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Prácticas sociales para mejorar la
imagen y acercarse a la sociedad

El Rectorado de la UBA impulsa que todas las carreras incluyan tareas comunitarias como parte de los estudios obligatorios.

Materias: �Buscamos incluir en los planes de estudios de todas las carreras de la UBA una práctica social concreta que deberán realizar los estudiantes como
si fuera una materia más�.

Por Javier Lorca

El plan de Oscar Shuberoff para este año, el último en que –asegura– será rector de la UBA, es potenciar la imagen de una universidad solidaria y comprometida con la sociedad. Para eso le encargó al secretario de Extensión, Alfredo André, un Proyecto de Práctica Social Curricular. La propuesta ya fue desarrollada y ahora está bajo análisis del Consejo Superior de la universidad. “Lo que buscamos es incluir en los planes de estudios de todas las carreras de la UBA una práctica social concreta que deberán realizar los estudiantes como si fuera una materia más”, adelantó André a Página/12.
“Este año, la UBA cumple 180 años y en ese marco, además de los festejos, se decidió priorizar el desarrollo y el diseño de las materias curriculares que tienen prácticas solidarias –comentó a este diario un muy cercano colaborador del rector–. La idea es resaltar lo que ya se hace y afilar el perfil solidario de la universidad. Y, a la vez, darle un marco institucional.” De hecho, en muchas carreras ya se realizan como parte del plan de estudios prácticas sociales: en el área de la salud, en Trabajo Social, en Ingeniería, en Abogacía y otras.
El proyecto, que fue presentado a fin del año pasado, apunta a la realización de tareas que “vayan más allá de lo marginal” y que los estudiantes puedan concretar bajo la supervisión de docentes. En principio, las prácticas podrán tener dos modalidades: trabajar en función de una situación particular o hacerlo sobre un espacio problemático. Por ejemplo: “La ciudad puede detectar un área de riesgo y precisar un equipo interdisciplinario para abordarlo –dijo André–. O pueden darse situaciones puntuales, como el relevamiento del arbolado urbano que ya se está haciendo en la Facultad de Agronomía”.
El secretario de Extensión aclaró que no se trata de desarrollar tareas solidarias y voluntarias, “a las que les suelen faltar continuidad, sino de hacer un trabajo institucional que permita un ida y vuelta entre la UBA y la sociedad”.
La definición de la propuesta tiene cierta complejidad porque requiere que todas las facultades debatan en su interior y aprueben una reforma de los programas de las carreras que hoy no incluyen prácticas sociales. Además: “Lo que ahora está en discusión es cómo va a ser el mecanismo de coordinación de las prácticas –contó Alicia Camilloni, secretaria de Asuntos Académicos–. Creemos que es necesaria una coordinación central de la universidad, sumada a la coordinación de cada facultad, para lograr un mejor aprovechamiento de las actividades, contribuir a resolver problemas sociales y acercar a los estudiantes a la sociedad”.
La estrategia planeada por Shuberoff incluye objetivos políticos. En lo personal, implica para el rector defender su imagen de las duras críticas a su administración de la universidad. “Este año, Shuberoff lo empezó con una política de exposición más fuerte. Se está mostrando públicamente más que el año pasado. Y con una actitud más propositiva, no está saliendo sólo para defenderse de ataques, como hacía antes. Quiere terminar su gestión y salir por la puerta grande”, comentó un funcionario del Rectorado. El otro objetivo del plan es institucional. “Para este año se prevé que se dará una discusión muy fuerte sobre el financiamiento de la universidad pública”, siguió la misma fuente. Si la UBA logra posicionar sus funciones sociales y mostrar que hacia allí dirige parte de sus recursos públicos, tendrá un arma más para defenderse de los avances del ajuste presupuestario.

 

