor de la novela en la que se basó la hoy mítica película
de Friedkin logró convencer al estudio y a su director de que El
exorcista debía reestrenarse en una versión más extensa,
más acorde con la idea de la novela original. O al menos eso es
lo que dice el propio Blatty, también dispuesto a rememorar el
pasado ante la prensa. La culpa de que me haya pasado todo este
tiempo insistiendo en que había que presentarle al mundo esta nueva
versión de El exorcista la tiene el propio Friedkin, explica
Blatty. Porque ésta es la primera versión del film
que él me hizo ver apenas terminó de editarlo. Luego debió
cortarlo, porque la película no podía durar más de
dos horas. Pero yo nunca más pude quitarme esta versión
de la cabeza. Cada vez que nos encontrábamos con Friedkin él
me preguntaba lo mismo. ¿Seguís pensando que la primera
versión del film es la mejor?, me decía, y yo le respondía
que sí. Y él me decía: Estás equivocado.
Hasta que, finalmente, logré sentarlo en un cine para que viese
nuevamente la versión que había desechado. Así fue
como terminó aceptando que yo tenía razón.
Hombre de voz baja, ritmo pausado y una permanente y didáctica
sonrisa entre labios, Blatty es el auténtico motor detrás
de este reestreno de El exorcista que llegará a Buenos Aires el
jueves, apenas unos años más tarde de haber sido exhibida
en su glorioso metraje original en el ciclo con el que Warner celebró
toda su historia. Al lado de joyas como Rebelde sin causa, El exorcista
demostró su perfección como film de autor, una película
sobre el acto de creer antes que un mero film de terror. Por eso es difícil
creer en el latiguillo Versión del director con el
que es presentado este reestreno con nuevas escenas, sobreimpresos varios
y un impactante remasterizado sonoro. Porque El exorcista original ya
era el corte final de un director como Friedkin, que en aquel entonces
luego del éxito de Contacto en Francia era una estrella
que hacía lo que quería. De hecho, los ciento cinco días
originales de rodaje terminaron duplicándose a la hora de buscar
exactamente lo que quería Friedkin del film. Blatty finalmente
consiguió la versión por la que estuvo luchando durante
todos estos años, confirmó Blair durante su reportaje.
¿Y entonces por qué el título del corte del director?
Porque este montaje fue realmente el primero que hizo Friedkin,
insiste Blatty, que explica que Friedkin alguna vez le confesó
que la única razón por la que había reducido la duración
del montaje original fue porque no sabía que el film iba a ser
un éxito. Nadie se va a sentar más de dos horas a
ver una película, cuenta Blatty que fue la frase con la que
Friedkin justificó las modificaciones. Pero William era muy
joven cuando filmó El exorcista. Y recién con el tiempo
se fue dando cuenta de la verdadera esencia del film. ¿Cuál
es esta esencia? En una de las escenas recuperadas yace el centro
moral del film, explica Blatty. Es una frase durante el diálogo
final que tienen Karras y Merrin en la escalera. Karras pregunta: ¿Cuál
es el sentido de todo esto? Aceptando que el príncipe de la oscuridad
realmente existe, ¿qué hace molestando a esta chica?.
Y Merrin le responde: Ella no es su objetivo. Su objetivo somos
nosotros y todos los que están en esta casa. Con lo que quiere
decir que la fe de cada uno es la que depende del resultado de esa lucha.
A la hora de hablar de fe, Linda Blair siempre se preocupa por aclarar
que en el momento de filmar la película, ella no tenía ninguna
noción sobre Dios o sobre el Demonio. Recién entendí
qué era lo que había estado filmando cuando vi por primera
vez la película en un cine, explica la actriz, que actualmente
confiesa rezar mucho, pero por el estado del mundo en general. Y agrega
sobre el recuerdo de aquella primera comprensión sobre su trabajo:
Durante todo el tiempo que vi el film aquella primera vez, no pude
dejar de unir el recuerdo del rodaje de cada escena con lo que finalmente
significaba su aparición en la pantalla. Así que esto
era lo que estábamos filmando, pensaba. Porque el rodaje
duró mucho tiempo y yo ni me preocupaba por cada escena que se
rodaba. Era una nena y los nenes sólo quieren salir a jugar. Claro
que leí el libro antes de aceptar hacer el film, pero la verdad
que no entendí nada. Y me parece que fue mejor así,
razona la actriz, que creció hasta desarrollar una personalidad
televisiva, al punto que domina la entrevista como una animadora profesional,
capaz de matizar cada respuesta con menciones a su labor en la defensa
de los animales o sobre las posibilidades de su site de Internet.
