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Un comisario a indagatoria por la persecución a un subordinado

El segundo jefe de Patrullas de Vicente López está acusado de perseguir a un cabo que denunció por corrupción a sus jefes.

Por Carlos Rodríguez

El comisario Adalberto Farías, actual segundo jefe del Comando de Patrullas de Vicente López, será indagado mañana en una causa en la que está acusado por el delito de “abuso de autoridad” en perjuicio de uno de sus subordinados, el cabo Carlos Alberto Salamón. La causa tiene gran relevancia institucional porque el cabo Salamón denunció ante el fiscal de San Isidro Hernán Collantes que es víctima de una persecución debido a que él es uno de los 35 policías que acusaron como presuntos miembros de una “asociación ilícita” a por los menos 19 altos ex jefes del citado Comando de Patrullas y de la comisaría de Florida. Luego de la denuncia contra sus superiores, los policías sufrieron amenazas, suspensiones y agresiones, lo que llevó a Salamón virtualmente a blindar su domicilio particular, donde reforzó puertas y ventanas colocando vidrios a prueba de balas.
Las peripecias vividas por Salamón después de hacer la denuncia, en febrero del año pasado, superan cualquier historia de ficción: recibió amenazas contra él y su familia, le dieron cinco días de arresto por una supuesta infracción, lo sumariaron por una presunta omisión administrativa y hasta lo obligaron a someterse a un análisis psicológico, en lo que sería un intento de declararlo inepto para seguir en funciones.
El fiscal Collantes está convencido –luego de colectar testimonios que avalan la postura de Salamón– de que se trataría efectivamente de una persecución, motivo por el cual pidió y logró la citación como imputado del comisario Farías. El delito de “abuso de autoridad” está contemplado en el artículo 248 del Código Penal, que establece penas de “un mes a dos años”, más inhabilitación especial por el doble de tiempo, al funcionario que dictara resoluciones contrarias a la Constitución y las leyes.
El año pasado, Salamón realizó servicios adicionales custodiando una escuela de la colectividad judía, en Vicente López, cerca de la sede del Comando de Patrullas. En una ocasión pidió autorización telefónica a sus superiores para ausentarse “dos minutos” para hablar por teléfono, ya que tenía enfermo a uno de sus hijos. Cuando dejaba su puesto, acertó a pasar por el lugar –en un automóvil– el comisario Farías, a quien Salamón hizo señas, para informarlo, sin lograr que se detuviera.
Farías resolvió aplicarle cinco días de arresto, a pesar de que está probado en la causa que efectivamente Salamón comunicó que iba a ausentarse dos minutos de su puesto y que recibió la autorización. El segundo problema ocurrió cuando tuvo que notificarse de esa sanción. Por un error en la confección del parte, atribuible al personal administrativo del Comando, Salamón no firmó la notificación el mismo día sino al siguiente. Por tal motivo, Farías le abrió un sumario administrativo.
El hecho más grave ocurrió a principios de este año. Durante su período de vacaciones, Salamón fue obligado a suspender el descanso –algo que está vedado por las normas policiales– para someterse a un test psicológico. En plena sesión, la psicóloga recibió un llamado urgente e impostergable: era el comisario Farías. Salamón supo la novedad de boca de la profesional, quien le comentó el episodio. El cabo cree que lo quieren “sacar del medio” pidiendo su baja por una supuesta alteración mental.
Salamón hizo una denuncia ante el juez de San Isidro Juan Makintach, quien se dirigió a la Suprema Corte bonaerense y al gobernador Carlos Ruckauf, pidiendo garantías para el policía y su familia por las amenazas recibidas. El comisario Farías también tuvo actitudes arbitrarias contra otro de los policías que denunciaron a los ex jefes del Comando de Patrullas. El perjudicado, en ese caso, fue el cabo Rubén Montenegro, a quien le levantaron un sumario por presuntas amenazas contra un compañero. Montenegro, según consta en la misma causa en la que interviene el fiscal Collantes, relató que los hechos comenzaron en febrero pasado, durante un operativo en Carapachay, durante un robo con toma de rehenes. Cuando el hecho había sido dominado por la policía, Montenegro y otro policía entraron a la casa que había sido tomada por los delincuentes. En esas circunstancias, al otro policía se le escapó una ráfaga deametralladora que estuvo a punto de producir víctimas. De regreso en el Comando, Montenegro reprochó a su compañero, de viva voz, el descuido. El comisario Farías abrió un sumario contra Montenegro, por presuntas amenazas, y nada dispuso en contra del policía descuidado.
El comisario Farías está en el Comando de Patrullas desde fines del año pasado, cuando se dispuso el relevo del jefe y el subjefe, comisarios Alejandro Blanco y Gustavo Reale, dos de los 19 involucrados en la causa por presunta “asociación ilícita”. Los 19 acusados fueron detenidos en su momento por decisión de la jueza Marcela De Langhe, pero luego fueron liberados por resolución del juez de feria Diego Barroetaveña. Esa medida fue apelada y está a consideración de la Cámara de Apelaciones de San Isidro.

 

 

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