Para el tiempo libre... (si queda)
Política. Carlos “Chacho” Alvarez, Alcira Argumedo, Atilio Borón, Franco Castiglione y Jesús Rodríguez, entre otros, serán los docentes que dictarán en Flacso el seminario de posgrado “Perspectivas y expectativas de cambio político en Argentina”. Las clases comienzan el 5 de abril. Hay becas disponibles. Informes: Ayacucho 551, 4375-2435, [email protected].
Paisaje. La Fundación Biosfera y la Universidad de La Plata inscriben hasta el 10 de marzo para el curso “Planeamiento paisajista y medio ambiente”. En calle 16 nº 1611 (La Plata), (0221) 4573477.
Trabajo. Hasta el 16 de marzo está abierta la inscripción para la maestría en Ciencias Sociales del Trabajo que dicta el Centro de Estudios Avanzados de la UBA. En Uriburu 950, piso 1º, 4508-3618/19/23.
Energía. Aplicación de Sistemas de Energía Solar, Introducción a la Neumática y Gestión Ambiental de Residuos son algunos de los cursos abiertos al público que ofrece la Regional Haedo de la UTN. Informes: París 532 (Haedo Norte), 4650-1085, de 16 a 21.
Artes. La Universidad del Salvador dará el lunes, de 18 a 20, una charla informativa sobre su nueva carrera en Gestión e Historia de las Artes. En Rodríguez Peña 655, piso 1º.
Idiomas. El lunes comienza la inscripción para los cursos extracurriculares de inglés, francés, ruso, italiano, portugués, alemán y castellano que dicta la Facultad de Ingeniería (UBA). En Paseo Colón 850, 5º piso, 4343-0891 (int. 120-128).

 

OPINION
Por Lucas Rubinich *

Dos caras de un clima reformista

En los debates sobre la transformación de la universidad pública, se encuentran variados discursos con marcas retóricas que sugieren diversas tradiciones teóricas e ideológicas. Muchos parecen inficionados por un poderoso sentido común, deudor de una verdadera revolución conservadora, cuyas realizaciones contribuyen al deterioro, cuando no a la destrucción, de estructuras colectivas que obstaculizan la lógica del puro mercado. En medio de este sentido común hay una concepción de la acción social que no problematiza los condicionamientos sociales y culturales y presupone agentes portadores de una racionalidad autónoma. Estas robinsonadas como las llamó un clásico, se legitiman al amparo de zonas prestigiosas de la ciencia económica, aunque también se presentan bajo formas ambiguas en otras perspectivas, también en aquellas que no comparten una visión individualista de la sociedad. Los argumentos de los expertos reproductores de este sentido común que apoya medidas restrictivas para la universidad pública, construidos con retórica democrática y progresista, aparecen condensados en un artículo sobre la UBA de Philip Altbach, director del Centro Internacional de Educación Superior del Boston College. Sostiene que el actual sistema favorece a quienes pertenecen a “familias en buenas condiciones económicas” que, cuando ingresan a la universidad, están en mejores condiciones culturales para recibir la oferta académica y culminar con éxito ese recorrido. Los otros, presumiblemente “pobres”, que pudieron entrar debido a la debilidad institucional, serán expulsados tarde o temprano, porque no poseen la disposición necesaria y las condiciones contextuales para entablar una relación con la oferta académica. Así, la universidad contribuye “a la desigualdad social a pesar de su ideología igualitaria”. Lo que estaría ocurriendo entonces es que este sistema “engaña” a esta ambigua especie de “pobre”, que logró ingresar gracias a la modalidad irrestricta, porque será expulsado o se autoexpulsará por no poseer las herramientas para jugar el juego universitario. Altbach concluye con el arma irónica más usada por este sentido común que consiste en doblar la apuesta democrática y progresista: sugerir el carácter antidemocrático de tradiciones democráticas y además presentarlas como obstáculos para el cambio (“libre acceso, gratuidad y autonomía”). El primer problema de estos análisis es su supina ignorancia de los procesos intervinientes en la conformación de la estructura social argentina. Por ejemplo, el papel que, a fines del siglo XIX y principios del XX, distintas visiones del mundo y agresivas políticas educativas deudoras de ese clima desempeñaron en la producción del “milagro” de alfabetizar y “nacionalizar” a masas de inmigrantes, además de otorgar educación a muchos de sus hijos. En el marco de esas tradiciones y pese a políticas regresivas, la sociedad argentina alberga todavía una extendida y heterogénea franja de sectores medios, medios bajos y aún bajos, con escasa capacidad económica y un significativo capital escolar y cultural que se resiste a ser apresada por visiones maniqueístas que refieren rápidamente a los que tienen más y a los que tienen menos. El segundo problema se expresa en lo que podría llamarse las dos caras teóricas de este tipo de análisis. Para demostrar que hay quienes estarían en el lugar social y cultural que no les corresponde (serían apenas una filtración ilusoria que confirmaría la naturalización de los lugares sociales) se le atribuye al sistema social una fuerzainconmensurable en su papel de reproductor de desigualdad. Esta desigualdad está cerca de biologizarse cuando la visión estructural se transforma en individualista para explicar el cambio, esbozando de manera implícita la pregunta que posibilitaría alguna inclusión: cuáles son los mejores entre los “pobres”.

* Sociólogo, profesor de la UBA, director de Apuntes de Investigación (CECYP).

 

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