Blair ni siquiera titubea cuando se le pregunta por las escenas más
controvertidas del film, los insultos y la escena clave de la masturbación
con la cruz. Eso no estaba en el guión original, aclara
inmediatamente. Fue un texto que el propio Friedkin me acercó
la noche anterior a que rodásemos esa escena. Recuerdo haberme
negado en primera instancia a leerlo, porque me daba cuenta de que eran
palabras que se suponía no debía decir. Pero finalmente
todos sabemos quién se salió con la suya. Siempre fue muy
difícil decirle que no a William, explica Blair, que cuenta
que luego de haber rodado esas escenas, nunca se volvió a discutir
sobre el asunto. Fue algo de lo que no hablamos más con mi
madre, que se enojó mucho cuando vio el film terminado. Si yo hubiese
sido madre y hubiese visto a mi hija hacer eso en la pantalla, también
me hubiera enojado, concede.
Una respuesta que no coincide con la versión de la elección
de Blair para interpretar a Regan que cuenta Peter Biskind en Easy Riders,
Raging Bulls, su libro sobre la generación de cineastas que salvaron
a Hollywood durante la década del setenta. A la hora de entrevistar
a Blair, Friedkin necesitaba saber si la joven podía enfrentar
los requerimientos de su papel, escribe Biskind, que cuenta que
Friedkin le preguntó a Blair si había leído el libro
y le pidió que le contase de qué se trataba. Es sobre
una nena que es poseída por el demonio y hace un montón
de cosas malas, explicó la joven Linda. ¿Qué
clase de cosas malas?, preguntó Friedkin. Tira a un
tipo por la ventana y se masturba con un crucifijo y..., enumeraba
Blair siempre según el relato del libro de Biskind,
cuando Friedkin la interrumpió: ¿Qué significa
eso?. Quiere decir pajearse, ¿no es cierto?,
respondió Blair, y Friedkin le preguntó qué sabía
de eso y si lo había hecho. Por supuesto, ¿usted no
lo hace?, respondió Blair, que después de esa entrevista
consiguió el papel.
En tren de confesiones, Blatty acepta que nunca imaginó que Friedkin
iba a encontrar la actriz indicada para interpretar a Regan. El
director de casting vio cientos de jóvenes para el papel, para
poder llegar a presentarnos las doce o quince jóvenes que vimos
William y yo. De todas ellas, Linda era claramente la indicada,
cuenta Blatty, que asegura que Mike Nichols se negó a asumir la
responsabilidad de dirigir la versión cinematográfica del
film porque argumentó que no pondría su carrera en manos
de una actriz de doce años. Y la verdad que yo nunca pensé
que el papel de Regan debía ser interpretado por una niña.
Voy a hacerles la confesión más humillante de todas: cuando
comenzamos a producir el film, yo pensaba seriamente que debíamos
elegir a un enano, dice Blatty, que lanza una carcajada. Juro
por Dios que así fue. Nunca creí que una niña pudiera
hacerlo.
Empujado a poner un film como El exorcista en perspectiva con su época
y con una actualidad mucho más rigurosa a la hora de los contenidos
de sus productos masivos, Blatty acepta que hoy en día no se podría
rodar un film como el que se estrena en versión remasterizada.
No creo que hubiésemos pasado la censura que hay dentro de
cada estudio, acepta. Incluso Friedkin confesó alguna vez
que si El exorcista hubiese sido exhibida al público en sesiones
de prueba, según las costumbres actuales, nunca se hubiese estrenado.
Porque la gente hubiese escrito en sus tarjetas: Es terrible
poner a una pequeña masturbándose con una cruz, maldito
judío. De cualquier manera, ésa fue la clase de notas
que recibimos. Pero si las hubiéramos recibido antes del estreno,
hubiese sido el fin, explicó el director.
Y a la hora de responder sobre las consecuencias que semejante papel puede
acarrearle a una joven actriz, la principal interesada elige contestar
con una anécdota. Hace unos años, una compañía
estadounidense quiso rodar una remake de El exorcista en Canadá,
cuenta Linda Blair. Y se contactaron conmigo con la idea de que
los ayudase a elegir a la protagonista y trabajase el papel con ella.
Les respondí que no comprendía cómo se atrevían
a proponerme semejante cosa. Porque yo sobreviví a Regan porque
soy muy fuerte y tuve mucha suerte y trabajé muy duro para comprender
lo que sucedió y poder vivir una vida decente. Pero que bajo ningún
punto de vista se podía someter a lo mismo a otra niña.
Creo que eso les alcanzó como respuesta.
|