Un
palestino hizo detonar ayer un bolso cargado con explosivos en la ciudad
costera de Netanya al norte de Israel, matando a tres personas e hiriendo
a 66. Fue el primer atentado suicida en Israel desde el estallido de la
Intifada palestina, pero el tercer ataque con bombas en la última
semana. Si bien su autoría no era del todo clara, el premier electo
Ariel Sharon no vaciló en culpar a la Autoridad Palestina (AP)
de Yasser Arafat. Algunas de las fuerzas más fieles a Arafat
participan en estos ataques y es evidente que él no hace nada por
detenerlos, enfatizó en un breve encuentro con la prensa.
Pero en cierto sentido Sharon resultó el verdadero ganador del
ataque. En vista de la situación de emergencia que
éste produjo, el partido ultraortodoxo Shas (con 17 de los 120
escaños del parlamento) anunció que pondría de lado
sus diferencias y se sumaría a la coalición con el Likud.
Así, el premier electo pudo prometer que el gobierno de unión
nacional que formaré muy pronto encontrará respuestas adecuadas
para restablecer la seguridad de los israelíes.
El acto fundacional del nuevo gobierno parecería ser el caos y
terror que se vivió a media mañana de ayer en el centro
de Netanya. Oí una explosión y vi una cabeza volando
por los aires, relató un testigo. El ataque se produjo a
las 9.00, cerca de la atestada estación central de omnibuses. Sólo
había un terrorista, un joven que intentó subirse a un colectivo
con un bolso repleto de un explosivo de mediana potencia. Al no poder
entrar, caminó hacia una parada en la calle Hertzl, donde detonó
la bomba. Fue lo más terrible que vi en mi vida, era
todo lo que atinó a decir un hombre que estaba a unos metros. En
voz baja, otro relató cómo vi a una mujer sin piernas.
Y una cabeza al otro lado de la calle. Un hombre con los intestinos que
salían de su vientre. Su cuerpo humeaba, todavía estaba
vivo. Dos mujeres murieron en el acto, y más tarde un anciano
de 85 años falleció en el hospital. El terrorista, por supuesto,
también murió. A la noche se habían contado 66 heridos,
pero la cifra podría ser aun mayor.
El de ayer fue el tercer ataque que la ciudad sufrió en cinco años
y la reacción de sus habitantes era natural. Todo árabe
es un terrorista, gritó una mujer. Siguiendo esa consigna,
una multitud apaleó a un palestino que trabajaba en un mercado
cercano, dejándolo en estado crítico. Apenas contenidos
por una barrera policial, otros clamaban ¡Envíen a
Arafat al cementerio! y ¡Córtenles el agua y
la electricidad a los palestinos.
Estos pedidos tenían equivalentes más deliberados en los
proyectos que maneja el equipo de Ariel Sharon. El atentado de ayer demostró
que la estrategia del saliente gobierno de Ehud Barak (en especial, el
aislamiento de los territorios palestinos) no está dando resultados.
Inmediatamente después del ataque, el jefe de la policía
israelí, Shlomo Aharonisky, admitió que no puede haber
una seguridad 100 por ciento eficaz. Pero Sharon y sus aliados en
el laborismo ya planean cómo mejorar el porcentaje. Efraim Sneh,
viceministro de Defensa y ministro de Turismo en el próximo gobierno,
recalcó ayer que el Ejército israelí podría
incursionar en las zonas bajo control total de la Autoridad Palestina.
Anteayer, el jefe de Estado Mayor Shaul Mofaz había prometido intensificar
nuestra respuesta contra el terrorismo. Todo esto refleja cómo
los israelíes están cada vez menos dispuestos a distinguir
entre Arafat y los grupos extremistas. Ayer Sharon acusó directamente
al líder palestino de permitir los ataques, e incluso el laborista
Sneh (una de las palomas del gobierno de Barak) lo culpó por liberar
a terroristas y permitir que sigan cometiendo atentados contra Israel.
Los palestinos no hicieron nada para limitar el daño. Ayer un asesor
de Arafat, Nabil Abu Rudeina, se limitó a afirmar que el
gobierno israelí es el responsable de la escalada de la violencia.
Esta insistente negativa de Arafat de explotar las diferencias en el espectro
político en Israel está produciendo su resultado lógico:
que efectivamente no haya diferencias de importancia entre los diferentes
partidos israelíes. Loslaboristas ya se habían unido al
gobierno de Sharon el viernes y ayer los ultraortodoxos del Shas (que
negociaban una serie de concesiones políticas) aceptaron entrar.
Recibirán cuatro ministerios y acordaron posponer sus reivindicaciones
hasta que pase la crisis palestina.
Parece ser una crisis que recién comienza. Las organizaciones terroristas
Hamas y Jihad Islámica, al menos, ya vaticinaban ayer nuevos ataques.
Hamas prometió que continuaremos nuestras operaciones para
que Israel pague el mismo precio que el pueblo palestino, en tanto
que el segundo grupo justificó el ataque de ayer como respuesta
a las amenazas de Mofaz y conmemoración del día del
sacrificio (que se celebra hoy). En Gaza, las milicias de
la AP dispararon ametralladoras y morteros contra el asentamiento judío
de Netzarim.
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