OPINION
El plan de los bigotes
Por
Alfredo Zaiat
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Domingo
Cavallo tuvo durante algunos años su libro Volver a crecer
como carta de presentación ante empresarios y como receta para
seducir a políticos. Proponía una economía integrada
al mundo a partir de una base industrial exportadora, con un tipo
de cambio elevado que permitiría competir en el mercado internacional
a los productos argentinos. Era amigo de los industriales y miraba
con recelo a los banqueros. Desembarcó en el Ministerio de
Economía de Carlos Menem con su equipo de la Fundación
Mediterránea. Con la Convertibilidad, archivó todo ese
libreto que estuvo ofreciendo por años.
Roque Fernández estuvo recluido durante gran parte de su carrera
en el mundo académico revalidando sus credenciales de Chicago
Boy. Armó su equipo entre los principales economistas de la
ultraliberal CEMA cuando tuvo que saltar del Banco Central al Palacio
de Hacienda. Ajuste fiscal con baja de gastos e impuestos, además
de desregulación de los mercados era su menú varias
veces expuesto en documentos de trabajo. Cuando le tocó la
oportunidad de servirlo, tomó otra ruta al montarse en piloto
automático luego de subir impuestos, terminando su gestión
con un déficit de las cuentas públicas descontrolado.
José Luis Machinea salió del ostracismo de la crisis
del 89 encontrando refugio en los brazos de los industriales
de la UIA. Su propuesta por esos años, y expuesta posteriormente
en escritos de su craneoteca FADE antes de asumir en Economía,
era mejorar la competitividad de la economía mediante políticas
activas para impulsar las exportaciones; abrir la competencia en mercados
monopólicos para bajar las tarifas de las privatizadas y mejorar
la distribución del ingreso. Como se sabe, sus quince meses
manejando la economía tuvieron una orientación opuesta,
lo que le significó el rechazo de aquellos que lo respaldaron
y la permanente desconfianza de los que pretendió convencer
sin éxito.
Ricardo López Murphy fue el jefe de la liberal Fundación
Fiel, base de difusión durante los 90 de las ideas más
drásticas de recorte de la estructura estatal, desregulación
del mercado de trabajo, reforma de obras sociales y de ajuste de las
provincias. También ha elaborado planes de arancelamiento universitario
y de privatización del Banco Nación. Ahora le llegó
al turno de aplicarlas o no, como antes Cavallo, Roque y Machinea.
Habrá que ver si será tan duro como se esperaría
a partir de esos antecedentes o apostará simplemente, como
se decía ayer en la city, a que con sus bigotes bastará
para bajar el riesgo país, dejando de lado parte de sus impracticables
promesas de laboratorio que precipitarían una crisis política
y social de proporciones. |
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